Chapeau. Así hay que calificar el planteamiento de etapa realizado en la jornada de ayer por Euskaltel-Euskadi, ya que su labor fue digna de quitarse el sombrero. Han jugado a meter a Mikel Nieve de nuevo en la pomada de la clasificación general y casi lo consiguen. Al menos han conseguido adelantar algunas posiciones y ganar algo de tiempo, pero el mero hecho de haberlo intentado, de haber arriesgado y de haber trabajado tanto hace que todo el equipo, sobre todo los que se lo han currado, tanto Igor Antón como Amets Txurruka y Gorka Verdugo, merezcan un gran aplauso.
Mirando ya a la lucha por la clasificación general, veo que hay muchas escuadras que todavía quieren guardar la ropa y que hay un corredor al que se le está viendo muy bien por encima del resto, muy superior. Me refiero a Vincenzo Nibali. El italiano del equipo Liquigas está a solo cuatro segundos del maillot rojo de líder y apenas se le ha visto atacar en esta Vuelta, lo que da a entender que va a ser la rueda a vigilar en estas próximas jornadas.
Y es que las etapas de hoy y mañana van a ser absolutamente decisivas. Se han acabado ya las medias tintas y llega la hora de los líderes, de los gallos de los respectivos equipos. Hay mucha tela que cortar: lucha por ganar las etapas, por sacar tiempo en la general, por las bonificaciones que se van a repartir... Lo que sí que tengo claro es que el que salga en la primera posición de la tabla de la meta de L'Angliru tendrá la victoria final de la Vuelta en el bolsillo. Y si no es así, tendrá mucho, muchísimo, ganado.