Londres. La gimnasia femenina estadounidense se desquitó de años de sinsabores olímpicos y ganó sin que nadie le hiciese sombra el oro por equipos de Londres 2102, el primero en esta disciplina desde el que consiguió en los últimos Juegos disputados en su país, los de Atlanta'96. Desde entonces, Rumanía en dos ocasiones y China en 2008 se habían hecho con los títulos olímpicos y las norteamericanas se habían tenido que conformar con un bronce y dos platas.
Pero ayer, en el North Greenwich Arena londinense, un equipo sin fisuras compuesto por Gabrielle Douglas, Alexandra Rasman, Kyla Ross, McKayla Maroney y la campeona mundial individual Jordyn Wieber tomó por derecho el primer lugar del podio, con 183,596 puntos y una diferencia sideral de 5,066 sobre Rusia (178,530). Rumanía se hizo con el bronce con 176,414 puntos y China, que defendía el título olímpico, ocupó el ingrato cuarto puesto.
EEUU y Rusia, campeón y subcampeón mundial, reprodujeron estas mismas posiciones en la final olímpica. Pese a que las rusas llegaron a mitad de competición con opciones de preocupar a sus rivales, en los dos últimos aparatos sucumbieron ante la aplastante seguridad de estas.
Jordyn Wieber marcó la pauta a su equipo abriendo el concurso con una ejecución sin tacha en asimétricas. Pero si hay que poner nombre y apellido a la medalla estadounidense, quien más se lo merece es Gabrielle Douglas, única que hizo los cuatro aparatos y espléndida en todos ellos. En salto la superó Maroney, la nota más alta de la jornada con sus 16,233.
Las rusas, que fueron cuartas en Pekín pero luego campeonas y subcampeonas en los dos mundiales disputados desde entonces, entraron en la tercera rotación a 399 milésimas de las norteamericanas, con las que compartían aparato. Quedaban la barra y el suelo.
En la primera EEUU no hizo sino aumentar su ventaja, que se fue hasta los 1,299 puntos. Douglas estuvo brillante, mientras que la rusa Victoria Komova, subcampeona mundial, tuvo varios desequilibrios y una mala salida.
En suelo estuvieron también las rusas muy desacertadas, hasta rematar con una aparatosa caída de Ksenia Afanaseva por falta de altura en la última diagonal. El resto del equipo hacía tiempo que lloraba en su rincón. Douglas, Wieber y Raisman sellaron el triunfo cerrando la competición en el suelo sin mayores problemas.
Rumanía no consiguió que sus tres jóvenes debutantes estuvieran a la altura de dos veteranas como Sandra Izbasa y, sobre todo, Catalina Ponor, la triple campeona de Atenas 2004 que se retiró en 2007 y regresó a la competición en 2011. El seleccionador apostó de entrada en las asimétricas por las tres pequeñas, en un aparato en el que la mayor altura de las gimnastas dificulta la ejecución. Diana Bulimar (1,40 m.), Larisa Iordache (1,50) y Diana Chelaru (1,50) no asumieron excesivos riesgos para tratarse de una final olímpica y lo pagaron caro.
Ponor subió las revoluciones en la barra, el aparato en el que parece vivir y sobre el que saltó, giró y paseó sus 160 centímetros como si estuviera en una avenida. Gracias a ella y a Izbasa (1,67), brillante en suelo, el equipo pasó de la ultima plaza de la final a la última del podio, bronce al fin y al cabo.
China no estuvo nunca cerca de ser capaz de repetir el título de cuatro años atrás. Una caída de Den Linlin de la barra de equilibrios y una salida del tapiz de Huang Qiushang en suelo fueron suficientes para conducir su concurso hacia la lucha, como máximo, por el bronce, que también cedieron finalmente. La campeona olímpica de asimétricas, He Kexin, volvió a ser la mejor en esta especialidad -empatada con Komova- con su escalofriante rutina, pero al equipo no le valió de mucho.
Canadá terminó en quinta plaza y Gran Bretaña, novena en Pekín 2008, en la sexta.