Ourense. Son días decisivos en el ciclismo. Días de rumores, de llamadas, de mensajitos y recaditos, "dile a este que estoy libre", "dile a aquel que con nosotros va a estar mejor", de tretas, de dejarse querer, de vender y comprar, de números, de cálculos incalculables para estar en el World Tour por culpa del dichoso sistema de puntos de la UCI. Son días de fichajes de verano. También, de bombazos. Este es atómico: a falta de confirmación oficial, L'Equipe y La Gazzetta dell Sport, dos de los diarios deportivos más prestigiosos del mundo, dan por hecha la fusión entre el RadioShack y el Leopard-Trek. O, lo que es lo mismo, anuncian la creación de una sociedad prodigiosa: la cabeza de Johan Bruyneel con las piernas de los Schleck. Kloden, Cancellara, Horner, Leipheimer, Brajkovic... La sola posibilidad de que el rumor deje de serlo asusta hasta al propio Alberto Contador, que acaba de regresar de un periodo de desconexión en alguna isla española con las cosas claras para 2012, a la espera de lo que diga el TAS en octubre sobre el caso del solomillo. Quiere ganar su cuarto Tour sin pasar por el agotador Giro y, quizás, quizás, depende de lo que ocurra en Francia, hacer luego la Vuelta. Para lograr su cuarta Grande Boucle, la sociedad Andy-Bruyneel es un obstáculo mayúsculo para Contador -"la fusión sería una mala noticia para mí porque juntos me lo pondrían muy difícil en las grandes vueltas", dice-, que tiene pensado pasarse por la Vuelta uno de estos días de la semana decisiva.
Es de una dureza radical. Hoy se sube Cabeza de Manzaneda, mañana el pelotón se toma un respiro en Pontevedra, el viernes se llega a Ponferrada después de ascender al temible Ancares, y el fin de semana la Vuelta se sube por las paredes asturianas. Las del largo y duro San Lorenzo y el inédito, largo y duro también, La Farrapona el sábado; las de El Cordal del que tan mal recuerdo guarda Antón -se cayó en su bajada cuando luchaba cara a cara con Contador por la Vuelta y se retiró con el trocánter de la cadera roto- camino del incatalogable L'Angliru-, el domingo.
"Estos días serán decisivos", piensa Joaquim Rodríguez, que mira al cielo azul gallego y repite lo que ha escuchado en las noticias, que viene malo, que la Vuelta se mojará tras once etapas de calor y asfixia. Quizás, hoy mismo. "Suerte que estas carreteras gallegas están acostumbradas y preparadas para la lluvia", sonríe Dani Moreno, el mejor gregario de Purito en la montaña, que está tan fino como siempre pero más pletórico que nunca. "El agua puede cambiar mucho las cosas. No le viene bien a nadie, pero a todos nos moja igual. No habrá excusas. Decidirá la montaña. Estas ya son etapas serías, largas y con muchos puertos y no como las de Sierra Nevada o La Covatilla. Quedarán luego las etapas del País Vasco, complicadas, y el comodín de Peña Cabarga, pero el que salga de líder de L'Angliru tendrá mucho, casi todo, ganado", reflexiona el escalador catalán, que cuando le piden que, por enésima vez, eche la vista a atrás y valore si, visto lo visto, no se equivocó al tardar tanto en decidirse a dejar de ser gregario para convertirse en líder, el paso del Caisse d'Epargne y la alargada sombra de Valverde al Katusha, dice que ya no está para esas cosas del pasado, que lo hecho, hecho está, no tiene vuelta atrás, y que lo que toca ahora es la Vuelta, esta Vuelta y su semana decisiva en la que todo es posible. Llega la gran montaña. Por la tarde, el cielo azul de Ourense, donde descansa la Vuelta, se cubre de nubes negras que anuncian cambios. De eso habla Joaquim Rodríguez, el referente de los escaladores. De remontar.
Piensa que sería, más que posible, una consecuencia lógica ahora que el terreno le guiña el ojo. Tiene una desventaja de 3:23 con el sorprendente líder Froome, 43 segundos más de los previstos por el imprevisto fallo en La Covatilla, después de la crono de Salamanca. "Allí sufrí, pero no fue lo de 2010, cuando salí de la crono molido y sin opciones de nada. Ahora estoy más cerca del podio. Lo tengo a tiro". Pero piensa en ganar la Vuelta. "A eso vinimos y, de momento, nos va de maravilla".
A eso vino también Euskaltel-Euskadi con Igor Antón, desfondado en Sierra Nevada y Valdepeñas de Jaén, resucitado en El Escorial y de nuevo encallado en La Covatilla. Esa misma tarde, en el autobús plantado en la cima salmantina, Gorka Gerrikagoitia, director de Euskaltel-Euskadi, tomó la decisión de dar un giro radical al planteamiento del equipo vasco. "Se acabó, a partir de ahora, lucharemos por ganar etapas". Con Igor Antón, que ha levantado el pie olvidándose de la general y afina la puntería para cazar otra pieza colosal como la del Zoncolan en el Giro. O con Mikel Nieve, el especialista en etapas reinas. Ha ganado dos: la de la Vuelta del pasado año en Cotobello y la del Giro, una cabalgada antológica por el corazón de los Dolomitas. "Daremos guerra", anuncia el navarro, lo que le suena de maravilla a Rodríguez, que habla de una revolución de los escaladores para darle la vuelta a una Vuelta que está aún al alcance de muchos.
De una tropa. Al menos una veintena de ciclistas tiene alguna opción de ganar la carrera. Más arriba que nadie está Froome, el gregario de Wiggins que dinamitó el pelotón en La Covatilla y al día siguiente, crono en Salamanca, se vistió de rojo. El keniano, pese a la dureza, confía en saber defenderlo, pero recordó ayer que, de todas maneras, si él naufraga queda la opción Wiggins para tratar de que el Sky llegue de líder a Gasteiz. Sería el mejor homenaje, dijo Froome, para Txema Rodríguez, el auxiliar alavés del equipo inglés que murió hace un año en la Vuelta.
Los ingleses tiene una montaña de rivales. Está Fuglsang, gregario de los Schleck en el Tour y segundo ahora a 12 segundos. A 31 segundos y cuarto se posiciona Nibali, al que todos señalan y temen. Kessiakoff y Monfort están por debajo del minuto de retraso; Mollema y Cobo, que cuentan anda mejor que nunca, bajo el radar de los dos minutos; entre dos minutos y dos minutos y medio pierden Brajkovic, Zubeldia, mejor vasco y fenomenal, Bruseghin, Van den Broeck y Menchov; por encima de los tres respiran los escaladores que anuncian guerra. Purito, Pardilla, Scarponi, Dani Moreno, Nieve...