La Liga Endesa concluyó el sábado con un nuevo triunfo del Barcelona y un impulso en su seguimiento mediático. Pero los cinco partidos entre los azulgranas y el Real Madrid sepultaron otras noticias que pueden afectar al futuro de la competición y que descubren otra realidad lejos del oropel de los finalistas. Ya se sabía que no es oro todo lo que reluce y el baloncesto profesional, como otros deportes, debe revisar algunas de sus normativas para adaptarse a unos tiempos complicados y seguir mereciendo la atención que reclama.

Lejos de la lucha por el título, se conoció la renuncia del Club Baloncesto 1939 Canarias, el campeón de la Adecco Oro, al ascenso por la imposibilidad de reunir todo el dinero necesario. En total, eran unos ocho millones de euros ante los que las instituciones y patrocinadores canarios y tinerfeños se han dado la vuelta. En consecuencia, la plaza del Iberostar Canarias queda para el Estudiantes, el mejor clasificado de los descendidos, que evita así el primer descenso de su historia. La situación económica de la entidad colegial tampoco es boyante, pero se ha aferrado a sus derechos para mantenerse en la máxima categoría.

El problema se extiende a otros clubes. El otro equipo ascendido, el Menorca, debate también su futuro que pasa por regresar a la Liga Endesa, para lo que precisan 3,5 millones de euros, o desaparecer ya que el proyecto no sería viable otro año en la Adecco Oro. Los menorquines están en concurso de acreedores, lo que dificulta las gestiones, y el tiempo apremia pese a que la ACB les concedió quince días más de plazo para presentar la documentación.

Vigilante a lo que ocurra está el Valladolid, que fue colista con solo nueve victorias y arrastró toda la temporada graves problemas económicos. Sin embargo, no renuncia a mantenerse en la Liga Endesa, una condición que todos desean ya que es más atractiva que bajar al escalón inferior donde las cosas están bastante peor, con clubes como el León, el Tarragona o el Girona luchando por su supervivencia.

Pese a la mala situación económica global, la intención de la ACB es mantener la competición de 18 equipos, aunque algunos clubes no rechazarían una reducción. En este sentido, está por ver lo que ocurre con dos plazas como la de Alicante y la de Santiago de Compostela que se ganaron en la cancha lo que pueden perder en los despachos. El Lucentum, en pleno proceso concursal, está más cerca de la desaparición que de seguir en la ACB ya que acumula una importante deuda. Por su parte, el Obradoiro debe convertirse en sociedad anónima con un capital social de tres millones si quiere arrancar la próxima temporada.

recursos inalcanzables Es evidente que estos y otros clubes, también de otras Ligas, no son capaces de generar los ingresos que pretende la ACB con el actual modelo de negocio. Por eso, hay voces que piden que sea la cancha la que marque el devenir de las competiciones o que, directamente, se vaya a un cierre de las mismas para que los proyectos se puedan asentar y abaratar costes.

Episodios como estos recuerdan a lo que ocurrió en 1994 con el Cajabilbao que fue el último club que renunció a un ascenso deportivo. Pero ha habido otros casos parecidos a lo largo de la historia. En 1989, el Valvi Girona evitó el descenso por la fusión entre el Español y el Granollers. En 1992, se perdieron dos plazas en la Liga tras la renuncia del Collado Villalba y la fusión entre el Caja Ronda y el Maristas de Málaga. En 1993, desapareció el Granollers y su plaza se la quedó el Murcia. En 1994, la desaparición del OAR Ferrol permitió la salvación del Huesca. En 1996, el Salamanca y el Huesca vendieron su plaza al Granada y el Fuenlabrada, respectivamente, y la renuncia del CAI Zaragoza permitió al Pamesa quedarse en la ACB.

Desde entonces, solo la desaparición del Akasvayu Girona en 2008 y la admisión obligatoria del Obradoiro al año siguiente cambiaron la configuración de la Liga desde los despachos. Pero este verano se anuncia tempestuoso y imprevisible en sus consecuencias.

El Estudiantes ha salvado su plaza en la Liga ACB por la renuncia del Iberostar Canarias. foto: acbphoto

El Cajabilbao, en 1994, fue el último club que no pudo cumplir con un ascenso a la Liga ACB ganado en la cancha

La reducción de equipos participantes planea sobre la competición, pero genera división entre los clubes

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