nueva york. El comisionado de la NBA, David Stern, que había calificado el fin de semana como "clave" para saber si el conflicto laboral podría tener solución o ir pensando en la cancelación de partidos de la temporada regular, únicamente pudo confirmar ayer que hoy volverían a reunirse. El fin de semana pasó de largo con el cumplimiento de tres largos meses de cierre patronal y a tan solo uno del inicio de la competición regular sin que los dueños y los jugadores mostrasen signos de acercamiento en sus posturas o de alcanzar un acuerdo laboral.

Lo que volvió a quedar de manifiesto en la reunión de siete horas celebrada el sábado en Nueva York es que ambas partes están tan distanciadas en el asunto del dinero que para no paralizar el proceso, decidieron dejarlo a un lado y tratar el punto del tope salarial, sobre el que tampoco pudieron avanzar.

El director ejecutivo del sindicato, Billy Hunter, fue el más pesimista al admitir que sobre los puntos claves de la negociación las diferencias se mantenían y no se registraron avances. "No diría que hubo progreso alguno. Lo que sucedió fue que de nuevo se pusieron sobre la mesa algunos conceptos, pero en lo que interesa de verdad aún estamos muy distanciados", declaró Hunter. "Hay un gran espacio, que no se si vamos a ser capaces de cerrarlo".

Ante esa falta de avances significativos, ambas partes decidieron no reunirse ayer domingo, esperar al hoy para volver a trabajar en grupos pequeños e intentar el martes con más representantes de ambos grupos ver si pueden lograr avances positivos. Este lunes debería ser el día que comenzasen los campos de entrenamiento, pero ya han sido cancelados lo mismo que 43 partidos de exhibición de la pretemporada. Pero, quizás, lo que más preocupa es que la temporada regular ya no podrá comenzar como se esperaba a partir del próximo 1 de noviembre, aunque oficialmente todavía no se haya dicho.

La sesión más larga de trabajo desde que comenzó el lockout dio para que las dos partes expusiesen sus puntos acerca de los principales asuntos que los divide como son el reparto de ingresos y el tope salarial. Los dueños quieren un tope rígido, o al menos un número de cambios al actual sistema que consideran demasiado flexible, y que los jugadores lo prefieren dejar igual.