El 4-6, 3-6, 0-2 y la cara cabizbaja de Djokovic anunciaba que a Nadal le daría tiempo para sentarse delante del televisor para disfrutar con la Eurocopa después de erigirse en mito al superar en títulos parisinos a Borg. De repente, mientras la llovizna convertía la bendita tierra en un humedal, el panorama cambió por completo. El serbio le endosó un parcial de 8-0, se adjudicó el tercer set y logró un break en la posterior manga que hacía intuir aún más tormenta para el balear. Como no dejó de llover, el comisario, ante el enfado del manacorí por no suspender el partido antes, aplazó un duelo que finalmente se reanudará hoy a las 13.00 horas con mucho por decidir. Casi todo si la climatología, que se prevé bastante parecida, lo permite. La última suspensión de una final en el Roland Garros se remonta al 5 de junio de 1973, cuando el encuentro entre el rumano Nastase, a la postre vencedor, y el croata Pilic acabó un martes.

"La pista estaba igual hace una hora y no hemos parado", se le escuchó espetar a Nadal, que había desesperado durante dos horas y media a Nole antes del primer parón (4-6, 3-5) hasta el punto de que el balcánico destrozó su asiento con un considerable raquetazo tras ceder su servicio por quinta vez. Pero la advertencia del juez de silla Damien Dubois y la pitada del publico, lejos de hundirle del todo, le espoleó. Anteriormente exteriorizó su frustración con los ademanes que este curso ha recuperado cuando las cosas se le tuercen. El inicio de Nadal fue demoledor, con 3-0 y bola para 4-0, pero Djokovic avisó de que no es de los que se rinden e igualó antes de que su rival le quebrara otra vez el saque, camino de hacerse con el primer parcial en 58 minutos.

La sucesión de roturas no afectaba al isleño, sólido en los instantes cruciales e indiferente cuando su oponente sobrevivía a base de globitos lúcidos pero ineficaces en el luminoso. A Novak, que en el segundo set se colocó 3-2 de cara, se le fundieron los plomos en el séptimo juego y solo el líquido elemento caído del cielo suspendió, de manera provisional, lo inevitable, un Nadal en plan victorioso. Cuando se adelantó con dos juegos en la tercera manga, el público ya se preparó para la entrega de trofeos. Quizás también él, pero irrumpió ese Djokovic que lidera el ránking mundial con el aliento desde la grada de sus padres Srdjan y Dijana. Nadal sufría porque la bola se había hinchado por la humedad y no podía impactarla como a él le gusta. La desazón varió de bando. "No puedo levantarla", se quejó a su banquillo con amargor tras encajar el octavo juego consecutivo.

cuarta suspensión entre ambos Curiosamente, será esta la cuarta final entre ambos que queda aplazada por la lluvia. En 2010 sucedió en el Open USA, antes de saltar los protagonistas a la pista y de que Nadal saliera al final victorioso por 6-4, 5-7, 6-4, 6-2. La situación se repitió en 2011 en el mismo torneo, ganando Djokovic por 6-2, 6-4, 6-7(3), 6-1. Y en este 2012, en el Masters 1000 de Roma, con posterior triunfo de Rafa por 7-5, 6-3. En lo que a la presente edición gala atañe, la organización no devolverá el dinero ni se pondrán entradas a la venta, por lo que el público podrá entrar con el mismo billete. El parte del tiempo avanza que hoy habrá algunos chaparrones matinales y justo al mediodía, así como tormenta por la tarde-noche. Nadie ha remontado a Nadal dos mangas en un Grand Slam. Nadie lo ha hecho sobre tierra batida. Y desde 2005, frente a Federer, nadie lo hace en el circuito. Pero Djokovic, como ante Seppi y Tsonga, parece tener siete vidas.