MIAMI HEAT Wade (17), Chalmers (18), Anthony, Bosh (19), James (21) -cinco inicial-, Howard, House (9), Miller y Haslem (11).

DALLAS MAVERICKS Kidd (9), Barea (15), Chandler (5), Marion (12), Nowitzki (21) -cinco inicial-, Terry (27), Cardinal (3), Stevenson (9) y Mahinmi (4).

Parciales 27-32, 24-21; 21-28, 23-24.

Árbitros Steve Javie, Derrick Stafford, Scott Foster. Señalaron faltas técnicas a Haslem, Chalmers y Wade, del Heat, y a Stevenson, de los Mavericks. No hubo eliminados por personales..

Pabellón American Airlines Arena de Miami, ante 20.003 espectadores.

El baloncesto se desenvuelve algunas veces con justicia divina. Así lo hizo la madrugada de ayer, en el sexto partido de las Finales de la NBA que se resolvió con la coronación de dos jugadores que no podían concluir sus carreras sin catar las mieles del éxito. El eterno Jason Kidd y el genial Dirk Nowitzki ya no tendrán que soportar los peros que les acompañaban hasta la fecha. Líderes de unos Mavericks con mayúsculas, un conjunto que ha derrochado solidaridad y esfuerzo colectivo por encima de las individualidades, derrumbaron con su triunfo en la eliminatoria (2-4) el criticado proyecto del Big Three de Miami.

Los Mavs se han apoderado de uno de los títulos más abiertos que se recuerdan. Se han revelado como el plantel más completo, se han cobrado la venganza de la final de 2006 y han permitido que sus dos grandes figuras se deshicieran del cartel de eternos perdedores que los martirizaba. Ahora esa vitola queda reservada en exclusividad para el gran derrotado de la final.

Lebron James, el tipo que hace un año mantuvo en vilo a todo el país mientras decidía en qué franquicia retomaría su asalto al anillo, ha quedado retratado. Su deseo de reunirse en un mismo equipo con otras dos grandes estrellas como Chris Bosh y Dwyane Wade ha saltado en pedazos, se ha descompuesto para satisfacción de muchos. Sobre todo del comisionado David Stern, defensor de los sistemas que velan por fomentar la igualdad de oportunidades entre los equipos de la competición estadounidense.

Nowitzki abandonó el American Airlines Arena como el gran triunfador de la velada. El germano, nombrado MVP de las Finales, por fin poseedor de un anillo, se consolida, ahora ya sin discusión, como el mejor jugador europeo de la historia. Aunque cuajó una primera mitad pésima (1/11 en tiros de campo), volvió a aparecer en los momentos definitivos para decidir. Justo en los mismos instantes en los que Lebron desapareció y a Wade le faltó equipo para enfrentarse al generoso plantel de Rick Carlisle.

un éxito colectivo Dallas, pese a los tres puntos de Nowitzki, llegó al descanso en ventaja (51-53). Pésima noticia para unos Heat que comenzaron como una apisonadora pero que poco a poco se diluyeron ante el empuje de los secundarios del equipo texano. Una vez más surgieron el explosivo Terry, la magia de Barea (base puertorriqueño de 1,77 metros que ha disparado su cotización), la contundencia de Chandler y la experiencia de un Marion que ha resultado clave. Pero no estuvieron solos, porque este título, que encumbra a Nowitzki y redime a Kidd, ha sido ante todo la confirmación de que, al menos en el baloncesto, el equipo siempre se impone a las individualidades.