Ponferrada. Silencio en Sárria, salida de la decimotercera etapa de la Vuelta. Habla el mejor. Habla Alberto Contador. Para decir que Nibali, el rival italiano al que arrolló-humilló en el Giro hace unos meses es ahora, en septiembre y en la Vuelta, su favorito para entrar de rojo en Euskadi y salir de la misma manera hacia Madrid para celebrar su segundo triunfo consecutivo en la carrera española. Para justificar después su elección en el sigilo y la regularidad del italiano, que no es el mejor en nada, ni subiendo ni contra el crono, pero no falla en ninguna de las dos, que es de lo que van las carreras de fondo, las vueltas de tres semanas. Para recordar, también, ahora que hablan de que los porcentajes extremos como los de L'Angliru hacen una guiño a los escaladores pequeñitos, la talla Purito, que Nibali ya subió el Zoncolan "de forma espectacular", y que L'Angliru, dentro de la escala de brutalidad, es menos brutal que el coloso italiano porque tiene algún descanso, aunque no muchos. Los expertos hablan de que L'Angliru, que se sube mañana después de coronar El Cordal, no es lo que parece. Es duro, durísimo, pero que, paradójicamente, así lo dice la historia, no sirve para hacer diferencias entre los favoritos. Es tan exageradamente vertical, explican, que entre el que va bien y el que va mal apenas hay diferencia de velocidad. La ecuación parece lógica: si el primero va a nueve, no mucho más rápido, y el décimo a siete, no mucho más despacio, y las diferencias son mínimas. A corredores como Nibali o Wiggins, que ha anunciado que subirá con un extraño 38x34, les bastaría con sufrir a su ritmo para salvar el día sin cebarse con los explosivos escaladores.
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