Marta Tudanca vive en una nube de la que no se quiere bajar. La escolta vitoriana tendrá el honor de convertirse a partir de la próxima temporada en la primera jugadora del territorio histórico alavés que toma parte en la Liga femenina, es decir la élite del baloncesto estatal. Entre otras, se codeará con Amaya Valdemoro, Marta Fernández, Elisa Aguilar, Laia Palau o la nacionalizada Sancho Lyttle, a quienes no hace mucho seguía con envidia por televisión cuando todavía era una adolescente. Será, a buen seguro, una experiencia inolvidable para una jovencita de apenas 22 años que desea comerse el mundo y se está labrando un nombre a base de trabajo, constancia, sudor y un sacrificio incuestionable. Su sueño se ha hecho realidad recientemente tras el histórico ascenso consumado con el Coelbi Bembibre, un modesto equipo enclavado en una pequeña localidad leonesa de apenas 9.000 habitantes -ubicada a solo 16 kilómetros de Ponferrada- donde acaba de cumplimentar su primera campaña.
Tras una fructífera etapa de tres años en Ferrol que le sirvió para finalizar sus estudios de Podología y experimentar la imprescindible progresión que le permitió convencerse de sus posibilidades, Marta no dudó el pasado verano en afrontar un cambio de aires saldado, a la postre, con éxito. "Me gustaba el proyecto deportivo y al entrenador (Antonio Barros) ya le había tenido en Galicia. Confiaba en mí, me pidió y yo también quería que me entrenase", detalla la vitoriana, que ha compaginado su fervor por el baloncesto con la realización de un máster a distancia y sus prácticas en una clínica hasta el mes de febrero. "Mis días eran completitos y no tenía mucho tiempo libre. La verdad es que mentalmente he tenido que estar más centrada que en Ferrol", se sincera.
Ha sido una temporada maratoniana y exigente en la que, encuadrado su equipo en el grupo 2 de la Liga Femenina, disputó un total de 26 partidos correspondientes a la fase regular, de los cuales ganó 21, erigiéndose en una de las referentes del Bembibre, formado por apenas nueve jugadoras. De hecho, ha promediado 7,5 puntos y 4,2 rebotes en más de 23 minutos de juego. Su equipo, que accedió al play off de ascenso desde la segunda posición, se vio las caras en Huelva con el Villagarcía gallego, el UPV del País Vasco y el Casablanca zaragozano. Tras imponerse a los dos primeros y una posterior derrota intrascendente que no le impidió concluir primero de grupo, el conjunto leonés se jugó el todo por el todo contra el Cáceres. Entonces, emergió la mejor versión de Tudanca, cuyos 10 puntos y 10 rebotes -para 23 de valoración- resultaron cruciales para la épica victoria del Bembibre (64-52). Quedó rubricado así el mayor éxito de su todavía corta carrera profesional que anticipó un homenaje por todo lo alto de los vecinos del pueblo y de la Corporación municipal.
un futuro por definir Convertida en una de las jugadoras más queridas por la afición debido a su entrega, pundonor y calidad, Marta está deshojando hoy en día la margarita sobre su futuro. En principio, seguirá en León, pero no se cierra otras puertas en función de las posibilidades laborales que se le abran. "Aún no sé lo que haré. Estoy contenta en Bembibre. Todo se mirará. El club quiere mantener el bloque que ha ascendido. Estoy a expensas de las ofertas que lleguen", reconoce la vitoriana, que se ha topado con una feroz competencia en el perímetro. Como buena luchadora, no obstante, nunca se rindió y dejó su sello. "Éramos solo nueve jugadoras, de las cuales cuatro somos aleros. La verdad es que el entrenador podía rotar bastante en los partidos... je je. Me hubiese gustado jugar más como a cualquiera", bromea.
La vieja aspiración por la que ha peleado de forma denodada ya está a la vuelta de la esquina y Marta confiesa estar preparada para un desafío para el que no siente ninguna clase de vértigo. "No estoy nerviosa, al contrario. Tengo ganas de probar el nivel que hay y cómo me veo dentro de la competición. Al final, dentro del campo no percibes contra quién estás jugando y puedes defender a Amaya Valdemoro como a otra jugadora de un equipo más bajo", relata ambiciosa. Pese a que la liga femenina no está siendo inmune a la grave crisis económica que azota a la sociedad en general y acaba de asistir a la sorprendente desaparición del Ros Casares, el bloque que ha gobernado el torneo con puño de hierro durante la última década, Marta confía en que el torneo no pierda sus encantos. "A ver cómo salen los equipos este año porque tal y como están las cosas, a lo mejor hay otros que también desaparecen", alerta la vitoriana, que este verano podrá descansar ante la ausencia de compromisos internacionales con la selección española.