Bilbao. El fin de semana del Gran Premio de Alemania de 125 comenzó para él con una interesante segunda plaza en los primeros entrenamientos libres que antecedió a una oscura décima posición. Turbulencias, cambios de presión, altibajos en el vuelo. Efrén Vázquez descubría así el que sería su irregular destino: una ascensión a los cielos para caer en picado; un impulso para un bajón; una esperanza para la desesperación.
El de Rekalde despegaba séptimo en su periplo germano. Tras dos días de impreciso trabajo de puesta a punto, quedaba encomendado a quince minutos. El trabajo de un fin de semana, relegado para el warm up. La incógnita era su luz ante el semáforo. Y la hazaña todavía se antojó más épica si cabe, dado que Efrén desenganchó tarde el embrague y quedó en una rezagada décima posición. Desde allí desplegó las alas.
En la categoría inferior el hambre brilla más. Son las primeras pisadas mundialistas y los pilotos no están acostumbrados a ganar, y ya se sabe que el joven es por naturaleza curioso y soñador. Hay quienes se saciarán con su primer triunfo, pero Efrén no lo ha conseguido. Es de los hambrientos.
Sachsenring se presentó como un festín. "Ya decíamos ayer -por el sábado- que las últimas modificaciones parecían haber dado resultado y hemos tenido oportunidad de demostrarlo". Versaba sobre el warm up, una cota en su vuelo. El ajetreo mecánico dio sus frutos, un elevado punto de partida.
El de Rekalde era un cohete. Su verticalidad le permitió alzarse en cuatro vueltas de las treinta previstas hasta la azotea de la carrera. En directo, el show de Efrén. Vuelta rápida mediante. En pocas de estas se ha visto el bilbaino, que decidió prestar el mandato. Dejó obrar para restar tensiones, para economizar su fortaleza, para medir a los rivales, los Terol, Gadea, Viñales, Zarco, Faubel y hasta nueve pilotos en total. Se notó que Sachsenring es corto (3.671 metros). Hubo pelotón y la sobredosis de esfuerzo podía pagarse.
Terol se puso al frente y Efrentxu se dejó ir hasta el sexto lugar, pero "con opciones de triunfo". Campaba bravo, desenvuelto. No obstante, inmerso en la algidez, en una extraña sensación, por lo buena después de los malos augurios, pensando en que se podía aspirar a todo, asistió la decepción, que se cebó con la engordaba esperanza. "La frenada de final de recta es muy fuerte y hay que bajar de sexta a primera. Yo me he salido de la pista porque solo he podido reducir un par de marchas", argumentó el bilbaino, que visitó la grava y se fue a la décima plaza. Y ahí, en ese discreto lugar para sus expectativas, le tumbó la frustración. Su descenso terminaría en el punto más bajo, el suelo, por primera vez este cursp.
gana por su vuelta rápida Como también por el firme terminó la alegría de Zarco, compañero de Efrén. El francés se debatió por el triunfo hasta el punto que lo celebró con vuelta de honor y bandera incluidos. Pero estaba equivocado. Como para darse cuenta de que había sido "empate técnico", con su lógica de un final de infarto. Así dictó la Dirección de Carrera. Era la octava vez en la historia que acontecía semejante desenlace; la anterior, en 2004, cuando Lorenzo ganó a Dovi en Qatar. Y las normas dieron ayer vencedor a Faubel, después de tener una mejor vuelta rápida que Zarco. Es la segunda vez que el galo celebra lo que no ha conseguido aún. Sucedió en Catalunya, cuando sacó el codo a Terol, pasó primero por meta, se paseó ante el público y terminó penalizado.
En el box del Ajo Motorsport, para Efrén, también para Zarco, todo lo que creció se hizo diminuto. El bilbaino pudo consolidarse; el galo pudo ganar. Había maneras. Pero transcurrió el gran premio fue un tobogán, subir con temple para bajar lanzado. Solo queda aguardar para olvidar. "Tenemos un mes por delante para sacar conclusiones y volver con más fuerza. Sé que, antes o después, vamos a obtener nuestro premio", promete Efrén.