Valencia

"NO me van a marcar nada de Zarco, salvo que tenga algún problema o que no acabe la carrera". Bajo esta premisa la postrera cita del Gran Premio de Valencia consumía su tercera vuelta. Entonces, Nico Terol (27-IX-1988, Alcoy) se encontró ante sí la pizarra. Una bendición para él, que, se especulaba en el paddock, llevaba una semana entera sin apenas conciliar el sueño. El letrero, lenguaje motociclista, indicaba un KO. El título estaba sentenciado, su máximo rival, el único con opciones de inquietarle, se fue al suelo. Curiosamente, el pétreo francés era el único piloto de las tres categorías que había terminado todas las carreras y lo había hecho entre los seis primeros, pero ayer arrastró sus vestimentas. A Terol le bastaba con ser undécimo, pero no le hizo falta medirse. En su séptima campaña mundialista se erigió en campeón de 125. Un hito simbólico para la memoria, por ser el último año del octavo de litro.

El piloto alcoyano comenzó el curso irreconocible, porque aunque en 2009 fue tercero y en 2010 segundo en la lucha por la corona -era el heredero lógico del título de Márquez-, mostró un saber estar y unos ritmos distantes del resto. Muy superiores. Cuatro victorias y una segunda plaza en cinco carreras.

Cifras de los mejores. Era la referencia, el tipo a batir. Se manejaba sin competencia. Como un insulto al resto de la parrilla. Pero al propio Nico esa escalada le causó vértigo y a medida que se fue acercando a los laureles se fue tornando hacia lo común. A la inversa que su trayectoria, pausada, pero siempre ascendente. Cada centímetro recorrido, afianzado, asegurado, solidificado. Sin los temblores de este año. Pero Terol ya había aprendido a ganar. Y esos triunfos iniciales se alzaron hasta ocho para colaborar en su primera conquista de un Mundial. La base estaba puesta; el alcoyano aprende de los errores y las cosas no se le olvidan.

El caso de este chico Aspar comenzó tarde en las motos, como también lo han llegado sus éxitos. En 1999 la fórmula Airtel de minimotos pasó a ser su escuela. Su currículo, Copa Bancaja, Copa Aprilia y el Campeonato de España de Velocidad, no arroja grandes resultados, con perdón de segundos puestos, pero sí la consistencia y ese afán de superación que demuestran que el trabajo importa, tanto o más que el talento. Así, después de enrolarse en 2004 con Aspar, curso en el que debutó en el Mundial, al año siguiente da el salto a Derbi para ser un fijo en el campeonato. Si bien, 2005 ha sido uno de los peores años en la vida de Nico, a quien le tuvieron que extirpar el bazo tras lesionarse entrenando. Pero Terol, discreto, de buenas maneras, sencillo, había llegado donde muchos nunca lo harían y mantuvo su ambición por superarse. Un camino que le dejaría su primera victoria en 2008, en Indianápolis. Esa campaña terminó octavo, superándose con creces tras la 22ª plaza de 2007. Fue la explosión de NicoGas. Ahí comenzó el alpinismo de Terol, que ayer se alzó ayer donde le vieron crecer, en su circuito Ricardo Tormo, con 11 victorias entre su mono. "He creído siempre en mí, he luchado por mi sueño, un sueño que tenía desde pequeño", argumentaba desde lo alto, devolviendo al motociclismo valenciano lo que tuvo 22 atrás con precisamente Aspar, Tormo o Champi Herrero. Según el propio Aspar, con este título se culminaba "un sueño que ha tardado doce años en llegar". Y es que hace una docena de años se puso en marcha la Copa de Promoción en el circuito valenciano donde rodaban nombres como Faubel, Barberá o el propio Terol, sobre quien se cuenta que no para de entrenarse, que no descansa, le encanta correr y andar en bicicleta, que es analítico, metódico, porque entiende que el trabajo te hace mejor. Ayer lo experimentó de nuevo. Se cierra el telón de 125, la única categoría que sobrevivía a los orígenes del Mundial, con ella se marchan las dos tiempos, y lo hace Terol, que ahora podrá dormir largo y tendido.