Bilbao. Pedrosa, Lorenzo y Stoner. Viceversa, entremezclados, destacados sobre el resto, fueron firmes pretendientes para la novia victoria. Juntos, revueltos en Sachsenring. Un deleite el Gran Premio de Alemania de MotoGP. Cada uno fue invitando a bailar, dejándose gustar, sacando a pasear todas las virtudes para llevarse la anhelada y caprichosa mano de la corona. Intercambios de lugar, citas con la linda gloria. Visitas a las sensaciones de éxito, una primera posición que los tres ocuparon. Cada uno se rozó con el triunfo, con su fachada. Pero Pedrosa fue el más completo, muy a pesar de su maltrecho hombro. No le importó a victoria, que se quedó con el catalán, el más guapo, un delirio ayer.
Precisamente el de Castellar del Vallés regresó al pasado recuperando una de sus fugaces salidas. Un disparo. A lo Rocket Haslam. Abrió y cerró la prueba, pues a su temprana reacción respondió acto seguido Lorenzo. El mallorquín pasó al frente para abrir camino hasta la quinta vuelta. Ahí, el tercer aspirante vio su turno en el salón de danza. ¿Bailas conmigo? Y el liderato dijo sí hasta la vuelta 14. Luego le despachó. Se le escapó la vez. A victoria se le antojaba otro.
Lorenzo dio de nuevo un paso al frente. Al igual que el australiano, aspiró a quedarse solo, sin competencia en su segundo intento de conquista, de quedarse a solas cortejando camino del podio.
Pedrosa rodaba inteligente sin desgastarse, en tercer lugar después del cuarto. Pues el grupo de cabeza se fracturó y nacieron dos tríos. Lorenzo, Stoner y Pedrosa; Dovizioso, Simoncelli y Spies. Doble y enconada batalla. Al catalán de Honda le venía bien dejarse llevar, consumir fuerzas en conservar lo conquistado, para solo derrochar en el instante necesario. Sabía que terminaría "agotado" y que su hombro era una incógnita. Podía decir basta. "No me esperaba poder ganar tan pronto", diría. Después de su lesión en Francia, mediados de mayo, se refería.
Por detrás remontaba un desconocido Rossi, que desde la décimo sexta plaza avanzaría hasta el ensombrecido noveno lugar.
La jornada se consumía preciosa. Se rodó sin especular. Quien se pasó por la cabeza abrió gas a fondo. Incluso Pedrosa, el pretendiente de quien menos se podía esperar. Ese piloto que es efervescente, la antítesis del progresivo Lorenzo, que rodaba líder entonces. Para más inri, la fatiga de su lesión. Fue la sorpresa. Descolocó. Tal vez, incluso, fue menospreciado. En la vuelta 22 pasó líder por la meta y con voluntad pública de decir adiós.
Hasta ese momento, el trío se estiraba y se encogía. Una goma. Pero Pedrosa metió la tijera. Se aisló en uno de los dos extremos. El del elegido por victoria. Si bien, esta le dio la concesión de que Sachsenring cuenta con 10 curvas de izquierdas y solo 3 de derechas. Oxígeno para su dolorido hombro. Una coartada que bien aprovechó.
Aunque no sería el catalán protagonista de la acción más intensa del fin de semana, sino Lorenzo. El mallorquín fue a destajo. Perdió la estela de Pedrosa, pero él forma parte de la dimensión de Stoner, la de los más robustos candidatos al título. De este modo, el de Yamaha se preocupó de calificar ante el dorsal 27 del australiano y lo hizo a riesgo de caída. Sus dos últimas frenadas representaron el por qué de su condición. Ganó su particular duelo y lleva remontados 13 puntos en dos citas; ahora vive a 15 de Stoner en la tabla. Físicamente, apenas un adosado. Hay días en los que hay que arriesgar para ser campeón y ayer ejerció. La novia, sin embargo, fue para Pedrosa, que suma dos este curso. Esta segunda más estilizada, más lucida, más bella.