vitoria. La presente edición de los Tres Días de Álava no pasará a la historia con honores. Más bien al contrario. La que pasa por ser la más prestigiosa de cuantas pruebas ciclistas de carácter amateur se celebran en el territorio alavés vivió ayer una jornada aciaga que concluyó con un enorme mosqueo en el seno del pelotón. Un grave error de la organización, que derivó en una situación de inseguridad como consecuencia de la falta de control del tráfico, y una polémica decisión por parte de los jueces desembocaron en que la jornada acabara como el rosario de la aurora, con la etapa suspendida, sin clasificación y con muchos enfados.

La falta de previsión o de coordinación de los responsables de la organización derivó en una situación que tornó desde lo rocambolesco a lo caótico. Y al final se optó por una suspensión que se podría haber definido de otra manera que no implicara tirar por tierra el esfuerzo realizado por los corredores durante los 80 kilómetros de carrera bajo la lluvia que llevaron a cabo desde que partieron de la capital alavesa, que albergaba el punto de partida y de destino para la segunda jornada

Los problemas comenzaron cuando la carrera se aproximaba a Vitoria, donde el pelotón debía completar cuatro vueltas a un circuito de algo más de siete kilómetros antes de cruzar la línea de meta. Un corredor del Lizarte, Santi Ramírez, llegó a la zona de Jundiz con una exigua ventaja de 40 segundos respecto al grupo de favoritos, pero un grave error organizativo provocó una confusión en la ruta y los ciclistas que marchaban en la persecución del líder de la etapa tomaron un camino equivocado y tuvieron que dar posteriormente media vuelta para retornar al trayecto previsto inicialmente.

Ramírez, pupilo de Gorka Beloki, aprovechó la circunstancia para aumentar su ventaja. En lugar del primer pelotón, ahora era un grupo que en inicio marchaba más rezagado el que le secundaba en el primer paso por meta, aunque la distancia se había ampliado hasta los cuatro minutos. Tal y como marca la reglamentación -y la propia organización reconoció posteriormente a través de un comunicado-, el error en la ruta fue tomado como una "situación de carrera", por lo que la etapa debía continuar.

En cualquier caso no lo hizo. Cuando los corredores encararon el circuito urbano, comenzaron los problemas ante la falta de agentes de seguridad y voluntarios para controlar el tráfico de vehículos particulares. Existía peligro y los jueces decidieron suspender a 30 kilómetros para meta. Sin embargo, en lugar de tomar tiempos en el primer paso por la llegada, decidieron anular todo el trabajo realizado en los primeros 80 kilómetros de una jornada pasada por agua y que dejó muy mal sabor de boca a los responsables de algunos equipos.