vitoria. En Catar, primera prueba del Mundial, Stefan Bradl proyectó, además de sus buenas aptitudes, heredadas de su padre Helmut, piloto de 250 en la década de los ochenta y principios de los noventa, la capacidad de su montura con chasis Kalex. El binomio llamó la atención con una victoria incontestable que despertó el interés de la parrilla, eran los primeros laureles para el citado esqueleto para las dos ruedas. En Jerez, bajo la lluvia, Kalex y Stefan perdieron parte de la credibilidad. No obstante, ayer, de vuelta al asfalto seco, en Portugal, se demostró que el problema fue la lluvia, un lapsus, porque tanto el alemán como su chasis, vencedores, se manejan con soltura sin suelo mojado.
Andrea Iannone quiso sembrar la duda poniéndose en cabeza en el tramo final de la prueba, pero el italiano pronto se precipitó al suelo -aunque pudo terminar décimo tercero-, al igual que le ocurrió a Marc Márquez, quien conduce presa de una euforia que le desborda. Su consuelo fue el hecho de terminar su primera prueba de Moto2, aunque lo hizo en el vigésimo primer lugar.
Mención especial merece Yuki Takahashi, quien, tras el fallecimiento de su hermano esta semana en accidente de tráfico se sobrepuso a las emociones y firmó un importante podio en sus aspiraciones de cara a la general. En este sentido, Julián Simón también resultó bien parado. Otro destacado fue Pol Espargaró, que fue sexto, su mejor resultado del año.