1º Leopard-Trek16' 30''
2º Liquigas-Cannondalea 4''
3º HTC-Highroada 9''
GENERAL
1º Jakob Fuglsang (Leopard)16'30''
2º Fabian Cancellara (Leopard)m.t.
3º Maxime Monfort (Leopard)m.t.
La etapa de hoy, 2ª: La Nucía-Playas de Orihuela (174 kilómetros). Teledeporte (15.45 horas). Eurosport (16.30 horas).
BENIDORM. ¿De qué color es la Vuelta? Ayer empezó azul, como el verano de Benidorm. Como su cielo alto, más que los rascacielos, y limpio. Como el Mediterráneo. A sus pies arrancó ayer la ronda estatal. En la playa de Poniente. Entre chancletas, bermudas, pareos, rastrillos y palas, cubos y sombrillas de colores. De allí salió Fulgsang con su maillot negro, blanco y azul. Cuando llegó a la otra punta de Benidorm, la calle Mediterráneo, bajo una sombra de cemento y ladrillo, al gregario de los hermanos Schleck, 26 años, le vistieron de líder. Rojo. De ese color son también las pieles de los ingleses tras un día en la parrilla de la playa.
Benidorm es un horno y más de uno se achicharró. Por el calor, la cuesta corta pero dura hasta Terra Mítica, la descoordinación y los errores, la falta de ritmo… Al Geox de Menchov y Sastre, un equipo poderosísimo, los 13 kilómetros de apertura se le atragantaron de mala manera. Se les cayó David Blanco, el único gallego de la Vuelta, y, a trompicones desde el inicio, fueron obsequiando segundos a sus rivales. Hasta 43 con el Leopard. Casi cuatro por kilómetro. Un regalazo. Solo el Andalucía fue peor que el equipo de Matxín. Y solo el batacazo del Sky de Wiggins, favorito y penúltimo a 42 segundos, fue comparable al del Geox, que ha venido a la Vuelta a remendar la temporada, a respirar como dice su director, y ayer se asfixió. Entró con mal pie.
El resto de los equipos pisó mejor en el explosivo arranque de la Vuelta. El Movistar, el equipo azul, el de los vizcainos López e Intxausti, rozó la perfección en el primer tramo, el de la cuesta hacia Terra Mítica, y tropezó en la segunda mitad, la más llana, la del paseo por la playa y el viento del Mediterráneo. Ahí hacía falta músculo. El de Txente, que ya no estaba porque le había desbordado la subida. Pese a ello, los chicos de Unzue lo bordaron. Se dejaron 14 segundos con el Leopard y de los favoritos, únicamente el Liquigas de Nibali fue mejor. El italiano, dorsal 1, uno de los favoritos, les metió 10 segundos a López e Intxausti; 14 al Omega de Van den Broeck; 21 al Katusha de Purito y al BMC del jovencito Taylor Phinney; 24 a Euskaltel-Euskadi. Una pedalada le bastó al RadioShack de Zubeldia e Irizar, el de Klöden, Machado y Brajkovic, para comprobar que la mala racha del Tour no le ha abandonado. "Nos persigue", lamentó Irizar. En el primer metro, aún sobre la alfombra roja, se le salió la cadena a Brajkovic y tardó una vida en volver a colocarla sobre el raíl del plato pequeño. Quizás más de 28 segundos, el tiempo que le alejó del Leopard y el triunfo de etapa. Al Lampre le pasó lo mismo con Marzano, pero al italiano no le esperaron y Scarponi se dejó sus primeros 28 segundos con su compatriota y rival Nibali. En el Giro, segundo y tercero tras Contador, les separaron 46.
gente, mucha gente La etapa arrancó a las 17.00, la hora del té en el horario inglés. Benidorm es colonia británica. El día es para tirarse en la playa a enrojecer los cuerpos blancos mientras se bebe cerveza; la noche, para los espectáculos en vivo de música en inglés en locales llenos de luces donde llenan las copas de espíritu camareros nativos, pero de Inglaterra, que solo hablan la lengua de Shakespeare y al escuchar alguna palabra en la de Cervantes fruncen el ceño y se extrañan, como si tuvieran delante a Alfredo Landa, Pajares o Esteso, el mito de las suecas, las suecas. La playa y el sol, y la noche. Y la Esteban. Eso tiene Benidorm encerrado entre murallas de hormigón, un laberinto histérico.
Eso y la gente, mucha gente, montones y montones de gente, que es de lo que se alimenta el ciclismo. Que es, también, lo que precisa, como el respirar, la Vuelta, que ha ido perdiendo ese abrigo popular, la caricia del pueblo, en el desgaste de los años negros del deporte de la bicicleta.
la asfixia Lo empezó a recuperar en Benidorm, como estaba pensado cuando se decidió adelantar una semana el inicio de la Vuelta para plantarlo en mitad de agosto y en la playa, en busca de la gente como Mahoma fue en busca de la montaña y aquellos homínidos en busca del fuego. Se abarrotaron las calles sombreadas de la parte vieja, la zona más técnica del recorrido, los paseos de la playa de Levante y la meta en la calle Mediterráneo. Eran turistas con chanclas, bañadores, gafas y toalla al cuello los que gritaban a los ciclistas. Aplaudir, aplaudían pocos. En Benidorm, una mano es para agitar el abanico. ¡Qué asfixia! Eso sintieron los pulmones de Cavendish, descarrilado del tren de alta velocidad del BMC, tercero a 10 segundos. Eso sufrieron los que llegaban sin correr desde el Tour, que son pocos porque la mayoría, el podio de París al completo, por ejemplo, estimaba que no había tiempo, menos de cuatro semanas, para recuperar y volver a coger la forma.
Del Tour, de todas maneras, viene Fuglsang, gregario y amigo de los Schleck, danés de piel rosada como la de los ingleses que le observaban después de que Cancellara, ¡qué bestia!, otro de los del Tour, le vistiera de rojo frente a la mirada azul del Mediterráneo.