temporada 2012 el pelotón echa a rodar

El ciclismo empieza otra partida

alain Laiseka

VITORIA

A 24 horas de que arrancara la temporada ciclista -lo hizo con un criterium en Australia y desde hoy toma velocidad con el Tour Down Under que inaugura el World Tour-, Beñat Intxausti quiso vender a Óscar Freire. Así, literal. Se le ocurrió por la mañana, mientras esperaba en casa a que se templase el día porque no hay quien salga temprano a la calle con este aire polar que encoge. Se sentó frente a la pantalla del ordenador, repasó la plantilla, y eso, que se le cruzó el cable y decidió que su equipo no necesitaba la velocidad y clarividencia del cántabro. Lo anunció así: vendo, vendo, vendo a Freire. Muy de mercadillo. A Koldo Fernández de Larrea, devoto del tricampeón del mundo, aquello le pareció una locura. Ya se lo dijo. Que no estaba bien de la cabeza. Vender a Freire. A quién se le ocurre. Con todo lo que, como siempre, va a ganar este año. Claro que a Koldo ahora hay que hacerle el caso justo porque lo dice todo con un tono de subidito que para qué. Se siente el Florentino Pérez del ciclismo porque acaba de atar a Peter Sagan, al que ha convencido para correr en su equipo este año a base de talonario, que es como funcionan estas cosas. Le ha costado 6,1 millones de euros. Nadie pujó más que él por el fenómeno checo, que ahora comparte maillot, el del Koldo's Cycling Team, con Mikel Nieve, Sutton o Rogers. Un equipo que tiene mártires al resto de mánagers. Y loco a Intxausti. Mira que querer vender a Freire.

Rubén Pérez y Castroviejo también forman parte del juego, la versión más actualizada del Pro Cycling Manager PC, pero el getxotarra se lo toma con tanta tranquilidad que no tiene firmado a ningún corredor. Tiene que fichar, como el resto, a veinte. Cuenta con veinte millones de euros para hacerlo. Es lo más irreal del juego. No hay tanto dinero en el ciclismo. Ningún equipo del World Tour cuenta con semejante arsenal económico. Ni siquiera el RadioShack-Trek, que, fusionado con el Leopard, ha logrado meter en el mismo maillot a los hermanos Schleck, Cancellara, Klöden o Horner; o el BMC de Evans y Gilbert. No hay tanto dinero pero es lo que manda. El dinero concentra el poder. Las grandes estructuras, los monstruos, los tiburones, se comen a los peces chicos. Es la ley del mercado. No hay otra. El fútbol, el baloncesto... Es todo lo mismo. En la calle bajan las persianas las viejas tiendas de barrio y en el ciclismo no hay lugar para los equipos de pueblo, los que pican la cantera con martillo y cincel. El romanticismo queda para los libros de historia. ¿Recuerdan cuando el KAS hacía temblar a Eddy Merckx? Ahora funciona más lo del cheque. El dinero. Por eso un equipo como Euskaltel-Euskadi es un anacronismo. Es una tienda de barrio que compite contra las grandes superficies. El Athletic del ciclismo. Un caso único que camina hacia la extinción, o eso dicen, porque su modelo está obsoleto y resulta insostenible. Y su redefinición, inaplazable. Por eso se anuncia su transformación, que ya está en marcha.

El dinero es el mejor pegamento. Fíjense, ha juntado en el mismo equipo al ganador del Tour, Evans, y al mejor clasicómano de los últimos tiempos, Philippe Gilbert. ¿Se puede tener más? Quizás. El que tiene Bruyneel entre manos es un equipo monumental. Lo dicho: los Schleck, Cancellara, Klöden, Horner... Ocurre que el RadioShack-Trek no es un equipo, sino dos que se han fusionado en una sola estructura por dinero, por su falta, porque el proyecto luxemburgués que apadrinó el multimillonario Flavio Becca en 2011 creyendo que rentabilizaría su inversión en un chasquido resultó ser un pozo sin fondo, algo inasumible. La unificación fue un torniquete que benefició a todos. Dejó de sangrar el bolsillo de Becca mientras a Bruyneel le cayó en los brazos un corredor con talento de sobra para ganar el Tour. Que Andy Schleck no lo haya hecho todavía tiene que ver mucho con su mentalidad. Tiene piernas, pero... Bruyneel será su mente. Hay quien ya tiembla con la idea al recordar la transformación de Armstrong, al que el director belga llevó a ganar siete Tours consecutivos. Cómo el texano conquistó París quedó resumido en el delicioso documental Road to Paris, del que ahora los hermanos luxemburgueses tiene su propia versión, Road to Uphill, una película de 90 minutos que se emite en los cines luxemburgueses y tiene el poso patriótico que impregnaba cada gesto de Armstrong, un genuino héroe americano. Cuentan que del texano han heredado los Schleck la preparación para las cronos, que es lo que ha alejado a Andy del amarillo de París las últimas tres ocasiones, dos ante Contador y la última frente a Evans. "El Tour es mi obsesión", dijo hace unos días el pequeño de los hermanos. Para ganarlo necesitaba disciplina.

el calendario El Tour, volver a ganarlo, es también la obsesión de Contador, que arranca su temporada en unos días en San Luis, Argentina, sin saber con certeza si llegará a dar más de dos pedaladas antes de que el TAS le crucifique por el asunto del solomillo o le libere eternamente.

Liberado vuelve a correr Valverde tras purgar su pena. Se estrenó el sábado en Australia y tiene en mente un duelo salvaje con Gilbert en las clásicas de las Ardenas y el podio del Tour, pero todo el mundo piensa que es cuestión de días que vuelva a ganar. Junto a Valverde corre Cobo, que de milagro no se ha quedado sin equipo tras la huida de Geox.

Pasa cada vez más en el ciclismo. Con los equipos y con las carreras, que proliferan en los lugares más pintorescos mientras languidecen en la vieja Europa. La decadencia se agudiza allá donde la crisis económica ha dejado más huella. En el Estado español, por ejemplo, Murcia no encuentra inversores para montar una vuelta de más de dos etapas. Castilla y León no tiene mejor pinta. Está en el alambre. Euskadi es la excepción. Las instituciones han pasado la tijera pero resisten las mismas pruebas, siete: la temporada vasca empieza el 31 de marzo en el GP Indurain y finaliza el 14 de agosto en Donostia. Comienza la partida.

temporada 2012 el pelotón echa a rodar