Vitoria. para un futbolista no es nada sencillo ser hijo de un mito, llevar el peso de un apellido ilustre. Lo que en un primer momento puede abrir puertas acostumbra a convertirse a la larga en una losa muy pesada por culpa de las comparaciones, odiosas casi siempre. El mundo del fútbol está lleno de ejemplos. Quizás el más conocido de ellos es el de Jordi Cruyff, hijo del mítico Johan, que arrancó brioso su trayectoria en el Barcelona y el Manchester United para diluirse posteriormente en equipos menores sin cumplir nunca con las expectativas que generó su apellido. En esta Eurocopa esa figura, la del hijo del mito, la encarna Kasper Schmeichel.
Kasper es hijo de Peter Schmeichel, uno de los mejores porteros de la historia reciente, un auténtico mito del Manchester United y de la selección danesa, con la que ganó la Eurocopa de 1992. Su palmarés es abrumador. Mejor portero del planeta en 1992 y 1993, elegido por la IFFHS como uno de los diez mejores guardametas del siglo XX, introducido en 2004 en la relación de los 125 mejores jugadores vivos realizada por la FIFA por motivo de su centenario, además de una Champions, tres FA Cups y cinco Premiers como inquilino de la meta de Old Trafford, competición esta última en la que presenta el mejor porcentaje de partidos sin encajar un gol, un 42% de los disputados. En Dinamarca solo el gran Michael Laudrup hace sombra a su enorme figura (1,91 metros de altura, 105 kilos de músculo cuando estaba en activo) y nadie ha sido capaz aún de igualar sus 129 internacionalidades. Su hijo, pese a estar presente en la Eurocopa -entró en la lista final por la lesión de Thomas Sorensen- todavía no se ha estrenado con los mayores.
Pese a ser un poco más bajo y más liviano que su progenitor, Peter y Kasper son en apariencia como dos gotas de agua, aunque por el momento sus carreras no admiten comparación. A sus 25 años, el pequeño de los Schmeichel milita en el Leicester City de la Segunda División inglesa y sigue intentando hacer carrera en el hipercompetitivo fútbol de élite, siempre con la sombra de su padre al acecho. Pese a nacer en Copenhague (5-XI-1986), su formación ha sido 100% inglesa. Ingresó en la cantera del Manchester City en 2002, a los 16 años, aprovechando que su padre jugó su último curso en activo con los Citizens después de un periplo de dos años en el Sporting de Lisboa y uno en el Aston Villa. Tras diversas cesiones en los modestos Darlington, Bury y Farfilk, Schmeichel debutó en el primer equipo del City en agosto de 2007 en un duelo ante el West Ham. Sus primeros partidos con el equipo fueron notables. Mantuvo su portería a cero ante el United, detuvo un penalti a Robbie Van Persie ante el Arsenal y en sus siete primeros duelos en la Premier League únicamente encajó cinco goles, pero la eclosión de Joe Hart, hoy en día inquilino de la portería de la selección inglesa, frenó en seco su progresión. Así las cosas, Schmeichel se vio obligado a salir de nuevo cedido. Cardiff y Coventry City fueron sus nuevos destinos antes de regresar en la temporada 2008/09 al City, siendo incapaz de superar la competencia de Hart.
Pese a que en 2007 renovó por cuatro temporadas con el conjunto de Manchester -por aquel entonces la Federación Inglesa llamó a su puerta para saber si estaba interesado en jugar con ellos en las categorías inferiores de la selección, encontrándose un no por respuesta-, Kasper salió al mercado durante el verano de 2009, recalando en el histórico Notts County, por aquel entonces en la League Two, la cuarta categoría en Inglaterra. La presencia de Sven Goran Eriksson, el hombre que le dio confianza en sus primeros años en el City, como director deportivo fue clave a la hora de dar el paso y su rendimiento fue más que notable, fichando el verano siguiente por el Leeds United de la Championship (se llegó a rumorear que tenía ofertas de la Premier y la Bundesliga). Otro buen año le sirvió para ser fichado, de nuevo por mediación de Eriksson, por el Leicester City, donde esta pasada campaña ha vuelto a demostrar unas notables cualidades, dejando su portería a cero en 17 partidos, deteniendo cuatro penaltis y siendo elegido mejor jugador del equipo.
Pese a que aún no ha dado el definitivo paso que le lleve a asentarse en la Premier -le quedan dos años de contrato con los Foxes- y aunque todavía no ha debutado en la selección absoluta danesa, el buen hacer de Schmeichel en los últimos cursos le ha valido un buen número de elogios, por lo que, a sus 25 años, todavía está a tiempo de tener una satisfactoria carrera. Entre las personalidades que han glosado su figura está el mítico Gordon Banks, palabras mayores en Inglaterra cuando se trata de hablar de porteros. Meta del Leicester cuando en 1966 fue uno de los artífices del único Mundial en las vitrinas de los pross, Banks ha dicho de él que "le he visto varios partidos la pasada temporada y me pareció un buen portero, aunque no tan bueno como su padre. Todavía le queda camino si quiere llegar a su altura. Podría hacerlo, pero para ello tendrá que entrenar muchísimo. Tiene cualidades que me gustan en un portero: manda mucho en el área, tiene un potentísimo golpeo de balón y es de los que sale de los palos en lugar de esperar los centros y los balones diagonales". No esta nada mal que un mito tenga palabras tan elogiosas para él, tratándose además esta vez de un mito con el que no le unen lazos de sangre.