Chartres. Al final de la rueda de prensa, a Bradley Wiggins le piden que diga al menos tres palabras en francés con las que refleje su estado de ánimo tras ganar el Tour. Primero, responde que no, pero como le insisten, acaba explicando que no es posible, que lo siente, pero que cómo va a expresar lo que siente en francés, un idioma que no domina, si ni siquiera se siente capaz de hacerlo en su propia lengua. Está desbordado el londinense, un tipo mordaz que antes de despedirse pide disculpas a la prensa. "Me he entrenado duro para ganar el Tour, pero nunca lo he hecho para gestionar a los medios de comunicación". Luego sonríe. Es su humor. Inglés.
Chris Froome dice que este Tour que acaba de ganar es el mayor logro de un deportista británico en toda la historia.
Escuché lo que dijo Chris y me sorprendió. Me ha llegado al alma. Hay muchas personas a las que admiro y él es una de ellas. Soy consciente de que lo que he hecho es importante porque amo este deporte desde que era un niño, pero el éxito no me ha caído del cielo. Para conseguirlo he trabajado lo que nadie puede llegar a imaginarse. De todas maneras, no sé si este es el mayor logro del deporte británico o no, pero me importa bien poco. No me preocupa lo que digan los demás de mí. No puedo evitar las preguntas y que la gente trate de saber lo que pienso, pero intento siempre mantenerme a distancia.
El perfil de los últimos ganadores de Tour es el de un hombre al que el pasado le ha endurecido y eso le ha llevado a superarse hasta alcanzar la cima de este deporte. Armstrong, Contador o Evans son un ejemplo. ¿A usted también le impulsó la desdicha?
Cada uno tenemos nuestra propia historia. Yo he vivido la mía. Me han pasado cosas. El año pasado me fui a casa con una clavícula rota y en 2010, después de ser cuarto en 2009, sufrí una de las desilusiones más grandes de mi vida. Esas cosas te hacen más fuerte. Este año he visto a Evans sufrir mucho, pero cuando el año pasado ganó y estaba tan feliz en París yo me decía que quería sentir lo mismo que él. Eso me inspiró.
¿Qué siente ahora? Nunca antes se había mostrado tan emotivo.
En los últimos diez kilómetros de la crono iba pensando en todo el sacrificio que he tenido que hacer para llegar aquí: los esfuerzos de la familia, de mi padre cuando era un niño, de mis abuelos que fueron los que me criaron… Mi padre murió hace dos años cuando yo estaba en el Tour. Fue duro. Ahora yo soy el que se ocupa de una familia. Tengo a mi mujer y a mis hijos y esta es la mejor manera en la que les puedo devolver toda su comprensión y sacrificio. Cuando yo era niño soñaba con ganar un día el Tour, pero en aquel momento no sabía cuántas posibilidades tenía un chico de Londres de conseguirlo. Ha sido un camino increíble. Todo mi entorno me ha visto crecer. He pasado por altos y por bajos, por picos y valles, hasta llegar a ganar el Tour. No puedo explicar mucho mejor lo que siento.
¿Es algo cercano a la felicidad?
¿La felicidad? Puede ser. Pero hay un sentimiento que tengo más presente que la felicidad y es el sentido de la realidad. Quiero mantener los pies en el suelo y para eso me repito a diario que esto solo es deporte. Aquí no se muere nadie. Hay cosas en la vida que significan más para mí. El deporte es mi carrera, no mi vida.
¿Cómo cree que le recibirán en Inglaterra?
No lo sé. Durante tres semanas estamos en una burbuja. No nos enteramos de mucho. Estamos protegidos del mundo exterior. De algo me entero a través de las redes sociales y he recibido algunos mensajes sorprendentes como los de Steve White. Es increíble. Eso me da una idea de lo que me espera. El deporte puede llegar a ser una gran fuente de inspiración.
¿Se considera ahora una leyenda?
Vale, el Tour es lo más grande en el ciclismo y no hay muchos ciclistas que lo hayan ganado. Esta es una lista de elegidos, algo muy especial y exclusivo. Y yo soy el primer británico que figura en ella. He superado a gente como Robert Millar o Simpson, tipos a los que admiraba cuando era niño. Para mí eran héroes a los que solo podía seguir a través de las revistas especializadas. En cambio, yo solo soy Bradley Wiggins. No me imaginaba que mi nombre figurara junto a los elegidos, junto a Eddy Merckx. Soy consciente de ello, pero no voy a dejar que esto me cambie ni una pizca. Gran parte de la cultura británica de hoy en día se basa en hacer famosa a gente que no hace nada. Yo quiero que el público vea lo que me ha costado alcanzar el éxito y entienda que la vida es así, que para llegar lejos hay que sacrificarse. Voy a volver a casa con los pies en el suelo. No quiero perder el sentido de la realidad. Ganar el Tour está bien, pero es deporte. La vida es mucho más importante.
Dice que para ganar el Tour le inspiró la felicidad de Evans. ¿Hubo otros sentimientos que le guiaron como la ira, el odio o la rabia?
La ira no, en ningún momento. Es un sentimiento que no me sirve de guía. Es mi amor por el deporte el que me marca el camino. También el respeto. Pero, sobre todo, nunca pierdo la referencia de mi infancia. En mi habitación había un montón de pósters de Indurain y otros ases del ciclismo. En el colegio todos jugaban al fútbol, pero para mí el ciclismo era mi vida. El sueño de aquellos niños era levantar la copa de la liga o de Europa mientras yo me decía: "Si pudiese correr algún día el Tour sería increíble". Haberlo hecho y haberlo ganado es impresionante. Hay que tener objetivos en la vida. Lo que he conseguido hoy es tangible y lo he hecho a base de números, pero cuando he llegado a la meta he entendido lo que significan todos esos números. Lo he sentido.
En los últimos días de los Pirineos se avivó la polémica entre usted y Froome, sobre quién de los dos era el más fuerte y quién debería ser el ganador del Tour. ¿Seguirá vigente ese asunto ahora que se ha acabado la carrera?
Seguro que muchos esperan que haya algún tipo de historia que contar al respecto. Pero no hay tensión ni problemas entre él y yo. Hemos sido buenos gracias al trabajo de grupo. Y quizás el año que viene sea Chris el elegido para ganar el Tour.
El dominio del Sky ha sido tan aplastante que hay quien dice que este es un Tour aburrido, aunque también lo decían de Indurain.
No lo comparto. La victoria de Indurain en el 94 fue muy emotiva. Lo que pasa es que no todos podemos ser Pantani. Igual la gente esperaba que yo atacara en los puertos, pero yo no puedo hacer eso. Creo que estos Tours de los últimos años son más humanos. Los años 90 fueron fantásticos, pero eso ya no es realista. El ciclismo ha cambiado. Esto va de hidratase bien, irse pronto a la cama, ser estricto con la dieta y los entrenamientos… Los detalles son importantes. Aquellos que dicen que es un Tour aburrido, que lo sigan pensando. Quizás es que están más interesados en el mundo de las drogas.