vitoria. De cambios de mentalidad sabe algo Egoi Martínez, que llega al aeropuerto de Loiu casi directo de la sala de partos, donde la víspera, el martes, su mujer dio a luz a una criatura "preciosa", la segunda de la pareja, y se pasa un rato hablando con babero de la felicidad del padre y de lo que te cambian la vida los enanos, empezando por lo que cuesta hacer la maleta para salir de viaje y lo que duele viajar, como ayer a Benidorm, aunque sea para embarcarse, desde el sábado, en la Vuelta de Euskaltel, la de Antón, la del regreso a Bilbao y a Euskadi que tanta ilusión ha despertado en la afición vasca. "Ya me dirás", le susurra a otro futuro padre que anda por ahí Egoi, cuya reconversión ciclista, otro gran cambio en su vida, simboliza mejor que ninguna otra la propia reconversión de Euskaltel-Euskadi, un equipo que se envuelve ahora como una manta en torno a un corredor, ya sea Samuel en el Tour o Antón en el Giro y la Vuelta.
El proceso no ha sido repentino, sino orquestado. Pausado en lugar de meteórico. "Este equipo ha ido madurando poco a poco y al final ha acabado cuajando", cuenta Gerrikagoitia, director de Euskaltel-Euskadi desde hace ocho años pero gran descubrimiento de la pasada Vuelta, por cosas, por ejemplo, como la pizarra y la conjura antes de la epopeya de Mikel Nieve en Cotobello hace un año. "La cuestión es que ahora en cada carrera hay un líder muy definido y es mucho menor el protagonismo individual de los que le rodean. Todo eso se ha dejado de lado. Y la gente lo ha aceptado". Lo ha aceptado, por ejemplo, Egoi. Hay ciclistas que, como decía Perico, se empeñan en ser campeones con tozudez pese a estrellarse temporada tras temporada. Otros saben escuchar. A Egoi le dijeron un día que para perdurar en esto de la bicicleta debía encontrar su hueco, aquel espacio en el que fuera bueno o el mejor. En ganar, si podía ser. Egoi se llevó el Tour del Porvenir en 2003 y llegó a impresionar al mismísimo Armstrong en una Ruta del Sur, la de 2004. El americano, una vez retirado, lo fichó para el Discovery. En 2006 se salió en la Vuelta: ganó una etapa y la montaña; en 2007 ayudó a Contador a ganar su primer Tour. En 2008 regresó a Euskaltel-Euskadi, un equipo entonces, cuenta, "en el que no se confiaba aún en alcanzar cotas tan altas como las de ahora". Ese año rozó una etapa en el Tour, la de Prato Nevoso; en 2009 luchó con Pellizotti por el reinado de la montaña.
La catarsis fue 2010: todos vieron que Samuel rondaba el podio y podía con el Tour y que Antón pudo haber ganado la Vuelta.
Nieve, un lujo "La reconversión fue necesaria ante la presencia de corredores, en este caso Samuel y Antón, que son capaces de todo pero a los que, también, hace falta arropar para que den el máximo", dice el etxarriarra. "Estos últimos años Egoi ha dejado de lado sus deseos personales de brillar para trabajar para el equipo", reflexiona Gerrika. "El Tour es el ejemplo más claro. Para mí ha sido el segundo mejor del equipo después de Samuel. Pero ese trabajo apenas se ve". Pero se nota. "En la pasada Vuelta ya nos criticaban porque decían que no teníamos equipo para arropar a Antón. Todos los que lo dijeron, se equivocaron". Un año después, antes de que arranque la Vuelta en Benidorm, nadie duda de que el galdakoztarra estará bien arropado. Por Egoi, el compañero de habitación que le receta calma a su espíritu nervioso, y otros del mismo perfil. Otros como Juanjo Oroz, navarro también, largo y duro, también, entregado también. Como Isasi. O Txurruka. Lo de Mikel Nieve, 27 años, es un caso aparte. El ganador de las etapas reina de la pasada Vuelta y el pasado Giro solo piensa en ayudar a Antón. Generoso. "Lo tiene muy claro", dice Gerri. "A Igor ya le he dicho más de una vez que lo valore porque muy pocos tienen la oportunidad de tener a un corredor como él a su lado y entregado".