En 1994, durante 100 días de infausto recuerdo para la historia de la humanidad, Ruanda se convirtió en escenario de un genocidio tan sangriento que gran parte de la prensa internacional lo comparó con el Holocausto judío en la Segunda Guerra Mundial. Las milicias hutus, entrenadas y equipadas por el ejército ruandés, buscaron el exterminio de la minoría tutsi. El baño de sangre fue de enorme calibre. Diversas fuentes cifraron el número de fallecidos en 800.000, el 11% de la población total del país por aquel entonces y el 80% de los tutsis. El conflicto provocó, además, el exilio de más de dos millones de ruandeses y se calculó que otro millón tuvo que abandonar sus hogares para refugiarse en los bosques. Uno de ellos fue Adrien Niyonshuti.
Dieciocho años después de aquellos horribles sucesos, Niyonshuti es un ciclista de 25 años que mañana debutará como olímpico en la prueba de mountain bike tras una trayectoria vital espeluznante. En el genocidio de Ruanda, Adrien, que por aquel entonces tenía 7 años, perdió a sus abuelos, a seis de sus hermanos y él mismo salvó la vida de milagro. Durante semanas, todos los miembros de su familia permanecieron escondidos entre colchones, en una chabola, en una zona boscosa sin comida y con escasísima agua mientras los hutus se acercaban... hasta que llegó el fatídico día. "Los sucesos de 1994... Yo era muy joven", relató Niyonshuti, emocionado, el año pasado en un estremecedor reportaje de Sports Illustrated titulado The Survivor (El Superviviente). "Un día mis padres me llamaron a gritos para avisarme de que llegaban las milicias, que teníamos que huir. Nos refugiamos en una zona de arbustos y permanecimos allí, escondidos, una semana, hasta que escuchamos que los asesinos llegaban donde estábamos, por lo que nos volvimos a mover. Era huir o morir, así de claro. Mi padre me dijo que tenía que escapar como fuera. La cicatriz que tengo en la pierna es de aquellos días y ni recuerdo cómo me la hice. Fue un genocidio en toda regla. Perdí a mis abuelos y a seis de mis hermanos...", narró.
Tras aquella tragedia, la vida de Niyonshuti recuperó algo de calma. Adrien era uno de los cientos de niños que, a diario, acumulaba decenas de kilómetros en bicicletas de madera (incluso las ruedas) que muchas veces no tenían ni frenos para ir y volver del colegio. El gusanillo de la competición no tardó en picarle y en 2003, a los 16 años, se inscribió en el Tour de Kigali, una carrera de 160 kilómetros. Pese a que su hermano mayor y consejero, Abdurwahabi, le advirtió de que no estaba preparado, Adrien se presentó en la línea de salida con una vieja bicicleta de acero prestada por su tío Emmanuel. Completó los 90 primeros kilómetros en el grupo de favoritos, hasta que se deshidrató, cayó desmayado y tuvo que ser evacuado en ambulancia a un hospital cercano. Aprendió la lección y en 2004, ya mejor preparado, corrió el Tour de Ruanda, ronda por etapas en la que terminó sexto. Meses después, tuvo que afrontar otro palo de la vida, pues su hermano falleció de tuberculosis.
La trayectoria deportiva de Niyonshuti sufrió un punto de inflexión en 2006. Tom Ritchey, uno de los pioneros del mountain bike en Estados Unidos y el exciclista Jonathan Boyer, el primer yankee que logró terminar el Tour de Francia, aterrizaron en Ruanda para organizar una carrera de BTT. En la salida se presentaron todo tipo de competidores, desde ciclistas que en su día a día transportaban turistas en sus bicicletas hasta corredores hechos y derechos. Adrien batió a todos, por lo que, cuando Ritchey y Boyer decidieron formar el Team Ruanda, Niyonshuti no tuvo dificultades a la hora de ganarse un puesto. En 2008, con 21 años, pasó a entrenarse en el Centro de Tecnificación de África, ubicado en Sudáfrica, y el año siguiente fichó por el equipo MTN-Qhubeka. En el piso en el que vivía en Pretoria junto a varios compañeros, Adrien vivió otro episodio estremecedor cuando un grupo de ladrones, armados con pistolas y cuchillos, entró a robar. Él pudo esconderse en la buhardilla, pero un compañero argelino no tuvo tanta suerte y fue apuñalado en una pierna. "Me asusté muchísimo, todo aquello me recordó al genocidio de mi país", reconoció.
Meses después de aquel percance, Niyonshuti pudo cumplir uno de sus sueños: competir en Europa. Fue en el Tour de Irlanda, donde coincidió además con Lance Armstrong, que, enterado de su historia, acudió a saludarle en persona en la salida de una de las etapas. "Conocía sus hazañas en el Tour de Francia y me imaginaba a Armstrong como un gigante, pero cuando nos vimos cara a cara me sorprendió porque solo era unos centímetros más alto que yo", afirmó. Con la clasificación para los Juegos Olímpicos de Londres, Niyonshuti cumplió otro de sus deseos, con la distinción añadida de ser seleccionado como abanderado de Ruanda en la ceremonia de inauguración. "Mi objetivo es terminar entre los 20 primeros, pero me gustaría también que mi historia sirva para que la gente asocie mi país con deporte y ciclismo. Cuando le nombras a cualquiera Ruanda siempre piensan en el genocidio, pero eso ocurrió hace ya 18 años", señaló, ilusionado, poco antes de viajar hacia la capital inglesa, lugar en el que mañana competirá aquel niño que sobrevivió a la barbarie.