ROMA. Estas nuevas declaraciones, que fueron publicadas hoy por los medios de comunicación locales, contradicen la versión ofrecida hasta el momento por el ciclista italiano, quien siempre había negado haberse realizado autotransfusión.
Las sospechas que llevaron al CONI a suspender al ciclista se basan en el testimonio del médico que atendió a Riccò en febrero, cuando ingresó de urgencia en el hospital, quien aseguró que el ciclista había admitido haberse hecho una autotransfusión de sangre, conservada en el frigorífico durante 25 días.
Riccò explicó hoy que fue él mismo y sin ninguna ayuda externa quien se inyectó la solución de hierro en su propia casa el pasado 6 de febrero, momentos antes de sentir un fuerte dolor que le llevó a ingresar en un hospital de Módena, al norte de Italia, aquejado de fiebre alta e insuficiencia renal.
A pesar de las afirmaciones del doctor que se encargó de atenderle, el italiano negó los hechos y aseguró que no se encontraba consciente en el momento de la hospitalización.
"Estaba más muerto que vivo. Tan solo me dijeron que se trataba de un virus. El médico tendrá que responder de sus declaraciones", declaró el corredor.
No obstante, la Fiscalía Antidopaje del CONI continuó investigando los hechos, hasta que el pasado 10 de junio decidió suspender a Riccò por violación de la normativa antidopaje y "uso o intento de uso de métodos prohibidos".
La decisión del CONI llegó después de que la Federación Italiana de Ciclismo (FIC) suspendiera al ciclista por "motivos inherentes a la tutela de la salud del propio deportista" y después de que en febrero pasado la Fiscalía Antidopaje abriera una investigación contra Riccó.
No es la primera vez que el italiano se ve envuelto en sospechas relacionadas con el dopaje, ya que en 2008 fue sancionado por dar positivo por "Cera", después de haber ganado dos etapas en el Tour de Francia.