Vitoria. POR las lesiones sufridas a lo largo del curso, o porque sus piernas llegaron más descansadas, pero también porque se cuidó al máximo, Cesc Fàbregas, más fino que nunca antes en su carrera, se ha convertido en talismán y, desde luego, pieza indispensable para Del Bosque, entregado al falso delantero. En Viena'2008 marcó la pena máxima que apeó a Italia; y en Donetz, contra Portugal, metió a España en la final plasmando el déjà vu que presintió horas antes, susurrando a la pelota cuando la depositó en el punto fatídico y prolongando su idilio con la tanda de penaltis. "La historia ya la hemos hecho, el domingo -por mañana- haremos más que historia si ganamos. Daremos todo hasta el final para pasar grandes vacaciones, descansar para venir el año que viene con muchas fuerzas y, sobre todo, para celebrar la victoria con los familiares y toda la gente que nos espera", verbalizó ayer el de Arenys.
"No tiraba un penalti desde los 15 años", reconoció hace cuatro años, cuando Aragonés le dijo aquello de "¡el último lo tira usted!". Esta vez iba a ser el encargado de chutar el segundo pero el presentimiento que guardaba convenció al técnico salmantino. "El quinto, el quinto", le insistió el jugador, que suplicó a la pelota otra vez: "No me falles". "Fue intuición y sabía que por los buenos recuerdos y la confianza podía llegar a terminar de la misma forma. Tuve seguridad, tenía esa intuición de que podía llegar a pasar lo mismo que en 2008. Pero el penalti de Ramos fue un punto de inflexión en la tanda, sirvió para meter mucha presión a los portugueses", recordó.
Fàbregas incidió en que los mayores problemas que puede ocasionarles Italia llegarán a través de "los delanteros y de Pirlo. Nos tenemos que centrar en la preparación y en el entrenamiento. Balotelli será por supuesto una amenaza, como lo es Cassano, y habrá que intentar desactivar a su delantera y a Pirlo, que son los que controlan el juego italiano". Con todo, confía en la varita mágica de Iniesta: "Se supera en cada partido. Tiene creatividad, conducción de balón, último pase y en los últimos años ha crecido de cara al gol. Necesitamos que coja la responsabilidad durante el partido y a nivel de ataque es la referencia del grupo". Misma fe que la depositada por el colectivo en el propio Cesc, como lo demostró esa imagen de todos sus compañeros formando una piña y dando botes cuando Bruno Alves estrelló el balón en el travesaño de Casillas. "¡Que falto yo!", les dijo. Pero todos daban por hecho que acertaría. También ellos fueron visionarios.