vitoria. eL brasileño Sócrates se ha sumado a la lista de futbolistas que han destacado por sus excelencias con el balón, pero también por sus excesos con la botella, adicción que desencadenó la prematura muerte de dos leyendas como Garrincha, también brasileño, y George Best, El Quinto Beatle, gran icono del Manchester United y para muchos el mejor futbolista británico de todos tiempos.
El elenco de ilustres del balompié que han sufrido alcoholemia es profusa, y en la misma aparece también Diego Armando Maradona, que en 2007 fue hospitalizado en un sanatorio para realizar un tratamiento contra el exceso de alcohol, aunque fue su prolongada adicción a la cocaína, condición que al parecer ha superado, lo que más conturbó la trayectoria vital del 10 argentino.
Descorazona recordar la figura de Manuel Francisco dos Santos, Garrincha (1933-1983), apodado La Alegría del Pueblo cuando fascinaba, junto con Pelé, con sus requiebros y fantasía con el balón. Formó parte de la selección brasileña que ganó los Mundiales de Suecia, en 1958, y Chile, en 1962, en donde fue elegido mejor futbolista del torneo.
Era un genio, pero también un buenazo. Y por ahí se coló la peste. Incapaz de negar un favor, fueron muchos los que se aprovecharon. Llegó a mantener a catorce hijos de distintas mujeres. Terminada la carrera futbolística, el dinero se esfumó y, con él, las interesadas amistades. El alcohol fue entonces su refugio.
Garrincha murió el 20 de enero de 1983 a los 49 años a causa de una cirrosis hepática. Estaba en la miseria. Mané tomaba cada día una botella entera de cachaza, aguardiente típico del Brasil, desde que se retiró del fútbol en 1972. Todos sus compañeros, los mismos que le ignoraron cuando necesitaba ayuda de verdad, lamentaron su muerte y le honraron con panegíricos y monumentos.
George Best también falleció prematuramente, en 2005 a la edad de 59 años, también por cirrosis y tres años después de haber sido sometido a un trasplante de hígado. A diferencia de Garrincha, Best quemó su vida sumergido en una devastadora filosofía hedonística.
Antes de dejarse consumir por el deseo, Best dejó su profunda huella futbolística en el Manchester United, club donde jugó entre los años 1963 y 1974 y con el que ganó la Copa de Europa en 1968, año en el que fue distinguido con el Balón de Oro.
El fútbol inglés ha dado ilustres bebedores, como Paul Gascoigne (Newcastle, Tottenham, Lazio o Glasgow Rangers), cuyos problemas con el alcohol, unido a las lesiones, cercenaron una prometedora carrera. El problema se agudizó tras su retirada del fútbol profesional en 2005, con peleas frecuentes, detenciones, cuadros de depresión y problemas mentales, hasta el punto de poner en peligro su vida e intentar suicidarse en un hotel de Londres, en 2008.
El rehabilitado Distinta suerte corrió otro británico, Tony Adams, jugador emblemático del Arsenal. Tras la Eurocopa de 1996, disputada en Inglaterra, el defensa internacional asumió su condición de alcohólico y logró rehabilitarse, batalla en la que tuvo mucho que ver la llegada, ese mismo año, del técnico francés Arsène Wenger al Arsenal. Tony Adams capitaneó a los cañoneros en la consecución de dos dobletes, Liga y Copa, en las temporadas 1997-98 y 2001-02. En el año 2000 Adams fundó una clínica sin ánimo de lucro para alcohólicos anónimos.
Ariel Burrito Ortega también pagó sus excesos con el alcohol con la expulsión de su equipo del alma, el River Plate argentino. El brasileño Adriano se quedó fuera de la lista de Brasil para el pasado Mundial de Sudáfrica, en 2010, tras recaer en la bebida tres meses antes.
Peor suerte ha corrido Jean-Marc Bosman, cuya fama futbolística se forjó en los despachos al conseguir con su lucha personal la abolición del derecho de retención y la libre circulación de futbolistas en la Unión Europea. Revolucionó el fútbol, pero fue marginado por los clubes e ignorado por sus colegas. El pasado marzo trascendió que Bosman es un alcohólico que sobrevive en Bélgica gracias a las subvenciones estatales.
Otros legendarios bebedores corrieron mejor suerte e incluso destilan glamour. Del argentino René Houseman se solía decir que jugaba mejor con unos cuantos tragos en el estómago. En la curva de Puskas tuvo mucho que ver la cerveza, mientras el mítico Giuseppe Meazza solía pasar la víspera de los partidos en burdeles de Milán, entre efluvios de champán y buen vino.
Ilustres bebedores
El balón y la cirrosis acabaron hermanando a Garrincha y Best
"He dejado de beber, pero solo cuando duermo"
"Me gasté la mayor parte de mi fortuna en mujeres, alcohol y coches deportivos. El resto lo desperdicié"
"En 1969 dejé las mujeres y el alcohol; fueron los peores veinte minutos de mi vida"
george best
Leyenda del Manchester United