vitoria. El panorama del conflicto abierto entre la patronal del fútbol y el sindicato de jugadores se presenta oscuro tras las posturas que mostraron unos y otros al término de la reunión que mantuvieron en la sede de la LFP. El gerente de la AFE, Luis Gil, lo dejó bien claro: "Estamos muy distanciados, más si cabe todavía", manifestó sin tapujos en un tono tan pesimista como el que evidenciaron los portavoces de los clubes.
La situación se ha enquistado hasta límites espinosos. Mientras los jugadores reclaman la creación de un fondo de garantía salarial ilimitado, la patronal aprieta. Es más, los directivos de los clubes que componen la LFP han llegado incluso a reclamar a los jugadores que computen las jornadas que destinan a concentrarse o disputar encuentros con sus selecciones como días de vacaciones. Es un debate, desde luego, que quizá deberían afrontarlo con otros interlocutores, como las federaciones que se aprovechan del concurso de los futbolistas, y no con éstos.
En cualquier caso, el fútbol español se encamina a la quinta huelga de su historia. Han transcurrido 27 años desde la última vez que se detuvo la Liga. Fue en 1984 y la huelga se prolongó durante 16 días. Los jugadores querían entonces que se acabara con el amateurismo que aún entonces reinaba en algunos equipos modestos del fútbol español. Era otros tiempos. Una época de ebullición sindical. De hecho, las cuatro primeras huelgas se concentraron en apenas cinco años. La primera, en plena transición democrática, llegaría en 1979.
En cualquier caso, en todos aquellos incipientes movimientos reivindicativos se carecía del contexto de deterioro global que se aprecia actualmente en el fútbol estatal. En apenas un año se han multiplicado tanto el número de jugadores impagados como las cantidades pendientes de abono por parte de los clubes de Primera y Segunda División. Si el año pasado se vio afectado un centenar de futbolistas al que se le adeudaba alrededor de 12 millones de euros, en la actualidad las cifras han estallado hasta fijarse en los 200 impagados y los 50 millones de salarios pendientes.
"El mayor problema son las garantías de los jugadores. Estamos reclamando sus derechos y sus contratos, aquí nadie pide más dinero", insistía Gil a la salida de la reunión. El gerente de la AFE espera que la reforma de la Ley Concursal puede ayudar a paliar en parte los graves problemas que padece el fútbol.
"Si la modificación de la norma estuviera vigente, el margen de discordia sería mucho menor", aseguró. Gil, como muchos otros, espera que el Gobierno intervenga en un problema que afecta a varias empresas que mueven mucho dinero público y reciben ingentes cantidades de dinero público en forma de ayudas, patrocinios y subvenciones.