Gdansk (Polonia). Desde 2006, Portugal no había alcanzado las semifinales de una gran competición. Entonces, en el Mundial de Alemania, se quedó a las puertas de una final que sí alcanzó en la Eurocopa de 2004. Ahora, ocho años después, está a punto de repetir esa hazaña, pero ha tenido que sobrevivir a muchas tormentas antes de enfrentarse a España el próximo miércoles.
No ha sido un camino fácil para el equipo que dirige Paulo Bento. Dentro del terreno de juego, el equipo ha cumplido y ha sabido encauzar situaciones que fuera de él podían haber desestabilizado a cualquier selección. Portugal ha sabido ser fuerte.
La primera prueba de fuego llegó después de conocerse la composición de los equipos que formaban el grupo en el que había sido ubicado para la primera fase de la Eurocopa. Con Alemania y Holanda como dos de los tres compañeros de viaje, un aura de pesimismo se echó encima de todo lo que rodeaba a la selección portuguesa.
Eran los terceros en discordia y estaban destinados a ser eliminados a las primeras de cambio por un dúo que era favoritos para llevarse el título. Nadie contaba con Portugal teniendo enfrente a la gran Alemania y al subcampeón del pasado mundial, un equipo plagado de figuras.
"El sorteo es el que es. Nosotros no ponemos prioridades. Hay que aceptarlo como tal. Es un grupo muy difícil, el más fuerte de los cuatro. Pero es un grupo muy equilibrado teniendo en cuenta la calidad de las selecciones y sus trayectorias". Esas fueron las palabras de Paulo Bento en diciembre, tras conocer los emparejamientos de Portugal.
Fueron declaraciones asépticas, pero con un cierto toque de optimismo. Justo todo lo contrario que las voces que se oían fuera, que describían a los portugueses como invitados de lujo al grupo de la muerte.
Con ese aura de pesimismo, Portugal viajó a Polonia con destino a la localidad de Opalénica, a unos 40 kilómetros de Poznan. Meses antes, se conocía una noticia que preocupó mucho a todo el país. El legendario futbolista Eusebio sufrió en las pasadas navidades una neumonía que le obligó a ser ingresado en cuidados intensivos durante tres días.
El símbolo del fútbol luso recayó en el mes de febrero por una hipertensión, pero al final tuvo fuerzas para viajar junto a toda la expedición para convertirse en su embajador durante el torneo. En cuartos de final, ante la República Checa, se le pudo ver en la grada con Luis Figo celebrando los goles de su equipo. Sin embargo, a pocos días de las semifinales, su salud ha vuelto a flojear y está ingresado en un hospital de Poznan.
"La Pantera Negra" pudo presenciar el primer partido de Portugal contra Alemania. Perdieron 1-0 y se inició una nueva tormenta, esta vez contra Cristiano Ronaldo, que aumentó tras los fallos del jugador del Real Madrid en el segundo partido ante Dinamarca. Antes, extécnicos de la selección como Carlos Queiroz o Manuel José tildaron de "circo" a todo lo que rodeaba al combinado de Paulo Bento.
No paraban de arreciar las críticas hacia unos jugadores que se la jugaban ante Holanda. Las declaraciones de futbolistas defendiendo a Cristiano o las del presidente de la federación Humberto Coelho llamando a la calma eran una constante. Eso no afectó al equipo, que venció con dos goles de Ronaldo. Después, todos impusieron la ley del silencio a la prensa como medida de castigo y protesta.
En cuartos, Cristiano volvió a completar una actuación estelar ante la República Checa. Hizo otra diana y el villano pasó a ser héroe. Los jugadores volvieron a hablar y la tranquilidad parecía volver al seno de Portugal.
Entonces apareció Ricardo Quaresma, inédito hasta la fecha en la Eurocopa, para, en un entrenamiento, protagonizar un encontronazo con Miguel Lopes en el que casi llegan a las manos. Casi al mismo tiempo se conocía la lesión de Hélder Postiga, que salvo milagro no volverá a jugar. Y mientras, Eusebio, de nuevo era ingresado.
Pesimismo antes de la Eurocopa, enfermedades, críticas de antiguos entrenadores, un conato de violencia en un entrenamiento, lesiones, leyes del silencio y, sobre todo, la montaña rusa de Cristiano, en la línea de fuego para lo bueno y para lo malo, es todo lo que ha soportado Portugal en menos de un mes. Pero ha sobrevivido. Ha salido indemne a las tormentas.