Cuando sale del hospital de Belfort, Samuel Sánchez lleva en la mano el parte médico que registra la primera fractura de su vida, la del metacarpo de la mano derecha. El informe del dolor lo completan un traumatismo sin fractura en la espalda y una contusión importante en el omóplato. De cómo se hizo todo eso no se acuerda demasiado. Dice que hubo un frenazo, que echó de maneta pero que alguien le empujó por detrás y salió disparado por encima del manillar. Que luego, sabe que perdió un poco la consciencia. Y que lloró a rabiar antes de tumbarse en la ambulancia. Luego, dejó de lamentarse. No sabe si podrá recuperarse para defender su título olímpico en Londres, ni tampoco si correrá la Vuelta, pero sí que el ciclismo merece la pena por cosas tan simples como una llamada. Nada más acabar la etapa, cuando Samuel viajaba hacia el hotel, le telefoneó Ivan Basso para saber cómo estaba. "Esas cosas son acojonantes", dice el líder de Euskaltel-Euskadi tras abandonar el Tour.

¿Cómo se encuentra?

Bien, intentando tirar para adelante. No puedo hacer nada más. Cuando las cosas vienen así hay que asimilarlo y olvidar lo que ha pasado.

Parece que ha masticado el drama rápido y bien.

Al final, trece años de ciclista te hacen entender que en el ciclismo las cosas vienen como vienen y no se puede hacer nada para evitarlo. En todo ese tiempo nunca me he roto nada y alguna vez tenía que ser la primera. Y ni tan mal, en principio solo es la mano, aunque la espalda me duele y tendremos que ver si tengo algo más de lo que se ve en las primeras placas que me haré cuando llegue a casa. Pero no puedo hundirme pensando en eso. ¿Qué le puedo hacer yo?

Ahora nada, ¿pero en carrera no pudo evitar la caída? ¿Qué ocurrió?

Hubo un frenazo. Para no embestir al de adelante frené y creo que me pegaron por detrás porque salí por orejas, por delante de la bicicleta. No lo sé seguro, pero tuvo que ser algo así porque tengo un golpe en la espalda tremendo. Luego, golpeé el suelo de mala manera y alguien se me cayó encima de la mano. Me la debieron coger mal. Sentí enseguida que no había sido una caída más. El ciclista tiene algo instintivo que le dice cuándo hay algo roto. No hice ni amago de seguir.

¿Sabe que perdió la consciencia durante unos momentos?

Sí. Sé que me mareé. Luego vi que el casco estaba golpeado. Me debí de dar también en la cabeza. Solo sé que no me podía ni mover.

En la ambulancia lloró un poco. ¿De rabia?

No lloré un poco, sino mucho. ¿Cómo no voy a llorar? Lloraba porque yo sabía de lo que era capaz en este Tour, por la pérdida y porque lo que podía conseguir era muy grande. Si estás hecho una mierda y te vas para casa con un golpe, pues te vas, pero con todo el Tour por decidir, con una etapa que me venía muy bien y cuando creo que iba a empezar a encontrar mi sitio… Ya ves, no hay mal que por bien no venga.

¿Hay algo bueno en todo esto?

Siempre digo que es de estas cosas de las que se aprende, y no del Tour 2011, donde todo me salió bien. De allí, ni yo mismo saco una lección. De este Tour, sí.

¿Cuál?

Que en el Tour nunca puedes bajar la guardia. Yo no he dejado de repetirlo durante todo este tiempo. Si antes lo digo... Esto también puede servir para valorar lo que logramos el año pasado. Lo que se hizo entonces fue muy grande y quizás no se le dio la importancia que tenía.

Y mire que las cosas iban bien el viernes por la mañana. Luego…

Todo se torció. Pese al varapalo del viernes, donde perdimos a Mikel (Astarloza), Amets (Txurruka) y, prácticamente, a Gorka (Verdugo), el sábado fue un día bueno para mí. Es cierto que me dejé 1:30, pero las sensaciones habían sido buenas. Sabía que iba a ir a más. No me preocupé. Ni el equipo ni yo. Pero no se puede pensar en lo que hubiese sido, sino en lo que ha pasado.

¿No ha pensado en lo que ha perdido?

En cuanto me caí. Cuando estás en el suelo y no puedes seguir, en ese mismo momento ya eres consciente de lo que pierdes. Luego vas tragando saliva y van ocurriendo cosas que te levantan la moral.

¿Por ejemplo?

Cuando he salido del hospital e iba para el hotel me ha llamado Ivan Basso. Me ha parecido acojonante. Tenemos muy buena relación, pero que nada más acabar la etapa piense en mí y me llame… Estaba muy disgustado. Me decía que sabía lo que me había costado preparar la carrera y que le dolía verme fuera del Tour. Antes de colgar me ha dicho que estaba ahí para lo que quisiera.

Nada más acabar la etapa, Luis León Sánchez ha ido a preguntar por usted al autobús de Euskaltel.

Eso es lo guapo de esto. Yo le preguntaba a él todos los días qué tal iba.

¿En qué piensa ahora?

En recuperarme y ver hasta dónde alcanzan las lesiones para saber si puedo ir a Londres, a la Vuelta… Pero primero es la salud. Tengo que ver realmente cómo estoy y, a partir de ahí, valorar. Para los Juegos tengo que hablar con el seleccionador y ver si él cuenta conmigo. Me parecería lógico que él también opinase sobre el asunto.

¿Teme que no se pueda recuperar para los Juegos?

Lo que más preocupa no es el metacarpiano, sino el juego del hombro. Ahora lo tengo inmovilizado y temo que tenga los ligamentos tocados. Hasta que no hagamos un Tac no puedo decir nada. Veremos.

En todos estos años apenas se había ido al suelo, pero esta temporada lleva ya tres caídas graves.

Caer me he caído muchas veces, lo que pasa es que hasta hoy nunca me había roto nada. Es la primera fractura en toda mi vida. Ya dicen que en el deporte está permitido caerse pero es obligatorio levantarse. O algo así. Lo primero ya lo he hecho, ahora, me queda lo segundo.

¿Salir del Tour de esta manera le obliga a regresar en 2013?

No me obliga a nada. Y, de todas maneras, no es momento para pensar en el año que viene. Antes del Tour todo el mundo me preguntaba por los Juegos y yo les respondía que primero había que acabar el Tour y que luego ya veríamos. Ahora mira cómo estamos. Y el resto del equipo olímpico no anda mejor. Freire, Rojas, Alejandro…

La llaman la maldición del equipo olímpico.

Y el Tour aún no ha acabado...