inolvidable! Es la sensación que todavía recorre mi cuerpo cada vez que pienso en la etapa que finalizó el viernes en Bilbao. Todo fue de diez, el primero Igor Antón, con su triunfo, maravilloso. Un etapón. Quedará como algo imborrable. Pero también fue sobresaliente el comportamiento de la afición, extraordinario en toda la etapa. La gente se expresó de manera pacífica y eso en sí mismo es otro gran triunfo, una lección de que el deporte, y en particular el ciclismo, está por encima de otra clase de disputas.

El de ayer también fue un gran día, pero era muy complicado superar lo del viernes. Es cierto que en Urkiola, el puerto más arraigado del ciclismo vasco, ha habido mucha gente, pero nada comparable a lo de Bilbao. En Gasteiz la carrera también ha tenido un gran recibimiento pero el día que venció Antón fue antológico. Insuperable. Los dos días en los que la Vuelta ha atravesado Euskadi han dejado un gran sabor de boca. Una extraordinaria resaca que todavía estoy saboreando. En lo estrictamente deportivo, nada destacable salvo la escapada de ayer de Isasi. Si Iñaki hubiese ganado... en fin. Mejor no pensarlo. El triunfo fue para Bennati, que vencido con comodidad el sprint. En la general más de lo mismo. El pescado, a falta de la jornada final que llega esta tarde a Madrid, está vendido. A Juanjo Cobo no se le puede escapar la carrera a pesar del empeño de Froome y el Sky, que deben lograr un milagro para arrebatar el liderato a Cobo. Sin nada en juego en la general, la única clasificación que queda para resolver es la de la regularidad, en la que Purito y Mollema están empatados. Los que ganó por goleada fue la afición vasca. ¡Chapeau!