Jesse Owens, el héroe de Berlín.
Paavo Nurmi, el finlandés volador.
De Paavo Nurmi a Usain Bolt
Owens, Zatopek, Bikila, Latynina, Comaneci o Lewis ilustran la gloria olímpica
igor santamaría
EL historial olímpico está plagado de marcas y acontecimientos que siempre quedan relegados por nuevas gestas y héroes, pero un buen puñado quedaron grabados eternamente en la memoria, los encargados de escribir una historia que además trasciende de los registros para ceñirse en la figura que representan. Si los primeros Juegos fueron posibles merced a la generosidad del magnate griego Georges Averoff, que donó un millón de dracmas para la causa, la primera gran figura responde al nombre del finlandés Paavo Nurmi (Turku, 1897-Helsinki, 1973), el atleta con más medallas -y más oros- y el tercer deportista con más metales, únicamente superado por Larisa Latynina y Michael Phelps. Participó en Amberes'20, París'24 y Amsterdam'28 y demostró hasta qué límites del sufrimiento podía llegar el hombre con doce preseas -nueve oros y tres platas-, repartiéndolas por diferentes pruebas. Y es que hasta en nueve distintas disciplinas amarró el metal, más allá de los récords mundiales que batió, más de 25 en distancias tan variopintas como el mediofondo o los 20 kilómetros.
Llegaría más adelante Jesse Owens (Oakville, 1913-Tucson, 1980) para echar abajo en Berlín'38 la creencia de que los Juegos estaban destinados a la supremacía aria. O, al menos, eso pensaban Adolf Hitler y los nazis. El atleta negro se encargó de negar tal extremo través del esfuerzo y de su portentosa actuación en la capital alemana, donde ganó cuatro oros. En este capítulo de dioses figura también Emil Zatopek (Koprivnice, 1922-Praga, 2000), cuya forma de correr nunca fue muy ortodoxa. Siempre daba la sensación de que iba al límite, que en cualquier momento se iba a desplomar. Pero, bajo ese estilo agónico se escondía una máquina de devorar kilómetros a una velocidad sobrehumana, que le sirvió para llevarse al bolsillo cuatro oros, una plata y batir durante su carrera 28 mejores marcas mundiales en nueve especialidades distintas y estar seis años imbatido, recibiendo el apodo de la locomotora humana. Por su parte, el primer gran héroe africano llegó desde Etiopía. Abebe Bikila (Jato, 1932-Addis Abeba, 1973) tuvo el honor de conquistar el primer oro para su continente en unos Juegos al ganar descalzo la maratón con récord planetario y de repetir éxito cuatro años más tarde en Tokio, también bajando la plusmarca mundial. Puso en un primer plano la capacidad de África, y lo hizo en un país que, bajo el régimen de Mussolini, había sido el opresor de su pueblo.
La precursora de la gimnasia femenina moderna fue Larissa Latynina (Ucrania, 1934), quien hasta la exhibición de Michael Phelps en Pekín 2008, ocupaba el primer puesto en el medallero histórico de los Juegos. De hecho, aún ostenta el récord de ser la persona con mayor número de metales con 18 (nueve de oro, cinco de plata y cuatro de bronce), cosechados entre Melbourne'56, Roma'60 y Tokio'64. Con 30 años le llegó el relevo a través de la checa Vera Caslavska, quien le ganó el concurso general. Con todo, Latynina continúa siendo la única mujer que ha ganado medalla del concurso individual en más de dos Juegos Olímpicos y también la única que, en ellos, ha ganado una prueba -suelo- en tres ocasiones (1956, 1960 y 1964). Es una de las únicas tres mujeres que han salido victoriosas en todas las pruebas individuales, bien en Mundiales, Europeos o Juegos. Derroche de talento que sin embargo no esconde que la gimnasta más afamada hasta incluso hoy sea Nadia Comaneci (Rumania, 1961). No por su número de preseas, sino por su manera de conseguirlas. En Montreal'76, donde ganó tres metales de oro, uno de plata y uno de bronce, se coronó como la reina al obtener hasta siete dieces, algo nunca visto en la historia de la gimnasia. Los marcadores electrónicos solo tenían un dígito para los números enteros y dos para los decimales, por lo que tuvieron que escribir un 1.00, y es que los jueces quedaron maravillados con sus movimientos gráciles e infantiles.
Mientras, a Mark Spitz (California, 1950) se le recuerda como el torpedo. Gracias a sus prestaciones en la cita de Múnich'72 ocupa de por vida un puesto entre los más grandes. Logró la escandalera de siete oros en otras tantas pruebas disputadas, algo que nadie había hecho... de nuevo hasta la irrupción de Phelps. Y lo acompañó de otros tantos récords mundiales. Pero hablar de los Juegos Olímpicos es hacerlo de Carl Lewis (Kansas City, 1961). Bajo el nombre adoptivo de hijo del viento por su velocidad en el hectómetro y su imponente salto en longitud, dominó durante los años ochenta y se mantuvo en la élite en los 90 hasta que se retiró tras los Juegos de Atlanta con un suculento botín de diez medallas, de las que nueve fueron doradas. Con 35 años y contra todo pronóstico, ganó por cuarta vez consecutiva el oro en longitud. Solo el lanzador de disco Al Oerter y el regatista Paul Elvstrom lo habían logrado en sus respectivas materias. Se erigió en el primer hombre en bajar de los 9.90 con una marca de 9.86 y batió el récord mundial de longitud de Bob Beamon vigente desde 1968 en el Mundial de Tokio'91, si bien fue superado justo después por Mike Powell.
El estadounidense James Connolly pasó a la historia como el primer campeón olímpico al ganar la primera disciplina disputada, el triple salto. Para el país organizador el instante cumbre de los Juegos de 1896 llegó con el triunfo de Spiridon Louis en la carrera de maratón, que siguió la ruta cubierta por Filípides en el año 490 antes de Cristo. En los últimos, los de Pekín 2008, engrosaron la nómina de ilustres el mencionado Phelps, con ocho oros y siete récords del mundo, y el jamaicano Usain Bolt, con tres oros y otros tantos registros mundiales. Fueron los primeros en ser producidos y transmitidos en su totalidad en televisión de alta definición, siendo vistos por más de 4.000 millones de personas, a nivel mundial. Los de Londres, la primera ciudad en la historia que va a acoger por tercera vez este gran acontecimiento deportivo tras ser sede en 1908 y 1948, aspiran ahora a inmortalizar a sus leyendas en 3D.
Nadia Comaneci, la niña 10.
Emil Zatopek, la 'locomotora' poco ortodoxa.
Abebe Bikila, el campeón descalzo.
Mark Spitz, el 'torpedo' humano de la natación.
Larissa Latynina, reina del podio.
Carl Lewis, el 'hijo del viento'.