Champagney. Con los años, Amets Txurruka (Etxebarria, 1982) se ha acostumbrado a la mala costumbre de hacer la maleta antes de tiempo en el Tour, la carrera en la que debutó en 2007 y acabó siendo el ciclista más combativo. Luego ha dejado tres veces la prueba con la clavícula rota. Tras volver a pasar por ese trago tan amargo, se levanta por la mañana en el Novotel de Nancy y cuando baja al vestíbulo dice no saber qué dolor es más intenso, si el del hueso astillado, o el del alma. "Me da por el saco que me pase tantas veces lo mismo". Luego, espera a que venga el coche para llevarle al aeropuerto. Le acompaña en el viaje Mikel Astarloza, que anda con el brazo escayolado y de triste que está, él, siempre tan risueño, contagia la pena. "Llevaba dos años esperando volver al Tour", lamenta.
¿Recuerda lo qué ocurrió?
Yo había ido toda la semana detrás, tranquilo, dejando incluso cinco metros de seguridad con el pelotón por si pasaba algo como esto. Ayer -por el viernes-, también iba dejando sitio. Iríamos a 70 por hora o más, y, de repente, escuché el ruido que hacen las bicicletas al chocar. Igual había 20 o 30 por el suelo. Yo frené, derrapé un poco y me dieron de atrás. Un segundo después estaba en el suelo.
Dicen que la escena era dantesca.
Increíble. Había bicis enredadas, gente tirada por el suelo… Exagerado. A uno del Cofidis le caía sangre por todos lados. Mira Gorka (Verdugo) tenía una brecha en la tibia impresionante. Luego, por la tarde, me la quiso enseñar, pero le dije que no quería ver algo así.
¿Sintió enseguida que se había partido la clavícula?
Me caí y sentí algo, pero cuando me levanté, probé y podía girar el brazo. Pensé que me había librado, pero antes de coger la bici ya le dije a Tomás -el mecánico de Euskaltel- que creía que tenía algo. Ya cuando cogí la bici y me fui a apoyar supe que me la había roto.
Pero siguió.
Tiré para adelante apoyando lo justo. Cuando llegó Gerri con el coche y me preguntó le dije que estaba rota. El médico me decía que igual no, que podía ser el dolor de la rotura anterior, pero yo sabía lo que había pasado. Reconozco ese dolor.
Quedaban 25 kilómetros, ¿en qué pensaba?
Iba descontando el tiempo, a ver si llegábamos cuanto antes. Había momentos en los que me preguntaba a dónde iba, que era en balde seguir porque no iba a poder salir al día siguiente. Pensé en subirme al coche, pero vi que quedaban solo quince kilómetros y tiré. Acabas por acabar, por si acaso, pero en realidad sabes que lo que ha pasado no tiene solución.
¿Ha dormido algo por la noche?
Lo que he podido. Hasta las 6.00. Luego no he podido coger postura.
¿Qué le dolía más, la clavícula o el alma?
Las dos. Estaba fastidiado, pero no quiero darle más vueltas. Otras veces ya lo he hecho y no ha servido para nada.
Es la tercera clavícula que se rompe en el Tour.
Y la quinta de mi carrera. La primera, en Mallorca en mi primer año en Euskaltel. Otra me la partí en la Vuelta al País Vasco. Y las otras tres aquí, en el Tour. No sé si tengo los huesos frágiles o las caídas son duras y tengo mala suerte.
¿El Tour es injusto con usted?
El Tour es el Tour. Para todos.
¿De las tres que se ha roto, cuál le ha dolido más?
La peor fue la de 2010. Ese año ya me había roto la clavícula en la Vuelta al País Vasco, pero pude recuperarme para el Tour y nada más empezar voy y me la vuelvo a partir. Trabajé mucho para volver a estar en forma. Aquello me hundió bastante. Esta vez es distinto. Vengo de hacer el Giro, tampoco esperaba correr el Tour y no siento que sea un drama.
¿Se acaba acostumbrando uno a estas cosas?
No, para nada. Es lo que, precisamente, me da por el saco. Estoy desesperado, desmoralizado, todo. No es normal que sean ya tantas veces. Pero lo asumo. Horrillo me dijo una vez que tenía dos posibilidades: pasar los quince días de recuperación amargado o darle la vuelta y tratar de disfrutar. Con la primera no, pero ahora entiendo que no hay vuelta atrás.
¿Le ha cogido manía al Tour?
Algo sí, aunque ahora lo que más siento es rabia. Esto no pasa en otras carreras. Ayer mismo -por el viernes-, en la neutralizada ya hubo una caída. La gente no sé si va tensa, nerviosa o… No es normal lo que pasa en el Tour.
¿Cuánto duele hacer la maleta antes de tiempo?
Es jodido. Cuesta llegar aquí y ahora me voy con la sensación de que no he aportado nada. He pasado toda la semana esperando a que llegue la montaña para trabajar y ni siquiera he llegado. Siento que dejo al equipo tirado.
¿Qué le ha dicho Samuel?
Que es una pasada lo que me está pasando, pero que esté tranquilo. Ha intentado animarme.
Con usted se va Astarloza y el pobre Verdugo sigue a duras penas.
El equipo se queda cojo. Al final, tres bajas se nota. Más aún cuando los que nos vamos teníamos que empezar a hacer nuestro trabajo ahora, en la montaña. Eso es lo que más rabia me da.