Barcelona. Tras las últimas elecciones de marzo de 2009 el Gobierno vasco cambió de inquilino, llegó el PSE al poder, y una de las prioridades del nuevo ejecutivo en materia deportiva fue impulsar el regreso de la Vuelta a Euskadi, ausente desde 1978, el año del asunto de los troncos en Durango, como uno de los símbolos más poderosos del "cambio". Su propósito se materializó con cierta celeridad porque el Gobierno socialista encontró en Unipublic la respuesta que esperaba, su propia voluntad. "Ahora sí se dan las condiciones para que la Vuelta regrese a Euskadi", reconoció Javier Guillén, director de la ronda estatal, en 2010. Un año después, la Vuelta desembarcó en Euskadi tras más de tres décadas de ausencia. El primer contacto fue la salida desde las Bodegas Faustino, en Oion, Araba. Y luego, la meta en Bilbao y el éxtasis de Antón en el Vivero. En Gasteiz acabó el año pasado el trayecto vasco de la Vuelta 2011. No se quedó en una anécdota. Hace una semana, el pelotón dio la primera pedalada en Iruñea, tuvo una meta en Viana, subió hasta el santuario de Arrate, montaña sagrada del ciclismo vasco, y al día siguiente partió de Barakaldo para salir de Euskadi por el puerto de Orduña. ¿Volverá en 2013?
La cuestión, más que con cualquier otra cosa, tiene que ver con el hecho de que en unos meses, el 21 de octubre, se celebran las elecciones al Gobierno vasco que adelantó Patxi López, lehendakari bajo cuyo mandato se asfaltó el regreso de la Vuelta a Euskadi. La misma pregunta pero de otra manera: ¿Teme la Vuelta que el resultado de los comicios, de ocurrir un nuevo giro político, pueda volver a cerrarle la frontera?
"Hombre, a la Vuelta le gustaría seguir estando presente en Euskadi", responde su director, Javier Guillén. "A partir de ahí, no somos ajenos a que hay unas elecciones y habrá que ver cuál es la predisposición del gobierno que surja a partir de octubre. De todas maneras, creo que con la Vuelta se ha iniciado un proceso que me gustaría calificar de imparable en el sentido de que desearía que todos los partidos políticos de Euskadi quisieran recibir a la Vuelta. Pero nosotros solo podemos esperar y mostrar nuestra vocación de querer seguir en Euskadi".
Javier Guillén espera el resultado de las elecciones para conocer de primera mano si el nuevo gobierno quiere prolongar la relación instaurada entre la Vuelta y Euskadi, el nexo más importante para Guillén. "El concurso y la participación del Gobierno vasco es vital porque es quien nos tiene que dar las autorizaciones para que se haga la carrera". Habla de permisos para utilizar las carreteras vascas o para movilizar a la Ertzaintza, dos asuntos indispensables en la articulación de la carrera.
Por lo demás, el director de la Vuelta lo tiene todo en la agenda: "Las peticiones de varios ayuntamientos para seguir haciendo cosas y la respuesta del público, que es el mejor termómetro para saber que la Vuelta debe seguir en Euskadi. Pero ahora dependemos de las decisiones de las instituciones y respetaremos cualquiera que se tome en este sentido, aunque nuestra vocación es la de seguir como hasta ahora y confiamos en que las elecciones no condicionen nuestra presencia en Euskadi".
El máximo mandatario de la Vuelta niega cualquier relación con los partidos políticos que optan a ocupar el Gobierno vasco a partir de los comicios de octubre y dice que la que actualmente mantiene con los socialistas se debe, fundamentalmente, a su presencia en el Gobierno. "La Vuelta no tiene relaciones con los partidos políticos. Lo que existe es un contacto con las instituciones, sean del partido que sean. Quiero decir que la Vuelta no ha tratado estos años ni con el Partido Socialista ni con el Partido Popular, sino con el Gobierno vasco, que está representado por ellos. A partir de octubre seguirá siendo igual".
A los pies de la Amatxu Mientras eso ocurre, el director de la Vuelta ya maneja algunas opciones de salida y llegada en Euskadi. Tiene varias peticiones de ayuntamientos vascos. Y otros tantos deseos personales. Le gustaría volver a instalar una meta en Arrate, un lugar que adora, uno de los santuarios del ciclismo vasco, una cima mítica y evocadora. Puro ciclismo. "Soy de los que piensa que cuando algo funciona, y Arrate lo ha hecho muy bien este año, no hay por qué cambiar. Como de Arrate, pienso lo mismo del Vivero, que me sorprendió mucho hace dos años. Si me diesen a elegir, la idea sería combinar algo que ya hemos probado con innovar. Quizás un Vivero-Urkiola; o un Vivero-Orduña; o un Arrate-Orduña. Pero lo dejo al criterio deportivo de Abraham Olano", apunta Javier Guillén.
Maravillado todavía por la etapa de Bilbao de hace dos años, la del éxtasis de Igor Antón que considera inolvidable, Guillén habla de volver a subir el Vivero -¿quizás una meta junto al parque de atracciones?- o, también, de que una de las llegadas pueda situarse a los pies de la Amatxu de Begoña, otro santuario.