vitoria. NACIÓ a 20 kilómetros del mar Adriático, en Capljina, cinco años después de la muerte del mariscal Tito. Tras la desintegración de Yugoslavia, este municipio se integró en Bosnia-Herzegovina, en la región sudoeste, formando frontera con Croacia, país cuya camiseta defiende Nikica Jelavic (27-VIII-85), espigado delantero que ha despuntado en la Eurocopa tras hacerlo en Goodison Park, santuario del Everton, desde que se convirtiera en futbolista toffee el pasado invierno, justo una década después de que iniciara su carrera en el Hadjuk Split, que se lo llevó con 15 años pero donde no contó con oportunidades en la elite (35 partidos en cinco temporadas). Su destino estaba escrito y apuntaba a un carácter nómada que lo condujo al Zulte belga primero y al Rapid de Viena después. Allí, en suelo austriaco, vivió una de sus aventuras más rocambolescas nada más aterrizar.

Primer día. Llegó y se topó con la recepción del hotel cerrada después de que su vuelo fuera con retraso y de que se le extraviara la maleta. A altas horas de la madrugada apuró un café para aclarar las ideas, cansado y sin batería en el móvil para efectuar llamada alguna. Solo una tarjeta de crédito, ropa de mano y el aparato electrónico que le entretuvo en el desplazamiento podía distinguirle hasta que buscó un motel de barrio a las afueras de la ciudad como tabla de salvación, ya con la maleta pintada de barro tras callejear sin destino en un lugar irreconocible. Unas horas después aquella alma perdida sería presentada en el Gerhard Hanappi Stadion y en meses se convirtió en el goleador más afamado de la Bundesliga austriaca. Por fin el delantero croata, nacido en territorio bosnio y que atravesó la frontera en plena batalla de los Balcanes, saboreaba el éxito.

Treinta dianas en dos campañas le sirvieron para que de él se percatase el malogrado Glasgow Rangers, un todoterreno en el mercado secundario, pagando 4 millones para que jugara en Ibrox Park. Notable fue su crecimiento y su perfil mostró lo ideal que resultaba para el fútbol de contacto británico gracias a su corpulencia, energía y fortaleza, preciado tesoro entre el caos defensivo en Escocia. Fue la deficiente gestión económica del gigante protestante la que le abrió las puertas de la Premier League, y dónde mejor que ir a parar a las filas del míster David Moyes, ahora pretendido por el Tottenham, que necesitaba arriba alguien que supliera las carencias de un Cahill venido a menos. Su potencia, presión sobre el rival, recepción de espaldas a puerta y un certero remate (9 goles en 13 compromisos de Liga y un par más en tres de Copa) propulsaron a la tropa sita en la otra orilla del Liverpool en la semifinal del torneo del KO y casi en puestos europeos después de otro comienzo de año mediocre. En apenas tres meses se erigió en el mejor artillero de la plantilla superando los registros de Victor Anichebe, pero sobre todo en el nuevo ídolo de la hinchada, desplazando a los Baines, Fellaini o Drenthe. 6,6 millones de euros bien invertidos.

¡también mandzukic? Ofertas no le faltarán a Jelavic en el presente verano -los rumores le colocan en la órbita del Sevilla-, si bien ahora quien sueña es el Everton de cara a completar el próximo curso su delantero con la llegada del otro futbolista croata de moda, Mandzukic, por quien estarían en disposición de abonar 9 millones. No obstante, por este último pujan igualmente clubes como Bayern, Roma o Anzhi. Slaven Bilic, su seleccionador, confeso amante del rock duro y ferviente católico, no titubeó antes del campeonato al afirmar que "Jelavic será nuestro plan A, B y C", al tiempo que el jugador decía llegar sin ninguna presión y hasta con un punto de ironía. Tras preguntarle la prensa por cómo afrontaban los delanteros croatas la Eurocopa, señaló: "¿Si deberíamos buscar balones altos o por abajo? No lo sé. Pregúntenle a Suker, él los anotó ¡Esa es nuestra mejor opción!". No en vano, era su ídolo.

Jugó en el Rangers y en el Rapid de Viena, donde pasó su primera noche callejeando, sin hotel ni teléfono móvil