vitoria. Un resbalón de Oinatz Bengoetxea, producto de la humedad que acumuló el suelo de un Atano en el que se alcanzaron temperaturas extremas, resolvió la segunda semfinal del Torneo Ciudad de San Sebastián. Martínez de Irujo le buscó las cosquillas al leitzarra al comprobar que éste perdía estabilidad en cada pelotazo. El delantero de Ibero encontró su premio al final de un choque en el que, en compañía de Aitor Zubieta, siempre circuló a remolque en el marcador, salvo en el momento crucial. Aunque Mikel Beroiz acudió en varias ocasiones al rescate de Bengoetxea VI, la ayuda del huartearra resultó infructuosa y fueron Irujo y Zubieta los que se ganaron una plaza en la final del próximo martes.

El calor que reinó ayer en el Atano convirtió la segunda semifinal del Ciudad de San Sebastián en un auténtico infierno, un mal ambiente para practicar deporte acrecentado por la humedad, insufrible, sobre todo para Oinatz Bengoetxea, en el tramo decisivo del duelo. Y es que el leitzarra se sintió muy cómodo en el inicio (también a continuación), al igual que su compañero, Beroiz. Casi siempre tuvieron el marcador de cara, con una ventaja máxima de cuatro tantos (dispusieron de ella hasta en cuatro ocasiones a lo largo del choque: en el 5-1, el 13-9, el 14-10 y el 15-11). Sus rivales, en cambio, tuvieron más problemas con el electrónico. Lograron empatar a 5, 8, 9 y 15 antes de que Bengoetxea VI comenzara a tener problemas de estabilidad, aunque su máximo logro hasta ese instante llegó cuando lograron adelantarse en el 8-9.

Con Irujo y Zubieta a cola en el marcador, parecía que Bengoetxea VI y Beroiz tenían la semifinal relativamente bajo control. Pero el leitzarra no contaba entonces con la humedad del Atano, que se acumuló especialmente en los cuadros delanteros del frontón y que se ensañó con su calzado con una crueldad terrible. Irujo, observador, se dio cuenta de la oportunidad que le brindaba el destino y se lanzó a por la victoria. Primero empató el partido a 18. Luego a 20. Después se adelantó (20-21). Y en el cara o cruz en el que se convirtió el duelo con el abrazo a 21, se atrevió con una violenta cortada a la que Bengoetxea VI, que se resbaló, no pudo responder.