MONTEVERGINE . Semanas antes de que arrancase el Giro, la Fiscalía de Mantua destapó una trama de dopaje en el equipo Lampre focalizada en la temporada 2009, cuando, entre otras cosas, Alessandro Ballan fue campeón del mundo. Inmediatamente, Zomegnan ordenó retirar de su carrera los dorsales de los sospechosos, temeroso de que la tormenta de desencanto e incredulidad que sacude al ciclismo desde hace más de una década arruinase el espectáculo que con tanto celo y empeño había preparado persiguiendo un soplo de esperanza para un deporte abrazado al desengaño. En el último Tour, ningún ciclista fue invitado a no ir, pero ayer se supo que la UCI manejaba, y es de suponer que ASO estaba al corriente de ello, una relación de todos los ciclistas participantes, 198, a los que evaluó en una escala de sospecha por dopaje del 0 al 10, donde 0 mostraba la ausencia total de sospecha y 10, la máxima sospecha, que es duda y no condena. La evaluación la realizó la UCI basándose en los perfiles de sangre de los ciclistas, el pasaporte biológico, y el documento formaba parte del decálogo de los encargados de los controles antidopaje durante la carrera francesa. Junto al nombre de algunos corredores había apuntes que focalizaban la búsqueda de determinadas sustancias. En todo el Tour solo Alberto Contador, y en un caso que aún no está aclarado, dio positivo.

Alberto tenía una nota de cinco, en el ecuador de una escala de sospecha que, al margen de consideraciones éticas por su publicación y, sobre todo, filtración, alimenta el optimismo. Los datos son esperanzadores. Más de tres cuartas partes de los 198 ciclistas (79%) están por debajo del 5, en una franja donde la sospecha sería nula o insignificante; si se incluyese en ese grupo a los valorados con el 5, el porcentaje sería del 86%; y una cuarta parte de los ciclistas (24%) ha sacado un 0 -Ivan Velasco y Juanjo Oroz entre ellos-, lo que indica que sus perfiles de sangre no arrojan ninguna duda sobre su transparencia. En el reverso de la moneda, en lo más alto de la sospecha, un 10, sobresaliente, la UCI ubica a dos ciclistas (apenas un 1%) -Barredo y Popovych-. Uno más saca un 9, Menchov. Solo suman el 1,5% del total.

La clasificación se cimentó en cuatro parámetros: 1) caída repentina de los valores sanguíneos un mes antes del verano de 2010 que podría apuntar a una importante pérdida de sangre posiblemente destinada a ser reinyectada; sospechas de uso de EPO durante el Giro de 2009; hematocrito y hemoglobina de estimulación en un índice superior a los valores de 2010; y bajos parámetros en periodos alejados de la competición.

En las puntuaciones de seis a diez, fija la UCI, la evidencia circunstancial de dopaje "es abrumadora". "Algunos de los comentarios de los archivos son irrecusable. Perfiles anormales recurrentes, enormes fluctuaciones, identificación de los productos utilizados de dopaje y medios de administración...", advirtió el el experto antidopaje Damien Ressiot, de L'Equipe, diario hizo pública ayer la lista secreta.

Esto generó una corriente de crispación extremadamente crítica con la filtración de un documento tan delicado, una herramienta para la degradación, una faena sin justificación para los peor parados. "La lista es una vergüenza", protestaron algunos ciclistas en el Giro. Otros, hastiados del asunto, los desmanes y torpezas de la UCI, bromearon y fingieron sentirse enojados, como Joaquim Rodríguez, al verse suspendidos -Purito tenía un 3, como Andy Schleck-. La mayoría, de todos modos, se mostró perplejo no ya solo por la publicación, sino por la elaboración de una clasificación que parte de la sospecha, ah Torquemada, ah el macarthismo, y arroja serias dudas sobre su legitimidad, pues no tiene valor sancionador, pero marca, a fuego. Eso en ciclismo es equivalente a una condena. Por todo eso bramaban ayer los ciclistas.

Casi todos desde la trinchera del anonimato, no como Robbie McEwen, el veterano esprinter del RadioShack, que garabateó en su twitter: "Por favor, una explicación UCI: ¿Intencionado, incompetencia o corrupción?".

La UCI reaccionó temprano por la mañana. "La UCI se ha informado que el periódico 'L'Equipe' iba a publicar en su edición del viernes un documento confidencial que contiene lecturas individuales de los corredores en pruebas realizadas antes del comienzo del Tour de Francia 2010," anunció en un comunicado. "En primer lugar, la UCI deplora que este documento haya caído en manos de extraños, ya que es una herramienta única con la que los servicios de lucha contra el dopaje organizan su actividad durante la carrera", prosiguió. "Este documento estaba reservado a la UCI y expertos independientes de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). Esta debilidad en la confidencialidad es muy grave y la UCI abrirá una investigación para descubrir el origen de la filtración", finalizó.