ATHLETIC DE BILBAO Iraizoz; Iraola, Ekiza, Amorebieta, Aurtenetxe; Javi Martinez, De Marcos (Iñigo Pérez, m. 46), Muniain; Susaeta (Herrera, m. 46), Llorente (Toquero, m. 73) e Ibai Gómez.

BARCELONA Pinto; Montoya, Mascherano, Piqué, Adriano; Xavi (Cesc, m. 79), Iniesta, Busquets, Alexis (Keita, m. 73), Pedro y Messi.

Goles 0-1, min. 3: Pedro. 0-2, min. 20:

Messi. 0-3, min. 24: Pedro.

Árbitro Fernández Borbalán (andaluz). Tarjetas amarillas a Iraola; Iniesta, Xavi.

Estadio Vicente Calderón. 55.000 esp.

Guardiola deja el Barcelona con la sensación de que será muy difícil, si no imposible, superar su ciclo al frente del conjunto culé. Catorce títulos de diecinueve posibles en apenas cuatro años, el último ayer mismo, en Madrid, en el mismo torneo con el que inauguró su espectacular palmarés al comienzo de su andadura como entrenador de élite. Sumó una muesca más tras una final de mentira ante un rival probablemente demasiado tensionado, ansioso, ante su exceso de casis y su falta de concreción.

El Athletic se creía dispuesto a dar guerra y compensar ante el Barça la decepción sufrida ante el Atlético de Madrid en la final europea perdida hace unas semanas, también con escasa resistencia. Contaba con hacer de su necesidad virtud pero con hambre sólo no se come, claro. Hace falta algo más que verlas venir para intentar hacer daño al mejor Barcelona de la historia.

Porque el equipo, todavía, de Pep llegó a la final imbuido de la excelencia que parecía puesta en entredicho tras los fiascos de Liga y Champions. Recuperado por completo, en toda su plenitud. Messi sigue enchufado y ayer contó además con la colaboración de un renacido Pedro, el elegido por su técnico para diversificar el ataque en detrimento de Cesc.

Sorprendió de primeras este cambio de alfiles aunque es evidente que Guardiola acertó. No así Bielsa, que prescindió al comienzo de Iturraspe y Ander Herrera, tocados por la gripe en los días previos, dando así un mensaje equívoco a sus jugadores, renunciando al balón desde el pitido inicial.

El Barça vio sangre y se lanzó a la yugular. Sus bajas importantes eran defensivas pero eso es lo que menos le importa a un equipo que, definitivamente, sólo sabe jugar a atacar. Pedro inauguró el marcador en apenas dos minutos y, para cuando ensanchó las distancias Messi (min. 20) el Barcelona ya había dispuesto de media docena de ocasiones para empequeñecer definitivamente a su rival.

Xavi, Iniesta y Alexis volvieron locos a los rojiblancos en esa línea de presión adelantada tan célebre de la era Guardiola. El partido se convirtió enseguida en un abuso en el que la cuestión era no tanto la identidad del vencedor como si el Athletic iba a ser capaz de caer con cierta dignidad.

Les costó lo suyo a los leones pasar siquiera del centro del campo, no digamos ya inquietar seriamente a Pinto. Para cuando llegó el intermedio de la final, estaba claro que el Athletic había fracasado estrepitosamente en su afán de discutir la previsible superioridad culé.

Tras el descanso, Bielsa recuperó a Herrera y dotó de nuevos bríos a su equipo. Fueron apenas unos minutos de cierta incertidumbre, no obstante. Enseguida se repuso el Barcelona del arreón rojiblanco, muy pronto volvió a recuperar el control del partido, con menos prisas aunque con idéntica seguridad en sí mismo. El partido transcurrió plácido para el campeón y tortuoso para el segundo.