el retorno de José Javier Zubillaga (Logroño, 1959) al Alavés no deja de tener un condimento simbólico. Josean Querejeta recupera a uno de los hombres fuertes de la primera época de Gonzalo Antón, mediada la década de los 90, cuando el club vitoriano inició su abandono de las catacumbas del fútbol y su imparable ascenso hacia la élite. Javier Zubillaga llegó a Vitoria después de una notable carrera de 15 años como jugador de élite en la Real Sociedad -campeón de Liga, Copa y Supercopa- y el Espanyol, equipo con el que llegó a disputar una final de la Copa de la UEFA. También fue internacional juvenil y absoluto con la selección española.

La llamada de Antón le convenció para abandonar la recién iniciada profesión de protésico dental y sentarse en un despacho como director deportivo. Enseguida se descubrió como un profesional muy metódico, estudioso del fútbol y amante de la innovación para mejorar el rendimiento del equipo. Junto a Julen Masach, entonces preparador físico del conjunto albiazul, se hicieron acreedores a una distinción del Gobierno Vasco por su trabajo de investigación y elaboración de programas informáticos y aplicaciones para el mundo del deporte.

También fue responsable de la profesionalización de la estructura del club una vez consumado el ascenso a Segunda División con Txutxi Aranguren en el banquillo. De su mano llegaron los médicos específicos para el primer equipo y se le concedió más importancia a los fisioterapeutas, masajistas, recuperadores...

Le gustaba controlar toda la estructura del club, era de los que creía que la correcta organización y dinamización de la cantera resultaban fundamentales para la buena marcha de una entidad.

fichajes

Iván Campo, Serrano, Codina, Tamudo, Berruet...

Su labor como ojeador y contratador de jugadores tuvo más luces que sombras. Bajo su mandato llegaron Iván Campo -después traspasado al Valencia y ahora ya retirado tras una exitosa carrera en el Real Madrid y en Inglaterra- y varias perlas de la cantera periquita como Serrano, Codina y Tamudo. Asimismo fichó a otros jugadores que aún permanecen en la memoria de los aficionados alavesistas como Víctor Bermúdez o Iñaki Berruet, central con el que años después volvería a coincidir en el Real Unión en su etapa como entrenador del conjunto guipuzcoano.

Porque, además de secretario técnico en el Alavés, Osasuna, Logroñés y Córdoba, Javier Zubillaga también se ha sentado como máximo responsable en los banquillos del Real Unión y el Lleida. Los que le conocen aseguran que, incluso, le atrae más la faceta de técnico que la de gestor en los despachos.

Zubillaga se marchó del Alavés para fichar con Osasuna en una operación no exenta de polémica. Con él se había ascendido a Segunda y a punto estuvo de producirse el salto inmediato a Primera. Pareció entonces que con su marcha al club navarro dejaba colgado al equipo que le había reabierto las puertas del fútbol.

No obstante, lo cierto es que su marcha abrió un resquicio para, tras un año de transición, la llegada del tándem Mané-Juan Carlos Rodríguez que, éstos sí, consiguieron elevar al Alavés hasta lo más alto del cielo futbolístico.

El Alavés creció y luego se derrumbó. Zubillaga ha seguido un camino más modesto, aunque más regular. Los caminos vuelven a cruzarse. Vuelta a empezar.