AISULUU Tynybekova (4-V-1993, Biskek) es toda una celebridad en Kirguistán, un montañoso país de Asia Central que ha depositado en esta luchadora, que hoy competirá en Londres en la modalidad de 63 kilos, sus esperanzas de lograr una medalla en estos Juegos Olímpicos. Su procedencia humilde, sus exigentes métodos de entrenamiento en un entorno en absoluto favorable y su proyección la han convertido en poco menos que una heroína nacional. Sus competiciones se siguen con enorme expectación, sus éxitos se celebran por todo lo alto, pero sus deslices también se examinan hasta el límite. Es por ello por lo que Tynybekova se ha convertido en los últimos meses en constante tema de conversación, en foco de atención de numerosos debates en los medios de comunicación por la acusación de asalto que pesa sobre ella -estuvo incluso cerca de quedarse sin Juegos Olímpicos, aunque finalmente el juicio se pospuso hasta después de la cita londinense- y que podría acabar con la luchadora siendo condenada a cinco años de prisión.
Los hechos acontecieron el pasado 3 de abril. Según la acusación, Aisuluu estaba en compañía de otra deportista en una heladería de Biskek, capital del país, cuando, tras una discusión, golpeó a una chica de 17 años. La luchadora salió rápidamente a la palestra para negar los hechos y se lamentó en un diario de su país de que "la gente sabe que soy deportista e intenta provocarme con violencia casi a diario". Las versiones sobre lo ocurrido son diametralmente opuestas. La deportista aseguró que sufrió un empujón de la demandante y que acto seguido se marchó para evitar problemas, mientras que la supuesta agredida apuntó que Aisuluu se comportó de manera muy agresiva -su madre, que ha retirado su demanda inicial de 10.000 dólares por daños y perjuicios, llegó a declarar que su hija estuvo diez días hospitalizada con una conmoción cerebral y la nariz rota-.
La polémica se ha convertido desde entonces en cuestión de Estado en Kirguistán. Su imagen, idílica hasta el momento por practicar un deporte mayoritariamente masculino según la cultura de su país, por proceder de una zona rural y por compaginar la lucha libre con sus estudios universitarios de Económicas, se ha visto afectada, pero la corriente mayoritaria opina que todo es una simple estratagema para intentar sacar provecho de la creciente fama de Tynybekova ahora que aspira a colgarse al cuello una medalla olímpica que llegaría unida a una gran compensación económica, pues el Gobierno del país premiará cualquier presea que consigan sus deportistas con 200.000 dólares si es de oro, 150.000 si es de plata y 100.000 si es de bronce.
Entrenamientos La Justicia de Kirguistán dictará su veredicto el próximo 15 de agosto, pero mucho antes, hoy mismo, Tynybekova tiene ante sí otro reto, en este caso deportivo, mayúsculo, inimaginable hasta hace algunos años. Y es que Aisuluu es una rara avis en su país, hasta el punto de no poder entrenar contra mujeres de su categoría, por lo que tiene que practicar contra hombres que le sacan más de diez kilos. "En Kirguistán no hay mujeres que me puedan hacer de sparring en mi categoría, por eso entreno contra hombres, porque así gano en dureza y resistencia. Están a un nivel superior y me viene bien para mejorar", asegura la luchadora, cuyos métodos de preparación son, cuanto menos, peculiares, pues dos veces por semana acostumbra a correr 10 kilómetros diarios por un desfiladero a las afueras de la capital que tiene más de 1.000 metros de profundidad. Además, no esconde que bebe leche de yegua fermentada "porque gracias a ella puedo aumentar mi fuerza".
Tynybekova, estudiosa del Corán y de sus enseñanzas, descubrió la lucha libre a los 9 años. Hasta entonces, coqueteó con el baloncesto y con el kárate, pero su físico, acostumbrado a los rigores del trabajo en la granja familiar desde su más tierna infancia, le abrió de par en par las puertas del que iba a ser el deporte que le iba a a convertir en olímpica gracias a la aparición en su vida de su técnico Nurbek Izabekov, que apostó por ella desde el momento en el que ambos se conocieron. "Estoy encantada por la posibilidad de visitar Londres, pero no voy de turismo. Acudimos a los Juegos con el objetivo de ganar una medalla. Mi sueño desde niña ha sido aparecer en televisión, en uno de los escalones del podio, rodeada por otras grandes deportistas y con una medalla en mi cuello", asegura ambiciosa una luchadora cuya abuela materna, Akylbek Sulaimanov, ya destacó en los tiempos de la Unión Soviética en kuresh, una modalidad de lucha propia de la zona central de Asia, y que en el plazo de una semana afronta dos duros exámenes, en el deporte y en los juzgados, que establecerán si pasa a la historia como heroína, villana, ambas cosas o ninguna de ellas.