Vitoria. Hace un año conoció en persona a Rafa Nadal y se quedó impresionado por la humildad en la victoria del balear y su fortaleza en la derrota; y tiempo atrás supo de la admiración que su imaginativo golf ocasionaba en un Severiano Ballesteros que le escribió dos cartas que guarda como oro en paño. Uno y otro son fuente de inspiración del norirlandés Rory Mcllroy (Holywood, 4-V-1989), de rostro adolescente y nombre más propio de la factoría Disney, convertido hoy, tras su conquista del Abierto de Estados Unidos, en toda una estrella capaz de enterrar la era del problemático Woods. Celtic Tiger, como ya le apodan, triunfó con ocho golpes de ventaja sobre su inmediato perseguidor, el australiano Jason Day, con una tarjeta de récord en los 111 años de historia del torneo: 268 golpes (65+66+68+69), 16 bajo el par. Jack Nicklaus, la leyenda, lo ve más que capaz de superar sus 18 majors.

Cansado de aclarar de que su ciudad natal, de 12.000 habitantes y ubicada a escasos kilómetros de Belfast, se escribe "con una sola ele", gusta de reivindicar sus orígenes. Hijo único de una modesta familia, Gerry y Rosie, sus padres, buscaron trabajos extra para pagarle las clases de golf cuando aparcó el fútbol, teniendo al Manchester como pasión, hasta el punto de compartir campus el pasado año con uno de sus mitos vivientes, Sir Boby Charlton. Su figura le hace carne de cañón de las carpeteras gracias a los rulos indomables que rebasan los costados de su gorra, sus robustos brazos y juvenil vestimenta. Llegó a pasarse seis meses sin acudir a la peluquería y recientemente bromeó con que temía ser confundido con su mascota, un perro labrador. Hasta hace tres años recogía a su novia Holly Sweeney -entonces de 16 primaveras- a la puerta del colegio y al volante de un BMW de gama alta (también conduce su Range Rover, un Audi y un Bentley, de entre los quince vehículos que dice haber comprado), época en que él ya había abandonado sus estudios, pero ya en 2010, estudiando ella tecnología del deporte en la Universidad de Ulster. la relación se complicó por culpa de tanto autógrafo, dólar, guardaespaldas y proyectos diferentes.

Con dos años de edad registró un golpe de 40 yardas de distancia y a los nueve logró su primer hoyo en uno; disputó su primer torneo profesional a los 16, y en el Abierto británico de Carnoustie de 2007 se destapó con una primera vuelta de 68 (-3), siendo aún aficionado. No es de extrañar que su agencia de representación comenzara a catapultar una imagen que siembra desde que con diez años empezó a conceder entrevistas. Su victoria sobre el verde estadounidense en la madrugada de ayer supuso además un desquite personal, puesto que en abril sufrió un doloroso revés en el Masters de Augusta, que lideraba por cuatro golpes sobre idéntica cantidad de rivales en la jornada de clausura. Pero en aquel funesto domingo, Mcllroy cometió un triple bogey en el décimo hoyo para finalizar la ronda en 80 y descalabrándose hasta el puesto 15. "Allí nació un instinto asesino que desconocía". Un sopapo que le hizo crecer y que precisamente ha superado apelando a la constancia y robustez mental del número uno del tenis. "Es que Rafa es el mejor deportista del mundo, un modelo en el que todos debemos inspirarnos", dice el norirlandés.

Solo recoge halagos que no se cree: Para Graeme McDowell, su compatriota, "es lo mejor que he visto en mi vida, un aire fresco"; "formidable", resumió Woods su actuación desde la distancia... Y el propio Nadal le envió un sms de felicitación: "Le envié un mensaje, pero ya se sabe, tras ganar un torneo como estos la cantidad que recibes...". Quién mejor para entenderlo. Hace un mes se le vio en Wembley en la final de la Liga de Campeones animando a sus diablos rojos pero con la intuición de la derrota: "El Barça es alucinante, marcará una época", afirma hablando de fútbol y de las redes sociales (tuitea con Westwood y Poulter) que emplea como cualquier chaval de 22 años, basando su éxito en su entrenador cuando era pequeño, Michael Bannon, el creador de su swing perfecto, "natural y sencillo".

un tipo imposible de odiar Su pegada y la mejora con el putt desde que le asesora Dave Stockton le han llevado al número cuatro del mundo, aunque lo peor de todo, como apunta el australiano Jason Day, es que se trata "de un buen tipo, así que es difícil odiarle". "Tiene más talento en su dedo meñique que yo en todo mi cuerpo", proclama el estadounidense Bradt Snedeker. Su granja tradicional en las afueras de Belfast se convertirá en lugar de peregrinación obligada. Rory ya no es un crío, es el campeón del USA Open, el más joven desde la victoria del mítico Bobby Jones en 1923, y potencialmente, el próximo Woods. Pero con un entorno y una personalidad más fiable. El león se come al tigre.