VITORIA. Regreso a la competición en la República Checa, promesas de mejoría en el motor de la Derbi, una caída en Alemania como último resultado y la sensación de que se puede hacer más en esta segunda etapa del Campeonato de 125. Diversidad de emociones, de razones por las que desenfundar voluntades. Ingredientes peligrosos si no se conjugan en dosis proporcionadas. Pueden chocar. La ambición de Efrén Vázquez, además mermado por su caída del viernes y la salida de su hombro izquierdo, hizo tope, como un embudo que se queda fino para tanta cantidad, desbordante. El de Rekalde mezcló desmedido. No llegó la explosión deseada, la reacción que anhela. Se encasquilló en el intento. Se desparramó en Brno, se cayó. La peor manera de retomar la competición y poner en acción su empresa de terminar el año entre los tres primeros. Desde Italia y Catalunya 2009, el bilbaino no se precipitaba sobre el asfalto en dos pruebas seguidas. Una circunstancia que pone a temblar la regularidad de la que venía presumiendo hasta Sachsenring y que cerca le mantenía de su objetivo. Ahora está lejos y más cerca de tener que arriesgar por una victoria parcial que sacie sus expectativas y que, a decir verdad, le dejaría más satisfecho que un podio en el Mundial. Así, al menos, lo reconocía él.

La carrera comenzó con una discreta salida de Efrén, que desde la sexta posición pronto perdió dos plazas. Delante, Terol y Zarco aspiraban a la escapada, pero tras ellos hubo buena colaboración, favorecida por las cuatro rectas de Brno. Así, el grupo se vio compacto tras un breve estirón. Aunque de nuevo, alcoyano y francés, sumado a ellos Cortese, reemprendieron el intento de fuga. Esta vez con éxito.

Mediadas 8 vueltas de la 19 previstas, con un Efrén estancado en la octava plaza y a la expectativa por las "demasiadas dificultades para mantenerme enganchado al grupo", el Mundial se estremeció. La Aprilia de Terol, su motor, dijo basta. De modo que Zarco y Cortese se debatirían por la victoria. Y ante el bilbaino se abría la posibilidad de podio. No en vano, Moncayo, que rodaba ante Efrén, sería quien subiría finalmente, rubricando la "mejor carrera" de su vida para ducharse por primera vez con champán.

"Iba con el gancho y eso siempre entraña riesgos", reconocería Efrentxu. Inmerso en ese trance, noveno en un grupo que iba hasta el tercero, con seis vueltas ante su cúpula, la Derbi perdió el contacto con el asfalto por segunda vez este curso. "Hay veces en las que te la juegas para ganar y otras, como hoy -por ayer-, en las que vas al límite incluso para no descolgarte", resumió. La merma física de su hombro, la moto y su excesiva, hasta descontrolada aspiración, le arrastraron. "Mi sensación es que la moto no respondía correctamente en la entrega de potencia y en las zonas de aceleración cedía mucho terreno. No sé si ha sido cuestión de motor, de pilotaje o de ambas cosas", analizó.

Zarco y Cortese libraron una preciosa lucha por el triunfo. Y, como le ha sucedido hasta ahora al galo, de nuevo se quedó a las puertas de desvirgar su casillero de victorias, naufragó en la orilla; venció el alemán. No sin antes tocarse en la última curva. Sin embargo, Zarco puede estar satisfecho. Vivía a 32 puntos de Terol y ahora son 12 de distancia. El compañero de Efrén en el Ajo Motorsport es el único piloto de todas las categoría que ha terminado entre los seis primeros. El líder tiene trabajo. "Cuando las cosas cuestan, son más bonitas", reflexionó Terol. Pero ¿dónde quedaría la belleza si no gana el título? Zarco y Viñales están más cerca.