Vitoria. El Mundial llegó a Hungría y los perseguidores de Vettel y su Red Bull alimentando con palabras de esperanza la competencia por el título. ¿Apoyarían los resultados? El viernes McLaren y Ferrari calificaron por delante. Una circunstancia que sentó un precedente esa misma noche, cuando en el box del líder del Campeonato no descansaron quebrando la máxima de que de 2 a 8 de la madrugada no se trabaja. Fe de preocupaciones. El resultado surtió efecto con la pole sabatina de Vettel. Pero la evidencia se impuso de nuevo el domingo. McLaren no está lejos de Red Bull. Ayer, incluso, rindió mejor, por ritmo estrategia y cordura. ¿La loca lluvia? Con Button, quizás, porque así venció en Canadá. Pero es que McLaren ya ganó en la pasada Alemania. Y antes, en Gran Bretaña, lo hizo Ferrari. Alonso, Hamilton y ayer Button, cronológicamente. Tres carreras sin ganar para Vettel. Una evidencia. Pero curiosamente esta pluralidad está resultando negocio para el vigente campeón del mundo, que se frota las manos viendo cómo se consumen las carreras sin surgir un rival definido, regular. "La victoria no estaba a mano. Tampoco imposible, pero tengo sensaciones de Campeonato y queda mucho por recorrer", justificó Vettel, segundo, que llegó a Hungaroring con 77 puntos de ventaja en la general y se marcha con 85. El gran beneficiado.

Pronto se vio que hoy no era jornada Red Bull: en el giro 5 de los 70 previstos, cuando Hamilton rebajó a Vettel a la segunda plaza. Mientras, Alonso, desbocado, se cubría de gloria con valientes adelantamientos que ensombrecía con errores. Su fogosidad un día da y otro quita. Ayer quitó y fue la estrategia la que le a la postre le aupó tercero, su cuarto podio seguido, el que le convierte en el mejor del mes de julio. Clara mejoría. ¿Suficiente para ser Ferrari?

Los tiempos de carrera los marcó ayer la lluvia. Un compás. El arranque se sucedió con neumáticos intermedios para todos. Y fue a partir de la vuelta 10 cuando la pista comenzó a secarse. Así se dio cabida a las primeras apuestas.

Delante, Hamilton era un filo con Button, Vettel, Webber y Alonso de empuñadura. El primero, tras la segunda parada (vuelta 27), se cobraba 7 segundos de margen.

Hubo respiro hasta que en el giro 52 y ante unas ligeras gotas de agua, Hamilton se quiso anticipar a los acontecimientos y montó gomas intermedias, al igual que hiciera Webber. Sin embargo, la lluvia no apareció con la esperada intensidad. Button, Vettel y Alonso, por contra, se armaron de paciencia y, expectantes, terminaron avanzando posiciones, cuando Hamilton paró de nuevos dos giros más tarde para rectificar con su mala elección de calzos. El inglés asumió un riesgo incomprensible liderando la carrera. Además, luego fue sancionado con un drive tough, después de realizar un trompo, presa de la ansiedad, y retomar la trazada poniendo en peligro a otros pilotos.

Button recogía así el testigo. Sin competencia. Tampoco Vettel. Ni Alonso. Un cuentagotas en Hungaroring. Los tres atinaron aguardando con neumáticos duros. Hamilton y Webber fueron sus cobayas. Los sacrificados. Venció la cordura. La calma. El conservadurismo. Pues Button apenas asomó más que para ganar, segundo triunfo del curso y undécimo de su carrera. Único piloto capaz de prolongar la preocupación de Red Bull, aunque justa. Algún trasnochamiento que Vettel, diez podios en once carreras, números que complicadamente no le dejarán campeón, materializa con palabras. "No nos gusta que McLaren haya sido tan competitivo en las últimas carreras". Sabe que ayer pudieron hacer doblete con Alonso de escudero. Faltó cordura, la de Button, porque McLaren ya tiene máquina. Y también Ferrari. Y un dato que pone alfombra al morbo es que el curso pasado, Red Bull, campeón, tuvo como peor racha tres pruebas sin ganar. Y fue precisamente durante la etapa que ahora acontece: Bélgica, Italia y Singapur. Aunque plural, bienvenida competencia.