El pasado 7 de enero crujió su rodilla izquierda. Mazazo. Dos días antes de partir hacia Bulgaria para continuar con su preparación, Maider Unda veía como su articulación se quedaba clavada en el tapiz, mientras el resto del cuerpo giraba por completo. Dolor. Mucho dolor.
En esos momentos, la alavesa ya intuía lo que se le venía encima. "Yo ya sabía lo que era", asegura. La luchadora de Olaeta era consciente de que sufría una grave lesión. Nada nuevo. No en vano, durante su carrera ya ha tenido por desgracia varias.
En 2001 fue una fractura de pómulo, en 2003 primero el menisco y después el ligamento cruzado, ambos en la rodilla derecha, mientras que en 2004 sufrió una bursitis. La lista se completa con una operación de apendicitis en 2009 y ahora a comienzos de este 2011 llegó la tan temida triada.
Nada más lesionarse, Maider Unda ya sabía que su rodilla no estaba bien. "La pierna estaba colgando, no la podía girar, buff...", rememora seis meses después de llevarse ese varapalo tan gordo. Fue duro. Muy duro. Tanto que la luchadora alavesa asegura que en esos momentos no tenía ganas de hablar con nadie. "Tienes tanta mala leche, que no quieres que te digan nada".
Días después sus peores presagios se confirmaron. Rotura del ligamento lateral interno, del cruzado y el menisco. Los médicos cifraron entonces un periodo de recuperación de siete meses. Ella ya sabía entonces que le quedaba un duro camino por delante. Ya había pasado por eso años atrás. "Es mala suerte. En un momento se te cruzan las cosas, pero tenía claro que si estaba roto, habría que operar para ponerlo bien", recuerda.
OPERADA EL 10 DE FEBRERO El Mundial de Estambul de septiembre estaba en el aire. Eso sí, la quesera de Olaeta no se iba a rendir de antemano. Y eso que muchos no apostaban un duro por ella. Es más, tal y cómo reconoce había quienes incluso querían jubilar a Maider Unda antes de tiempo. "Con mi edad, todo el mundo daba por hecho que ya no lo intentaría. Es que no me conocen bien", asegura.
El 10 de febrero pasó por el quirófano. Ahí empezó la cuenta atrás. Su objetivo estar lista para el Mundial de Turquía. A priori, parecía muy complicado. De recuperarse, Maider estaría muy justa. Pues bien, no ha sido así y el sacrificio y la constancia de la alavesa durante estos meses de rehabilitación le han permitido recortar notablemente los plazos y llegar en condiciones al próximo Campeonato del Mundo. "Si iba a ir al Mundial, era para hacerlo en unas condiciones decentes. No se puede ir con medias tintas, ya que si vas mal te puedes hacer más daño".
Al final, Maider estará para competir en unas condiciones más que aceptables. Ni ella se esperaba una recuperación tan rápida. "Sí que tenía la ilusión de poder ir al Mundial, porque quería ir de vacaciones a Estambul, pero no sabría si podría llegar". Lo ha hecho. Finalmente irá a Turquía, primero a competir y después a disfrutar de unos días de ocio.
Maider es consciente de que su presencia en este Mundial conlleva ciertos riesgos. No quedaba otra. Y es que se trata de una competición de máximo nivel, en un año preolímpico y la alavesa no quiere dejar escapar ni la más mínima oportunidad para competir. Así lo constata el propio Jesús Gaisán, médico que la operó. "Es un riesgo compartido por ella y por nosotros. El año que viene están los Juegos y por eso se fuerza un poco. Existe un riesgo, pero es un riesgo controlado", explica.
Al menos, al final estará en el Mundial. Lo suyo le ha costado. "Ha sido duro", recuerda ahora que ya ha pasado lo peor. "Es como si estuvieras entrenando, pero se hace más pesado, porque no estás disfrutando". Maider deja claro que lo ha pasado mal. Desde luego, tiene que ser difícil de llevar para una persona inquieta que durante su día a día compagina su trabajo en la quesería con largas sesiones de entrenamiento pasar a estar parada las 24 horas. "El no poder moverte, ni conducir, ni salir de casa, se hace durísimo. Estar sujeta a unas muletas y ser dependiente de otros es una tortura".
miedo a precipitarse Al menos, ese calvario no llegó al mes. Durante los primeros días se limitaba a mover un poco su rodilla en casa y aplicar hielo a su articulación para evitar que esta se inflamará, algo que constituía la principal preocupación para Maider. Había más. Ser paciente. Ese era otro de sus desvelos. En una lesión tan complicada, las prisas por querer acelerar la recuperación no son buenas y Maider era consciente de ello. "Me decía, vete respetando los plazos, ten cuidado. Debe ser así, ya que si te pasas, el paso atrás es muy duro". No lo hizo.
La quesera de Olaeta no se precipitó y siguió las pautas marcadas. Los frutos comenzaron a llegar. Ya el segundo mes comenzó con las sesiones de bicicleta y piscina. Ejercicios de movilidad y sesiones de fisioterapia en el Centro de Medicina Deportiva de Mendizorroza durante dos horas al día. Allí Iñaki, el fisioterapeuta del centro, le ha hecho sufrir a diario para afinar la puesta a punto de su rodilla. "La camilla es un poco dura, es en las sesiones con el fisio cuando peor se pasa", bromea ante el protagonista de sus dardos.
La carga de trabajo se fue incrementando. Ya el tercer mes, las sesiones eran de tres horas. A los ejercicios de rehabilitación y la bicicleta se unieron las pesas. Más intensidad. Mayor aún el cuarto mes. Maider ya estaba corriendo. Y eso que como desvela todavía tenía algo de líquido en su rodilla. Aguantó el dolor.
Siguió para delante. Y sufriendo mucho además. Su cuerpo notaba tanta inactividad. "Recuperar la condición física fue horroroso. Me faltaba el aire", se sincera. Y es que después de una semana de máxima exigencia llegaba al viernes "fundida".
Al menos su esfuerzo ha merecido la pena. Maider enfila ya la recta final de su recuperación y ya está entrenando prácticamente con total normalidad. Ahora le llega un tramo, que tampoco es muy de su agrado ya que "es muy cañero". Tras un trabajo de acumulación, ahora le llega otro de transformación, donde aparecen las sesiones más exigentes. "Se trata de asimilar un sufrimiento máximo para que luego cuando te llega la competición saber que puedes superar esos límites".
De momento, ella ha superado todos los posibles. Ha sido su particular milagro y está "muy satisfecha" de cómo le han ido las cosas. Eso sí, Unda quiere destacar que el largo camino emprendido en esta recuperación no lo ha hecho sola y por ello quiere agradecer al doctor Gaisán, las enfermeras del Centro de Medicina Deportiva de Mendizorroza y al fisioterapeuta todo su apoyo durante estos meses. "Teniendo las condiciones que tengo para hacer una buena rehabilitación, no ha sido tan difícil", se resta méritos.
Maider vuelve a recordar que aquí en Vitoria se siente "una privilegiada" por disponer de este tipo de infraestructuras, algo al alcance de unos pocos elegidos en cualquier otra ciudad. Eso sí, tal y cómo apunta también el doctor Gaisán, su constitución atlética ayuda mucho a que su recuperación haya podido ser más rápida que la de cualquier otra persona. "La genética también ayuda. Hay otra gente que entrenando el doble, consigue la mitad.