VITORIA. FINIQUITADA la distracción olímpica, el fútbol, concretamente la Liga BBVA y sus dueños del cotarro a la cabeza, recobra el absolutismo mediático con el combate diario entre Real Madrid y Barcelona, el único posible en la lucha por el título, pues engordada la crisis económica se agrandan las distancias entre quienes procuran solidificar su duopolio y aquellos que antaño trataban de colarse en su fiesta. Tres meses después de que el proyecto de Florentino Pérez, orquestado en torno a la figura de su entrenador, Jose Mourinho, descabezara al fin el dominio extraterrestre de los azulgranas, prometen estos venganza en la apertura de un nuevo ciclo, el que liderará Tito Vilanova desde el banquillo bajo la alargada sombra de Pep Guardiola, el irrepetible, santo y seña de un club que con su dirección técnica ascendió a los cielos hasta perpetuarse. A ras de césped todo apunta al mismo escenario con otra pelea, la del Balón de Oro, en el horizonte, la protagonizada por Cristiano Ronaldo y Leo Messi, enfangados desde ya en batir sus siderales registros goleadores. Pasen y vean: más de lo mismo.

El primer cara a cara llegará en un santiamén con la Supercopa de España a la vuelta de la esquina (23 y 29 de agosto) y apelando los merengues a aquella profanación última del Camp Nou (1-2) que fulminó la extensa relación de sopapos desde que el Noi de Santpedor se hiciera con la batuta. El primer año Mou fue incapaz de hallar la fórmula y arrastró la imborrable manita fraguada en el temor y sus rigores tácticos ultramontanos, pero de pronto encontró el camino, vio la luz, descartó planteamientos defensivos y se decantó por mirar a los ojos de su rival, acosado por la fatiga y la lesión de David Villa, que el pasado sábado pisó nuevamente un terreno de juego desde que se lesionara de gravedad en el Mundial de Clubes hace ocho meses. De nada le sirvió al Barça la morterada de dianas de La Pulga, hasta 50 en el campeonato liguero, más allá de prolongar sus remotas opciones hasta la noche en que el Madrid rindió visita a San Mamés.

Con el astro luso como guía pastoral en los campos el Madrid se dedicó a batir otros registros: el principal, el que le coronó: 100 puntos, dato nunca ante alcanzado, uno más que los 99 sellados por los culés en el cetro que arrebataron a su oponente cuando era entrenado por Pellegrini. Le fue a la zaga el casillero de goles: 121. Cifras que hablan por sí solas y que, eso sí, de pronto borraron de un plumazo las teorías conspirativas sobre los colegiados que vociferaban acerca de las ayudas arbitrales que aupaban, supuestamente, al Barça, el cansino Villarato que siempre, semanalmente, cogía el puente aéreo.

continuismo blanco Eurocopa de por medio y arreglados los entuertos entre los internacionales con España de uno y otro club, poco o nada se han transformado sus respectivas plantillas. La continuidad es la nota característica en el seno madridista, aunque trate Mourinho de perfilar su grupo ideal con la incorporación del croata Luka Modric, un culebrón que en las próximas horas puede tener su desenlace tras la reunión que mantendrá el jugador con el actual técnico del Tottenham, André Villas-Boas. Por lo demás, ni un solo fichaje de campanillas ni experimental, ya que el interés por reforzar el lateral derecho se desvaneció por las elevadas pretensiones del brasileño Maicon, de forma que el mérito ha consistido en retener a Gonzalo Higuaín, que meditó su adiós. La gran incógnita atañe a Kaká después de que el míster le confesara que tendrá un papel secundario, invocándole a marcharse, aunque ningún club ha tocado la puerta de Chamartín con una oferta firme, horizonte similar al de Sahin. Mourinho, que durante esta pretemporada ha tratado de mostrar su lado dulcificador para llevar al olvido aquella imagen suya metiendo su dedo en el ojo de Vilanova -"el que falló ahí fui yo", consideró recientemente-, tampoco desaprovecha ocasión de endiosarse. "Más que Special One tienen que llamarme El Único. Guste o no, soy el único que ha ganado el campeonato inglés, el italiano y el español", aseguró ayer en una entrevista concedida a la televisión lusa SIC.

En general, el Madrid que ha podido verse durante los amistosos de preparación no invoca a algo distinto a lo ejecutado la última campaña: pegada por los cuatro costados y despistes defensivos como los que le condujeron a caer goleado ante el Benfica plagado de canteranos, esos a los que su entrenador ha despreciado desde que llegó, si bien esta vez parece que echará el lazo al Castilla, a gente como Morata o Jesé, obligado asimismo por el fulgurante ascenso del filial a la Liga Adelante y las buenas prestaciones que destilan sus diamantes en bruto. Apartado donde el Barça ha sacado pecho durante la última década. En el bando blaugrana también han sobresalido síntomas ya conocidos: un juego elaborado que enamora a los adictos al tiki-taka y problemas ingentes en la definición, aguardando a que la recuperación del Guaje sea completa y después de no haber querido, o podido, reforzar su ataque.

profundizar en el modelo Perder el entorchado y a su entrenador fetiche no ha provocado, por el momento, que los nervios afloren en Can Barça, más allá de las algaradas verbales del expresidente Joan Laporta cuando se conoció que Guardiola no prolongaría su vínculo contractual tras aquella insólita eliminación ante el Chelsea en la Champions, donde el Real Madrid también la pifió en la tanda de penaltis contra el Bayern. Como reconoció a este periódico Andoni Zubizarreta, su director deportivo, en vísperas de la final de Copa, la apuesta sería profundizar en el modelo pero con Vilanova llevando el bastón de mando. Condenado a poblar el lateral zurdo por la enfermedad de Abidal -transplantado de hígado pero deseoso de poder regresar al fútbol en diciembre-, la entidad catalana amarró a la sensación de la pasada Eurocopa, el exvalencianista Jordi Alba, curtido antes en La Masía, con un coste de 14 millones de euros. Descartados Thiago Silva y, a buen seguro, Javi Martínez, se suma el interés por contratar cuanto antes a Alex Song, del Arsenal, por una cantidad menor a 20 millones y con el fin de enmendar la ausencia de Keita, que se decantó por la jugosa pasta que recibirá en el modesto Dalian Aerbin de China. Solo Afellay y Tello -este sin ficha- mantienen entre interrogantes su porvenir, mientras que el Barsita seguirá siendo el centro de operaciones que conectará con el primer equipo, merced a promesas potenciales como Bartra, Montoya, Cuenca o la joya de la corona, Gerard Deulofeu. Por lo demás, si el Barça dispone de jugones como Xavi, Iniesta o Busquets, amén del señuelo referencial de gente como Puyol -Alves, tras los rumores, permanece en el vestuario-; el Madrid se apoyará en las clases magistrales de Xabi Alonso y la fortaleza que aseguran los Pepe y Ramos, que también brillaron en el torneo continental. Quizás veamos a un conjunto blanco menos vertical y que añada combinación a su tablero; mientras que en la orquesta culé, donde será extraño retomar esa defensa de tres con la que sorprendía a menudo Guardiola, volverán a abrirse la bandas. Durante la pretemporada el Barcelona se ha sentido cómodo con el 4-3-3 y tan solo ha encajado tres goles en cinco partidos, uno de penalti. ¿Y de Neymar, qué? Todo dependerá de cómo marche el Tito-Team en este primer tramo de ejercicio. Arde en deseos el astro del Santos de jugar junto a Messi, pero Vilanova parece más dispuesto a dejar que madure. Aunque los intereses de Rosell señalen en otra dirección.

lógica comparación Que las comparaciones con Guardiola coparán portadas de periódicos y minutos de debate es algo que Vilanova tiene asumido desde el día en que se le nombró su sucesor. Poco tardaron algunos en hacer referencia al carácter de la persona que, para muchos, fue el ordenador de Pep en la libreta, pero ha sido su plantel el primero en arroparle y guarecerle de las provocaciones mediáticas. La preocupación por su salud, después de que se le extirpara un tumor de su glándula parótida, ha quedado asimismo evaporada porque fue él el primero en afirmar que se sentía con las fuerzas necesarias como para hacerse con un proyecto de semejante envergadura. Parece seguir con idénticos parámetros que los de su predecesor: no conceder entrevistas personales a los medios, aclarar cuantas preguntas sean pertinentes en sus comparecencias, mostrar un discurso ajeno a la crispación y centrar todo su mundo en lo que acontezca sobre el campo. "Yo sé que habrá comparaciones, y sé que va a salir de todas ellas un perdedor", confesó Tito. "Sabe mucho de fútbol y tiene mucha personalidad, más de lo que la gente piensa", dijo hace días Fàbregas, admitiendo de paso que nunca se encontró del todo a gusto en el entramado de Guardiola. "El traerá cosas nuevas. Conoce mi juego y lo que debe obtener de mí. Lo ayudaremos con nuestro sacrificio y comportamiento. Este puede ser un buen año".

Mientras Vilanova encara un año que puede devolver al Barcelona al camino de la felicidad, consagrándose él de paso; Mourinho, y no es la primera vez, evoca su paso por el Inter con cariño y cómo, a sus 49 años y a días de alzar el telón liguero, le gusta vencer por la satisfacción de quienes le rodean. "Después de haberlo ganado prácticamente todo soy menos egoísta y egocéntrico. Siempre me ha gustado más la alegría del resto. Por eso, hacerlo con el Inter -del que se declara fan- me dio especial placer", sentencia. Aunque, en verdad, el balón pasará por las botas de los genios, por Cristiano y Messi, los artistas que se encargarán de que esta Liga sea, otra vez, cosa de dos. Dormido ya el Olimpo, vuelven las tertulias voz en grito donde todo es así porque lo digo yo.

Con la Supercopa a la vuelta de la esquina, el dedo de 'Mou' en el ojo de Tito cobrará vigencia

"Más que 'Special One', tienen que llamarme 'El Único", dice el luso, que parece mirar a la cantera

Vilanova confía en poder disponer pronto de Villa, de vuelta a los terrenos tras ocho meses de baja

Cristiano Ronaldo y Leo Messi mejoran sus cifras goleadoras con el paso de las temporadas. Fotos: afp y efe

Todo parece un calco: la pegada de los blancos se mantiene intacta, al igual que los problemas 'culés' en la definición

Mientras la llegada de Neymar sigue en el aire, Vilanova ha optado por imitar el patrón de Pep dentro y fuera del campo