Vitoria. Ese remate de Oinatz Bengoetxea, con el Astelena de Eibar rumboso, lleno de rumores, con palabras temblando, desde lejos, con la zurda, cayó fuera, en la contracancha, fue uno de los culpables. Con el crujido de las tablas, que acariciaron el cuero, porque el fallo no fue excesivo, nacieron las opciones de Yves Xala (Lekuine, 14-XI-1979) y Aritz Laskurain. Cayeron con ese error y un sotamano abajo de Alexis Apraiz -el último envite de la liguilla de cuartos disputado a cara o cruz- las posibilidades de los, a priori, favoritos: Juan Martínez de Irujo y Abel Barriola y salieron a flote el zurdo de Lekuine y el plaentxiarra. Y en un camino trufado de irregularidad, con la carcoma de las derrotas rivalizando casi al 50% con las mieles del éxito, se anclaron en semifinales y, después, sin glorificar su juego, en la final. "A veces pienso en ese partido. Ese partido contra Oinatz y Apraiz, en el que estábamos 20 iguales, y que Bengoetxea VI echó un gancho por muy poco fuera", desvela Yves, quien apostilla que "si lo mete dentro, estábamos en casa". Y es que, en ese punto del campeonato, ese remate del siempre nervioso y travieso leitzarra estuvo a punto de costarles la clasificación: "Sabíamos que podría pasar de todo en el Astelena. A partir de ahí jugamos con menos tensión. Cuando juegas un campeonato y pasas por muy poco te relajas un poco". "Algunos dicen que hemos entrado por la puerta pequeña o la de atrás. Da igual por dónde entras a una cita así. Da igual si entras por la ventana, una vez que estás dentro eso vale. Y ahora lo que vale es salir por la puerta grande, porque a hombros ya sería mucho", afina el zurdo lekuindarra, con fina ironía, que hila desde lo profundo del vestuario del frontón Bizkaia.

Y esa ventana, ese recoveco por el que se ha colado en la final, que ilumina de luz su juego, porque su zurda funciona con la gasolina de la iluminación, tan certera como mortífera, tan genial como especial, es el que les impulsa a seguir a la final en una constante huida hacia delante. "Lo importante es lo que creemos nosotros", desgranaba Laskurain a su compañero; porque en el derroche de tranquilidad que supuso entrar en dos arreones de fuerza, su entereza reside en la confianza en sí mismos. "Siendo irregulares ahí estamos y eso quiere decir que si jugamos bien los dos en el mismo momento hacemos una pareja muy fuerte", manifiesta Xala, quien agrega que "cuando estás con confianza juegas más tranquilo y cuando juegas más tranquilo le das más a la pelota. Hay que estar motivado, pero el cuerpo tiene que estar tranquilo, la cabeza muy fuerte y el cuerpo con menos tensión. Para darle fuerte y gozar. Iremos a tope. ¡A ver si de una vez empezamos bien!".

El peso de una txapela Abrazado por los renglones de cada letra que le acoda a la categoría de héroe por la final del pasado Manomanista, por alcanzar la txapela en un éxtasis de partido, catártico e imperial, Yves relativiza todo lo que implica ese logro. "Después de aquello la vida no cambia mucho. La gente te critica de la misma manera. La gente olvida muy rápido y sabemos que en el deporte, hayas ganado o no la txapela, tienes que seguir, ir a tope: Jugaré la final del Parejas y después tendré tiempo para tratar de guardar esa camiseta". Porque Xala tiene claro que "el colorado pesará con el mano a mano. Ahí lo has ganado y ahí la puedes perder". Mientras, esbozando el escarlata en su andamiaje, en un curso sin tanto brillo como los anteriores, el posible cambio de panorama por alcanzar tan ansiada txapela, con un final exquisito, no ha transformado tampoco su vida ni sus alrededores. "Habitualmente no veo mucha gente. En Iparralde, cuando estoy en casa o cuando voy al gimnasio, poca gente sabe que juego a pelota. Y por Hegoalde paso rápidamente: Juego y me voy para casa". "Veo poca gente y me gusta más pensar, ir a pescar, estar solo y tranquilo. Sí que hay algunas personas que me hablan de esa final, pero hay que mirar hacia adelante", sostiene el lekuindarra. Así, el telón de una txapela, que podría haber causado efectos negativos en la forma de vida de Yves, especial, simplemente ha sido el sustento de un curso. Nada más. "Sí que es cierto que todavía me queda la rabia del año anterior. Espero que salga el Xala de la final del mano a mano", describe. Y es que, la chispa, tan caprichosa ella, reside en su interior, en su zurda y en su imaginación. Por eso es sumamente peligroso en los cuadros alegres.

Madurez a los 30 "Desde hace dos o tres años estoy bien. En momentos clave, el cuerpo me responde y tengo más fuerza. Físicamente me siento más duro. Es por el trabajo con Justo Lillo, con el que estoy muy a gusto. Y para mí, la edad, pasando treinta años me he sentido más fuerte y con más experiencia", explica Xala, quien agrega que "a esta edad he sentido la madurez. Me ha venido un poco más tarde porque entre 15 y 20 años nunca jugué en pared izquierda. Cuando empiezas en 20 te faltan los cuatro o cinco años que otros pelotaris han jugado en torneos de pared izquierda. Por eso me siento ahora con más experiencia y a gusto".

Relatando las aristas de su mejoría, ancladas sus posturas y esa volea de zurda bestial a un alma de trinketista, Yves ha encontrado en el Parejas su mejor camino. "Estaría muy a gusto de ganar otra txapela, pero todavía no está hecha. Aritz jugará su tercera final y dicen que a la tercera va la vencida. Espero que así sea", declara el manista. Y desde las entrañas históricas del torneo de dúos saltan los números, que especifican que Yves ha rendido con zagueros de diferente cuña: con Oskar Lasa, Peio Martínez de Eulate -una de las victorias a la que más aprecio tiene Yves- y Aitor Zubieta se llevó el cetro y con Abel Barriola -sustituido por Mikel Beroiz en la final- y Laskurain ha disputado la txapela hasta el último partido.

El faro que se asoma para alumbrar a Yves y a Laskurain será el portentoso y expresivo zaguero de Etxarri-Aranatz, Aitor Zubieta, uno de los grandes amigos de Xala en el vestuario ; no en vano, uno de los viajes soñados es ir a territorio nórdico a ir a pescar juntos, con Aritz Lasa. "Aitor te da mucha motivación. Tiene muchas ganas, entiende mucho y a ver si nos ayuda", desvela el zurdo de Lekuine, que especifica que "con Aritz hablamos de qué pelota cogemos y poco más. Nos entendemos rápidamente. Por eso que seguro que nos motivará Aitor. Con él fui campeón del Parejas y en el mano a mano también estaba conmigo. Si ganamos , igual hay una tercera txapela para el botillero. Le quiero preparar una pequeña para ponérsela". Todo se esconde detrás del hueco por el que entró en la final. Tras de la ventana de Xala.