1º Luis León Sánchez (Rabobank)5h27:09
2º Thomas Voeckler (Europcar)a 5"
3º Sandy Casar (FDJ)a 13"
GENERAL
1º Thomas Voeckler (Europcar)38h35:11
2º Luis León Sánchez (Rabobank)a 1:49
3º Cadel Evans (BMC)a 2:26
Hoy: Primera jornada de descanso.
Saint-Flour. A Joan Antoni Flecha, catalán que corre en el Sky, el equipo patrocinado por el grupo mediático News Corporation que dirige el magnate Rupert Murdoch, le tiró a poco menos de 40 kilómetros para la meta -era el día y la fuga, la de Voeckler, Luis León Sánchez, Casar, Hoogerland y él mismo- el conductor del coche de la televisión francesa, que entre estamparse contra el tronco robusto de un árbol que estrechaba la ya de por sí estrecha carretera y llevarse por delante a los ciclistas, eligió lo segundo, mucho más cómodo, y embistió al catalán, que a su vez derribó a Johnny Hoogerland, un holandés de piedra que acabó enredado en el alambre de espino que cercaba el campo. Los dos quedaron descompuestos, el cuerpo marcado de punta a punta, y, claro, apartados de la pelea por la etapa, y llegaron como pudieron hasta Saint-Flour, el pueblo subido a una colina donde acababa la novena etapa del Tour.
"Cretino", fue lo más dulce que le dijeron al chófer. De ahí para arriba, imaginen. El Tour, tan marcial otras veces, suavizó su discurso tras la etapa, declaró intolerable la actitud y, eso sí, expulsó al coche y al conductor de la carrera. Más vergonzoso fue que el accidente más escalofriante del Tour, y mira que los ha habido de todas las formas imaginables, solo fuera repetido por la televisión de la carrera francesa una vez, una medida inútil para escurrir el bulto, pues a los pocos minutos del suceso el video con la secuencia del atropello estaba colgado en youtube y las redes sociales traficaban el link con indignación. No hay nada, o casi, que se pueda esconder en la era de la comunicación.
A Flecha, de todas maneras, Dave Brailsford, el patrón de su equipo, el canal de comunicación Sky, le selló los labios cuando, golpeado por todos los costados y desconsolado, seguramente, también, furioso, llegó a Saint-Flour muchos minutos después de que lo hiciera Luis León Sánchez. Cruzó la meta y Brailsford salió a su encuentro para agarrarlo y dirigirlo raudo hacia el refugio del hotel, cercano ayer, para evitar, quizás, que Flecha diese rienda suelta a su ira y las crónicas de la etapa se llenasen de exabruptos. ¿Censura? "Después de la etapa, todo el mundo estaba muy excitado", explicó por la tarde Brailsford en un comunicado; "analizaremos la situación mañana y veremos cómo llevamos el asunto adelante".
Luis León gana fácil La televisión francesa pidió disculpas por el atropello tanto al Sky como al corredor y el Tour declaró a Flecha el corredor más combativo del día, un gesto magnánimo que no satisfizo al ciclista, apartado de la lucha por la etapa que acabó llevándose Luis León Sánchez de la manera más sencilla. Como Casar, pero este porque estaba muerto, el murciano apenas relevó a Voeckler en los últimos treinta kilómetros. Se limitó a ir a rueda del francés, un ciclista con cara de perro y poco querido en el pelotón, pero, también, tan corajudo como para tirar el solo hasta meta, el show de la lengua fuera y los giros circenses de cabeza incluido, llevado por el deseo único de vestirse de amarillo. Luis León solo tuvo que arrancar a pocos metros para ganar su tercera etapa en el Tour. A Voeckler, tan dramático cuando pierde, no le amargó ser segundo porque se colocó de líder por segunda vez en su carrera -la otra, ocho días, fue en 2004-, con Luis León segundo a 1:49. "No pienso en la general", reconoció el murciano del Rabobank; "estamos aquí para trabajar para Gesink y eso seguiremos haciendo". Pese a que Gesink arrastra una cornada importante que le ha debilitado.
'Vino' y Van den Broeck, a casa A la escapada, curiosamente, le dio vida otra caída cuando el Omega Pharma-Lotto, el equipo de Gilbert, la llevaba controlada, en torno a los tres minutos, al adentrase en el infierno del Macizo Central y su silueta abrupta. "De repente", contó Luis León, "vimos que pasábamos de dos a siete minutos, pero no sabíamos la razón". Fue por un accidente espeluznante en el descenso del Col du Pas de Peyerol, una carretera de segunda estrecha que escondía una curva endiablada en la que Hoogerland, en la fuga, había tenido que reconducir la trazada sacando el pie derecho del pedal. Libró por los pelos. El pelotón, que bajaba zumbando, se resquebrajó allí. Klöden, el único as de los cuatro que traía que le queda en la manga a Bruyneel, se levantó rápido, se lamió las heridas y tiró hacia abajo. Allí se quedaron tirados otros dos favoritos. Van den Broeck apareció tendido en mitad de la curva, la cara pálida e inmóvil. Al de mucho rato siguió, pero se tuvo que volver a detener y se quedó tendido sobre la hierba, en la cuneta, esperando que llegara la ambulancia. Su dorsal se borró del Tour poco después.
Camino del hospital de Aurillac salió disparado otro vehículo. Dentro iba Vinokourov, que ni siquiera intentó subirse a la bicicleta. Tenía que ser algo serio. Al kazajo le habían tenido que rescatar del barranco, tres metros más abajo de la carretera, entre Vaitkus y Grivko. Le sacaron de allí a hombros porque ni siquiera podía caminar. Es la imagen de despedida de Vinokourov, que se retira este año, del Tour, la carrera en la que se movió siempre entre lo trágico y lo heroico. Ayer el Tour le mordió la cadera. Rotura de fémur. Se lo diagnosticaron en Aurillac y le trasladaron en helicóptero a París, donde será operado hoy de urgencia. Los expertos dicen que es imposible que pueda correr la Vuelta. Pero con Vinokourov nunca se sabe. "Esa curva tenía que haber estado señalizada", protestó luego Contador, que para entonces ya llevaba el sello del asfalto marcado en el cuerpo. Se cayó por segunda vez en el Tour. Solo, al engancharse su manillar con el sillín de Karpets, perder el equilibrio e irse contra el público en el descontrol. Se precipitó de costado y, sobre todo, se dañó la parte interior de la rodilla derecha que ya tenía tocada. "No, definitivamente, este no es mi Tour", reconoció el español que, de todos modos, no perdió rueda en el sprint del pelotón, el enésimo cuesta arriba, que ganó Gilbert. Klöden se dejó ocho segundos. Evans y los Schleck ni un solo. Tampoco Samuel Sánchez, que advirtió que el tiempo, del frío al calor, de la lluvia al sol, había aumentado el desgaste en otra etapa para la reflexión. "Lo ocurrido -otra caída peligrosísima- nos hace a todos pensar. Este es otro día para olvidar". Flecha, que quizás no pueda seguir en el Tour, y Hoogerland, al que le dieron 33 puntos de sutura en la pierna, no lo olvidarán.