Brive-La-Gaillarde. Conquistado en los Pirineos, ninguna imagen más simbólica que la de el líder rodeado de sus fieles en la cima del Tourmalet, Wiggins cierra hoy en la crono de Chartres -53 kilómetros- el primer Tour inglés de la historia sobre un recorrido llano, a su medida, donde nada tiene que perder, salvo catástrofe, y sí algo que ganar para envolver de prestigio una victoria empañada por la superioridad de Froome, su gregario más fiel, en la montaña. El keniano, dicen, podría haber ganado el Tour si no hubiese estado sujeto por la jerarquía en el Sky, un equipo inventado para que Wiggins, icono inglés, desfile este domingo de amarillo en los Campos Elíseos. Puede ser, pero como no ha ocurrido, la clasificación refleja una realidad que dice que Froome, demasiado lejos de su jefe, 2:05, como para pensar en un desenlace rocambolesco, sale hoy a defender un segundo puesto que tiene amarrado con 36 segundos de ventaja sobre Vincenzo Nibali, a quien ya superó en la primera crono de Besançon donde fue segundo a poco más de medio minuto de Wiggins.
El líder vuelve a ser el favorito para ganar la etapa, sellar así el Tour y algunas bocas y enfilar orgulloso el tramo final hasta París. Hay poco más en juego. No peligra el tercer puesto de Nibali, que tiene más de tres minutos de ventaja con Van den Broeck, un escalador que, a su vez, mira de reojo a Tejay Van Garderen, el mejor joven y un enorme contrarrelojista, situado a 2:37 del belga. El sexto puesto de Evans no está en riesgo, pese a que tiene a Zubeldia a 14 segundos, mientras que el usurbildarra, sufriente en los Pirineos, no piensa en nada que no sea "salir a tope y que pase lo que tenga que pasar".