Playas de Orihuela. De Orihuela, del pueblo del interior, no de la playa donde acabó ayer, otra vez entre chancletas, bañadores y pareos, la segunda etapa de la Vuelta con el sorprendente triunfo de Chris Sutton, es, como Miguel Hernández, Bernardo Ruiz, que va camino de los 90 con la misma vitalidad con la que pedaleaba en los 50, cuando, entre otras cosas, ganó dos etapas y subió al podio del Tour. Bernardo Ruiz sigue fuerte como un roble y está maravillosamente lúcido, pero aún así, le costaría, si se lo tratasen de explicar, entender este ciclismo moderno que quiere la UCI y nadie, o pocos, comprenden.

Para empezar, habría que contarle que el metropatrón de la valía ciclista ha dejado de estar ligada al heroísmo, la emotividad, la carga histórica y la inmensidad del escenario. Que ganar en el Tour, claro, sigue siendo lo más deseado por cualquier ciclista, ¡ganar en el Tour!, ya lo sabe bien él, pero que ahora a los corredores se les clasifica por puntos antes que por triunfos. Tantos puntos tienes, tanto vales. Los puntos se ganan en las carreras. Da igual en el Tour que en la Vuelta a Austria. Los puntos son la vida para los equipos, pues de ellos depende su permanencia en el selecto World Tour, que es lo único que asegura la subsistencia de muchos de ellos.

La manera de contabilizarlos es tan enrevesada que no solo le costaría entenderla a Bernardo Ruiz, sino que es difícil de asimilar para los mánagers de los equipos, que andan estos días de la Vuelta con la calculadora a cuestas. Tienen que sumar y restar: suman los puntos de los quince mejores corredores contratados para la próxima temporada y los conseguidos por el equipo en esta; restan los no conseguidos por los 15 mejores. Un lío que genera mucha tensión, por desconocimiento. Casi nadie en la Vuelta sabe cuánto puntúa ganar una etapa. Periodistas, mánagers, ciclistas, organizadores… Todos se encogen de hombros. Tiene que responder un corredor desde casa: 16 para el primero. Para Sutton ayer. El otro día un mánager de un equipo recriminaba a uno de sus corredores, un buen gregario, que entre el Tour y la Vuelta, y en ausencia de los principales líderes, no habían logrado ni un punto que llevarse a la boca. Hablaba la obsesión. Otro mánager, uno de los de toda la vida, mencionaba el desarraigo de este ciclismo, el más viejo y desmodernizado de los deportes, de la catarsis que se avecinaba al introducir un sistema extremadamente clasista que abrirá la brecha entre la nobleza ciclista y la plebeya. Nunca fue grato ser gregario, asumen, pero ahora lo será menos. El dinero se gastará todo en una docena de ciclistas. Los de los puntos. Los demás, malvivirán. ¿Seguirá siendo el ciclismo un deporte individual que se corre en equipo?

Nadie responde. Los mánagers están ocupados en comprar. Los que pueden. Movistar, que ayer anunció los fichajes de Dani Moreno y José Herrada, se encuentra con la paradoja de que en 2012 recuperará posiblemente a Alejandro Valverde, que es bueno y lo vale, pero que no aportará puntos porque la UCI quiere, y los equipos no lo ven mal, que los ciclistas que llegan de una sanción no puedan sumarlos durante dos años. Unzue sigue buscando bajo una premisa paradójica: su mejor ciclista, el que más puntos le da, es Intxausti, que no ha ganado ninguna carrera pero ha sido cuarto en la Vuelta al País Vasco y quinto en el Tour de Romandía. En la carrera suiza consiguió algunos de esos valiosos puntos, tras ganar el prólogo, Jonathan Castroviejo, que firmará en unos días con el Movistar y dejará Euskaltel-Euskadi, un equipo que tiene más dificultades que ningún otro para entrar en ese mercadeo. No encuentra dónde gastarse el dinero y lo emplea en retener lo que tiene. Euskaltel solo puede cultivar los puntos. Ahora, según los cálculos de sus dirigentes, los que tiene le dan para estar en el puesto 15º del World Tour, tres por delante del corte, pero temen el movimiento de un mercado tan inestable como la nitroglicerina. Un par de fichajes y los de detrás le pasarán por encima al equipo vasco. "Con los puntos que tenemos ahora estaremos justos", lamenta Madariaga y su preocupación, como la de Galdeano, cala hondo en los corredores. Para luchar por los puntos de las clásicas canadienses y las de otoño, hay muchos en juego, es mejor que Samuel no esté en la Vuelta, que es coto de Igor Antón. El vizcaino hablaba estos días en Benidorm en dos dimensiones: del sueño de llegar de rojo a Bilbao y ganar la Vuelta, por un lado; y de la cantidad de puntos que eso le daría al equipo para permanecer en la élite del ciclismo

Sastre pierde 20 segundos Para alcanzar ambas cosas, la lucha por las etapas, que dan pocos puntos y pueden desviar la atención del objetivo prioritario, es despreciable. "Ya he ganado algunas antes y ahora quiero centrarme en la general", dijo ayer, aún sudoroso y jadeante, el vizcaino, y como él, Joaquim Rodríguez, que el año pasado se pasó toda la primera semana desperdiciando balas obsesionado por llegar de rojo a Catalunya y este solo piensa en vestir ese maillot en Madrid. Peleones en cada repecho el año pasado, ayer, otra cuesta, aunque corta y no muy dura, se dejaron llevar como el resto de favoritos, salvo Carlos Sastre, que se dejó 20 segundos.

El final, aunque retorcido, explicó Purito, era para hombres potentes. Tipos como Boonen, que aceleró en la subida, y cuando ésta se acabó, en los últimos 200 metros, se desplomó. Fue el momento de Vicente Reynés, el mallorquín del Omega Pharma, pieza fundamental del tren de André Greipel como antes lo fue del de Cavendish en el Columbia, que, liberado, quiso aprovechar su oportunidad. "Trabajo todo el año para otros, pero soy rápido y puedo ganar. Ya lo demostré en mi época en Caisse d'Epargne", explicó luego, voz melancólica, pues a su tremenda arrancada respondió Chris Sutton, el inglés del Sky que le quitó la etapa y los puntos que se llevará al GreenEdge, el nuevo equipo australiano para el que correrá en 2012.

¿Y qué hay del viejo ciclismo pasional? Algo queda. Aunque no dé puntos, Jesús Rosendo, del Andalucía, se pasó el día escapado junto a Paul Martens, Adam Hansen y Steve Houanard, como lleva haciendo desde que es ciclista. Su premio: el maillot de la montaña. Y los minutos de la tele para su patrocinador.

Ascensión de Bennati A Reynés le dolió hasta tal punto la derrota que casi se echa a llorar. El mallorquín hubiese vendido los puntos por levantar los brazos. Bennati, el nuevo líder tras desbancar por el puestómetro a su compañero Fuglsang, hizo llorar a más de uno al recordar a Wouter Weylandt, el corredor belga fallecido en el pasado Giro. Le conoció en la concentración de este año en Mallorca, en enero, e iba a ser su lanzador durante toda la temporada. Ahora le echa de menos. También se extrañó ayer, como cada día desde hace casi un año, a Txema González, el auxiliar alavés del Sky que murió cuando la Vuelta llegaba a Orihuela. De ese ciclismo emotivo, el ciclismo de siempre, entiende algo más el viejo corazón de Bernardo Ruiz.

Christopher Sutton (Sky)4h11:41

Vicente Reynés (Omega Pharma)m.t.

Marcel Kittel (Skil-Shimano)m.t.

GENERAL

Daniele Bennati (Leopard)4h28:11

Jakob Fuglsang (Leopard)m.t.

Maxime Monfort (Leopard)m.t.

La etapa de hoy, 3ª: Petrer-Totana (163 kilómetros). Teledeporte (15.45 horas). Eurosport (16.30 horas).