No han comenzado aún los Juegos Olímpicos, el deporte no ha tomado todo su protagonismo y ya se han desatado en torno al evento algunas tormentas por razones sociopolíticas. Y es que algunas delegaciones están de lo más susceptibles. El lío más gordo surgió con la amenaza de retirada de las futbolistas de Corea del Norte cuando vieron que junto a sus caras aparecía en el videomarcador la enseña de sus vecinos y enemigos de Corea del Sur. Ayer, fueron los taiwaneses quienes se indignaron y protestaron con todo su aparato, que incluye a los estudiantes residentes en Londres, por la desaparición de su bandera de la calle Regent Street donde están colgadas las otras 205 de los países participantes en los Juegos. Colocar la del comité olímpico del país ha sido el apaño provisional.

Ucrania elevó sus quejas porque en la página web oficial de los Juegos se hace constar que varios de sus atletas nacieron en Rusia e, incluso, se califica al país como región. "Es un error torpe incluso desde el punto de vista de la gramática inglesa", intervino el ministro de Exteriores ucraniano. También Georgia protestó ya que las fichas oficiales sitúan en Rusia a las regiones de Osetia del Sur y Abjasia, que están en disputa entre ambos países.

Y hablando de banderas, Pau Gasol, que portará hoy el estandarte de la delegación española, llegó ayer por la tarde a la villa olímpica sin la preceptiva acreditación ya que el documento no pudo ser reconocido por los sistemas informáticos de seguridad. Lo mismo les ocurrió a Fernando San Emeterio y al delegado Alberto Pérez. Y sin acreditación nadie puede moverse por los recintos olímpicos, por mucho que mide 2,13 metros y se reconocible.

Fallos involuntarios o simples descuidos, el Comite Organizador y el COI han tenido que desplegar todas sus habilidades diplomáticas para apagar fuegos que han aparecido por varios frentes. Sebastian Coe ha prometido que todo estará en orden a partir de hoy. Más le vale porque la política cada vez está más metida en los Juegos Olímpicos.