Vitoria. Pasa los inviernos preparándose en Brasil desde hace siete años, además de para huir del frío, porque le sale más barato que hacerlo en Tarifa.De paso aprende portugués y estudia Turismo, amén de ser una experta en la meteorología. La añoranza de su familia le condujo a proponerse dedicarle el oro, no cualquier medalla, a quien será su relevo, su hermana pequeña Blanca. La windsurfista Marina Alabau (31-VIII-1985,Sevilla), la pecosa de pelo rubio y piel tostada, cumplió su promesa en la clase RS:X femenino imponiéndose en la Medal Race aunque le bastaba la séptima plaza para amarrar el metal dorado por delante de la ucraniana Olha Maslivets, sin meterse en jardines y con un viento racheado con puntas de 15 nudos que le empujó viento en popa hacia la gloria.
El mar era sinónimo de los viajes estivales de Sevilla a Málaga, de las visitas a casa del abuelo en Matalascañas, de la escuela de vela que un primo suyo tenía en Ayamonte, donde descubrió su gran pasión. “Más que los barquitos me gustaba la tabla porque era más físico, emocionante y divertido”, recuerda. Tenía apenas seis años, empezó a competir cuatro después y con 13 participó ya en su primer Mundial metiéndoselo en el bolsillo. A los 16 recibió la llamada del equipo preolímpico español y desde entonces se ha proclamado campeona de Europa en cinco ocasiones (2007, 2008, 2009, 2010 y 2012), campeona delMundo en 2006, diploma olímpico en Pekín... Y el oro en los Juegos de Londres, donde recaló con el presentimiento de que iniciaba “el viaje de mi vida”. En 2008 se quedó a un palmo del podio, cuarta, perjudicada por un campo de regatas físico, con poco viento, al contrario que el del campo de regatas de Wymouth Portland, en el que ha arrasado fruto de unos exigentes entrenamientos. “Antes aborrecía el gimnasio, si bien ahora sé que tengo que machacarme. Disfruto”. Qué decir sobre la tabla, sintiendo el mástil, la aleta... Una transformación en la que influyó su técnico y pareja sentimental, el francés Alex Guyader. “Tiene gran carácter, al principio no resultó nada fácil”, reconoce él.
Alegre y Disciplinada Alabau tiene otra afición: dormir muchísimas horas al día, de modo que le apodan la bella durmiente. “Es muy estricta con las horas de sueño e intenta que se respeten al máximo”, explica la médica del conjunto estatal de vela, Mari Carmen Vaz, que complementa el trabajo del preparador físico Diego Quintana y el fisioterapeuta Luis Morales.“Marina es disciplinada, pero a la vez alegre y gran compañera, amiga de quienes le rodean en la convivencia diaria”, coinciden. Alterna su residencia entre Tarifa, cuna de su especialidad, y Santander por ser sedes de sus entrenamientos, y llegó a Weymouth con la estrella de saber que allí, a unos 200 kilómetros al sur de Londres, reinó en la cita mundialista de 2009 o el primer puesto el curso pasado en la Skandia Sail for Gold. Pese a su prolijo palmarés, se tuvo que ganar el sitio olímpico en una dura pugna con Blanca Manchón, paisana y del mismo club, el Náutico de Sevilla.
La clase RS:X se trata de una tabla de windsurf, estrenada en los Juegos de Pekín, sustituyendo al Mistral, con la característica de ser ligera y rápida, diseñada por Jean Buldoires, construida en la isla Sandwich, con carbono y kevlar para así reducir su peso. Sin embargo, todo apunta a que en Río de Janeiro esta modalidad desaparecerá a cambio del kitesurf, decisión que apoyó la Federación Española de Vela aunque, según ella, por error. Ello obliga a Alabau a plantearse su porvenir. “Hasta noviembre no habrá postura definitiva sobre esto, así que ya veremos, pero claro que me atrevería con el kite”, dice. Habrá que esperar, porque ni siquiera se sabe si se disputaría en la modalidad de racing o de freestyle, ésta ultima la gran especialidad de Gisela Pulido, ocho veces campeona del mundo.
Marina contó además ayer con un confidente en el camino hacia su sueño. Xabi Fernández le conminó a que saliera a por todas, sin dejar un solo resuello que luego lamentara. Asintió, soltó toda la adrenalina que llevaba en su interior y conquistó el primer oro de la delegación española. El que le prometió a tata Blanca, la que quiere seguir sus pasos.