eL Deportivo Alavés disponía ayer de muy buenas bazas para prosperar en su particular lucha por encaramarse entre los cuatro primeros de la clasificación de una vez por todas y, a la vez, aumentar sustancialmente la diferencia con uno de los equipos que presumiblemente estará peleando hasta el final de temporada por los mismos objetivos. Entre ellas, destacan la totalidad de la plantilla entrenando conjuntamente, algo que no ocurría desde el inicio de la pretemporada, por lo que se podía elegir quién conformaba la convocatoria; la continuidad de un once base en las últimas jornadas, lo que siempre da estabilidad a un equipo; el poder contar con todos los refuerzos invernales, si es que se pueden llamar así, porque solo se cuenta con Palazuelos (Kike Tortosa todavía no ha debutado), algo que siempre despierta expectativas ilusionantes en la afición y la propia experiencia obtenida en las últimas actuaciones ante dos filiales donde quedó muy claro el camino a seguir (ante Osasuna, alabada por casi todos), y en evidencia su mala puesta en escena, como quedó plasmada fehacientemente, en la última cita.
Por tanto, disponía de una buena oportunidad para dar un golpe de autoridad sobre el césped y demostrar que verdaderamente es un equipo hecho, competitivo y no el conjunto vulgar que ha ido dando bandazos, comportándose de manera irregular, durante gran parte de la temporada. Ayer también ofreció esa irregularidad, dilapidó dos ventajas, aunque mantuvo la compostura después de que el rival consiguiera empatar dos veces el duelo. A un comienzo titubeante le siguieron unos minutos donde llegaron a dominar el juego pero no el marcador. Porque el primer gol en contra, en propia puerta de un desafortunado Salcedo, le afectó considerablemente. Y es que el Alavés es un equipo que juega a ráfagas, solo va hacia adelante cuando está por debajo en el marcador; en cambio, cuando lo tiene a favor se echa para atrás concediendo al contrario balón y campo. ¿Por qué no hay una continuidad en el juego durante más minutos? Menos mal que el rival no tuvo las ideas suficientes para igualar el tanteador por tercera vez.
Al igual que ante Osasuna, ayer el rival también ayudó a la victoria alavesista. Conviene no olvidarlo. Concedió dos penaltis en sendas jugadas que no ofrecían excesivo peligro. Un Real Unión que todo lo que hace bien cuando tiene el balón en su poder (lo mueve con cierto criterio) lo estropea en defensa (aun defendiendo con muchos hombres), concediendo demasiadas ocasiones al adversario y si encima son dos penaltis? Ambos fueron materializados por Jito que tuvo la suerte (la que le falta a un trabajador Geni que se merece mayor fortuna cara a la portería) de acceder al terreno de juego momentos antes de señalar el árbitro el primero.
El próximo encuentro ante el Eibar presenta una oportunidad de oro, atacar la fortaleza del tercer clasificado hasta ayer, para dar otro paso de gigante en el asalto a las primera plazas, esas en las que tenía que permanecer de manera continuada durante lo que resta de temporada.