FOIX. Ausente en el Tour y, claro, en los Pirineos, Samuel Sánchez aprovecha el domingo para sentarse en el sofá de su casa de Oviedo y ver el Gran Premio de Italia, las motos, la velocidad, su otra pasión. Los motoristas también se caen y se rompen, piensa, quizás, Samuel. Y se levantan, se lamen las heridas, pasan por el taller y vuelven a subirse al caballo. En eso está el líder de Euskaltel-Euskadi, corneado en el Tour hace una semana y, desde entonces, alejado de la carretera. Estos días ha estado haciendo rodillo, pero hoy mismo volverá a posarse sobre el asfalto para, inmediatamente, saber si está en disposición de defender el oro olímpico de hace cuatro años en Pekín en la cita de Londres. Queda poco: la prueba en línea se disputa el día 28. Por eso, Samuel no esperará más de tres días, hoy, mañana y pasado, para decidirse. "Si no soy capaz de estar tres horas sobre la bicicleta, de nada sirve que vaya a Inglaterra", dice. Le sigue molestando la mano, la fractura del metacarpiano que, obviamente, no ha soldado todavía y le impide echar mano de la maneta derecha con normalidad. "Si eso no mejora, no tendré la seguridad de que puedo frenar con normalidad y así no se puede ir a ningún lado", asegura.

De todas maneras, no es la mano lo que más preocupa al campeón olímpico, sino el hombro que también se dañó en el accidente de hace una semana en las montañas Jura. "Aún me molesta al intentar hacer el juego, pero quiero comprobar cómo reacciona sobre la carretera". Para intentar sujetar la zona lo mejor posible, Samuel ha encargado al fabricante alemán de ropa de compresión Juzo que le diseñe una de sus camisetas a medida que están hechas con hilo de plata. Si finalmente renuncia a los Juegos, el ovetense piensa con ambición en el final de temporada y habla de objetivos apetecibles y suculentos como la Vuelta a Gran Bretaña, Pekín, Giro de Lombardía y, por supuesto, el Mundial de Holanda.