ESPAÑA logró el sábado en el Europeo sub'21 de Dinamarca su tercer título de la categoría gracias a la defensa de un estilo de juego asentado en el trabajo solidario y en el fútbol asociativo, que se expresa a través del talento de sus jugadores. El triunfo contra Suiza en la final (2-0) coronó una trayectoria inmaculada, con cuatro triunfos y un empate, y un dominio claro en las principales facetas del juego.

España acabó el torneo con el máximo goleador, Adrián, con cinco tantos; y con el tercero, Juan Mata, con dos, a la vez que mejor asistente. Fue el equipo más goleador, con 11 tantos, más de dos por partido. Y el menos goleado, junto con Suiza, también con dos.

Nadie tuvo tanto la pelota como España, que acumuló más del 63 por ciento de posesión de media. Pero ante todo quedó una sensación de superioridad abrumadora. Ni siquiera Suiza, el único que había ganado todos sus partidos y que no había encajado un gol, pudo plantarle cara y tuvo que rendirse a la evidencia: que España estuvo un punto por encima del resto.

El torneo empezó sin embargo con dudas. El empate en el debut contra Inglaterra (1-1), su principal rival por el título en las quinielas, dejó un regusto amargo. El equipo no jugó del todo mal, pero le pudo cierto exceso de complacencia y evidenció falta de gol. Todos los interrogantes se despejaron con la exhibición frente a la República Checa (2-0), quizás su mejor partido.

Frente a un rival exigente en lo físico, que no dudó en recurrir al juego duro, España desplegó todo su repertorio. La solidez en defensa, la capacidad ofensiva de los laterales, la sabiduría de Javi Martínez, el talento del triángulo mágico -Ander, Thiago, Mata-, el descaro de Muniáin y la eficacia de Adrián.

prueba de carácter. Semifinales ante Bielorrusia

El partido contra Ucrania (3-0) fue una continuación del anterior y el día de Mata, que con sus dos goles dejó claro su compromiso. Tanto él como el capitán Javi Martínez, excelente todo el torneo, mostraron por qué son campeones del mundo con la absoluta. España pasó también la prueba del carácter en semifinales. Pese a ser mejor que Bielorrusia, se encontró con un gol en contra al filo del descanso. Lo siguió intentando, tuvo siempre la pelota, la movió, sin renunciar a su estilo, acumuló ocasiones, pero sin éxito. La fe premió su esfuerzo con un gol de Adrián antes del final. En la prórroga le pasó por encima a un rival que no hizo otra cosa que defender con hasta diez hombres todo el partido. Fue también el día de los suplentes. De Jeffrén, autor del 3-1 final, y de Capel, que dio el pase del segundo. Y por supuesto de Adrián, que volvió a firmar un doblete, el segundo del torneo.

En la final, frente al otro equipo que mejor fútbol había exhibido, Suiza, la selección española mostró su madurez.